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Letras y números



JOSÉ ÁNGEL BRAMBILA LEAL

México: ¡Que viva!


Lunes 09 de Septiembre de 2019 7:18 am


CUANDO el próximo domingo aparezca el presidente Andrés Manuel López Obrador en el balcón central del Palacio Nacional, ondeando el lábaro patrio y repicando la campana de Dolores, él estará viviendo la culminación del sueño que ha perseguido por más de 20 años. México vibrará al calor del fervor patriótico que cada 15 de septiembre nos invade, al recordar aquella madrugada en que el cura Don Miguel Hidalgo le pidió al campanero José Galván que repicara las campanas de la iglesia de Dolores, lanzando al aire los sonidos de la libertad. Sin embargo, nada será igual. Es cierto que, una vez más, será el Presidente de la República quien encabece el tradicional Grito de Independencia; sin embargo, será la primera vez en muchos años que habrá una muchedumbre que no necesitará ser acarreada a los festejos patrios y que replicará con alegría y entusiasmo cada uno de los vivas que el Presidente grite. 

Nadie puede poner en duda la genuina comunión que existe entre el hombre que ondeará la bandera tricolor y decenas de miles de mexicanos que inundarán el zócalo capitalino. Será la primera ocasión en que el presidente López Obrador asome al balcón presidencial gritando los nombres de los héroes que tanto amaban a México y que no dudaban en arriesgar su vida para lograr la libertad de sus coterráneos. Intentará con ello sacudir el alma de sus gobernados en momentos en que su popularidad, aunque disminuida, todavía está por las nubes, por lo que la festividad patriótica alcanzará momentos de delirio.

Aun quienes no votamos por el proyecto del actual Presidente, tenemos que reconocer que muchos millones de mexicanos han vuelto a creer en México, a pesar de tanto sátrapa que ha utilizado su nombre para enriquecerse de las arcas públicas, sin importarles que sea una riqueza mal habida, que ensuciará las manos de sus descendientes e importándoles poco menos que un comino ser señalados como ladrones y sabiendo de antemano que tienen que abandonar el lugar donde nacieron y partir a otro sitio donde puedan pasar como herederos… de ciudadanos a los que dejaron en la desgracia.

Dice El Credo del vate López Méndez: “México creo en ti, sin preocuparme el oro de tu entraña…” La verdad es que ese oro sólo ha servido para despertar las más rastreras ambiciones de gente sin alma, capaces de las más ruines acciones, con el único fin de poseer una riqueza que todo lo corrompe, convirtiendo a esos seres en viles mercaderes de bienes que no generan sentimientos de solidaridad, de humanidad o de compañerismo, sino en bandidos capaces de traicionar, no sólo a sus mejores amigos, sino hasta a sus propios familiares.

Más allá de la magia autocreada que rodea al presidente Andrés Manuel, ese es el México que se ha encontrado. Si bien es cierto que López Obrador vive un sueño donde todo mundo es feliz, feliz, feliz y donde todos pueden decidir ser buenos con el solo llamado del presidente, la realidad es que la humanidad vive un momento donde se han perdido los valores colectivos que a nuestra generación nos fueron inculcados por nuestros padres, abuelos y la sociedad en general.

Aquí ya no se trata de deseos, sino de realidades. A nadie conviene que fracase el gobierno actual, porque todos vamos en este mismo barco que se llama México. Ojalá y después de esta celebración que el Presidente esperaba como la coronación de su llegada a la máxima tribuna del país, el primer mandatario logre conciliar los intereses de quienes son indispensables para conquistar la estabilidad económica y de gobernabilidad que nuestra Nación demanda.

Las esperanzas de millones de mexicanos están puestas en Andrés Manuel. Por el bien de todos, esperemos que esas ilusiones no se pierdan y que su último año, en el 2024, pueda presumirnos que cumplió su promesa de entregarnos un país mejor y, ¡entonces sí!, que todos podamos gritar con fervor ¡Que viva México!      

PD: ¿Gusta opinar? Lo espero en Las Mentadas… 


jbrambilaleal@yahoo.com.mx