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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Con cuidado


Miércoles 11 de Septiembre de 2019 7:13 am


LA lucha política, que es la lucha por el poder, ofrece un infinito número de modalidades, con las cuales, individuos y organizaciones partidarias, emprenden acciones para lograr sus objetivos. En la lucha política, no puede haber espacio para ingenuidades de ninguna índole, toda vez que los actores políticos que le dan vida a una organización partidaria, definen en su quehacer cotidiano los avances, la parálisis o el retroceso que se tienen, en función del apego a una estrategia y táctica políticas correctas.

La postura clasista no nos lleva a cometer ingenuidades para interpretar las pugnas que en algún momento dado, se susciten al interior de organizaciones partidarias. Se define a qué intereses de clase se sirve, se ubican las tareas a corto y mediano plazo y cómo llevarlas a cabo, se reconocen a los aliados posibles de generar unidad y se precisan las posibles variables en el propio desarrollo político. No se sustrae a la objetividad en la interpretación y definición de los hechos históricos, porque da la casualidad, de que en ello va intrínsecamente la posición política.

Es necesaria la búsqueda de la conjunción de fuerzas, sobre la base de una estrategia política sustentada en los fundamentos de la 4T, que genere en el movimiento de masas la indispensable conciencia, la obligada organización y la precisa dirección. Alejarse de estos elementales principios, trae consecuencias que son fatales y el momento histórico que puede ser un flujo revolucionario se torna en dolorosas derrotas.

En este sentido, cuando se suele confundir al adversario político y sobre todo subestimar sus capacidades, se ocasiona que se busquen prácticas políticas equivocadas o que se realicen alianzas que no corresponden con las necesidades propias del desarrollo del movimiento progresista. La lucha política, pero interpretada del lado de los convencidos en la 4T, entendida en todo lo que concierne, implica una actitud sujeta a principios y convicciones, a una ética política muy distante de las ingenuidades que la obstaculizan.

Hay, en este momento, ingredientes para el discurso descalificador, para la retórica hecha a la medida de la diatriba y el vituperio, contra la organización partidaria progresista y sus actores en los espacios de la representación popular. Pero ante un evento de esa naturaleza, se requiere la precisión de definir los hechos como expresión de la lucha de clases, y que los gratuitos vociferantes sólo encarnan los intereses de la reacción retrógrada.

No se debe olvidar que también el adversario político labora para conservar sus intereses, en consonancia con una estrategia, con una línea política. A la serie de errores en los actores de la 4T, se agrega la actitud que el adversario político realiza, en función de explotarlos mediáticamente para manipular la opinión pública, lo cual no puede ser motivo para que los revolucionarios se olviden de que contra todo eso, se tiene que luchar denodadamente.

Se obliga a la unidad, pero no al estilo del pragmatismo que no define a los adversarios de clase y a los aliados que le hacen comparsa. Una unidad, sí, pero que sea en la unidad de acción en las diversas facetas de la lucha política, que obliga además, a la imperativa conexión con los movimientos sociales, con el movimiento de masas, con los grupos sociales que se constituyen como las fuerzas motrices de una transformación.

Nada hay, que nos motive a desistir de una lucha justa, por más dificultades que se presenten en los convencidos de la 4T. Sucumbir ante lo que definitivamente es superable, no tiene razón de ser ni es conducta de revolucionarios. Seguiremos aportando el modesto esfuerzo, para fortalecer el movimiento tendiente a crear condiciones existenciales que favorezcan a la inmensa mayoría de mexicanos. Que no haya duda al respecto. Krupskaia, désespérément, j’ai besoin de votre présence.