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Chile no se olvida



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Viernes 13 de Septiembre de 2019 7:11 am


HACE 46 años (1973-2019), el mundo entero volvió los ojos hacia nuestro continente, para dolorosamente observar, una de las tantas masacres que ha vivido la humanidad, a manos de grupos ambiciosos, mezquinos y sedientos de poder: el golpe militar en Chile, y consecuentemente el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende y el fin de la Unidad Popular que lo sostenía.

Como en otros países que buscan hacer cambios de regímenes totalitarios, mediante la vía pacífica electoral, Salvador Allende se erigió como presidente de su país en 1970, año en el que se empezó a fraguar, por parte de las Fuerzas Armadas azuzadas por Augusto Pinochet con el beneplácito de Estados Unidos y su entonces presidente Richard Nixon, el golpe de estado que provocó el suicidio del Presidente y destruyó el palacio de La Moneda, el cual había albergado hasta esa fecha, una treintena de presidentes.

Ni tardo ni perezoso, Augusto Pinochet toma el mando del país asumiéndose como jefe de la junta militar, estableciéndose una verdadera dictadura que duró hasta 1990. Todo el periodo a su mando se marcó por un terrorismo de estado en el que fueron perseguidos, encarcelados y ejecutados los simpatizantes de Salvador Allende y la unidad popular, así como violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos, la libertad de expresión, desaparecieron los partidos políticos y se disolvió el Congreso Nacional.

Es necesario mencionar el papel preponderante que jugó la democracia cristiana en el derrocamiento del gobierno de Allende, realizando grandes alianzas con el ejército y todos los grupos de derecha que participaron urdiendo conjuntamente el golpe de estado.

Desde la visión retrógrada de la ultraderecha, el país estaba en peligro inminente de perder autonomía y libertad, la responsable directa era –según ellos– la Unidad Popular que pretendía sovietizar al país y llevarlo al socialismo, tan altamente peligroso para las oligarquías y los gobiernos totalitarios y que por supuesto, no lo iban a permitir.

El gobierno allendista sugería para América Latina y otros continentes la posibilidad de acceder a un gobierno democrático vía electoral, como una transición al socialismo, que redefiniera el papel del estado como rector de políticas que beneficiaran a las grandes mayorías, paliaran la pobreza y nivelaran las desigualdades sociales muy agudizadas, provocadas por gobiernos anteriores.

Cualquier parecido con nuestro país, no es coincidencia, es el resultado de la presión de fuerzas democráticas que, a lo largo y ancho del mundo entero, piden desesperadamente la instauración en cada país, de un estado de cosas donde la distribución de las riquezas sea equitativa y no caiga sólo en las manos de unos cuantos. Desafortunadamente en Chile, como en otros países, la permanencia de un gobierno plural se ha visto truncada por intereses ajenos a las mayorías necesitadas.

El 11 de septiembre es, para la mayoría de los países que reprobamos la caída de Salvador Allende, una fecha para recordar también, todas las vidas que se fueron en el golpe de estado, así como las posteriores desapariciones que hasta la fecha continúan siendo un misterio. Nada ajeno a lo que estamos viviendo en nuestro país.

Según la agencia de noticias Telesur, el día 11, la tumba de Salvador Allende se colmó de flores, coronas, banderas y todo tipo de homenajes hicieron lo propio; mientras el presidente actual, Sebastián Piñeira, de origen pinochetista, agregaba en su discurso “el término de la Unidad Popular, que había conducido a Chile a una crisis sin precedentes de carácter político, económico y social, y se inició el régimen militar, con todas sus secuelas de graves, reiteradas e inaceptables violaciones a los Derechos Humanos”.

Piñera llamó a la unidad nacional porque “no tenemos derecho a legarles a nuestros hijos los mismos odios y divisiones que tanto daño causaron en el pasado”, y convocó a “desterrar absolutamente la violencia como instrumento de lucha política”. Palabras vanas. Juzgue usted.


*Ex secretaria de Mujeres de Morena Colima