Indicador político
CARLOS RAMÍREZ
Morena espera el destino del PRD
Martes 17 de Septiembre de 2019 8:14 am
EL destino del partido Morena (PM) como movimiento de agrupaciones sociales quedó sellado a
comienzos de septiembre pasado, cuando el Presidente de la República y fundador de esa organización dijo que si Morena traicionaba sus ideales él se iría
del partido. Y días después, la presidenta en funciones y
responsable del partido afi rmó que ella también lo abandonaría con López Obrador.
En los hechos duros de la política, el PM fue fundado
en octubre de 2011 dentro del PRD y luego de que el propio López Obrador afi rmara en febrero que no se iría del
PRD. Después de la derrota en julio 2012 y sus 5.6 puntos
porcentuales debajo del priista Enrique Peña Nieto, en
septiembre de 2012, en plena lucha callejera contra el saldo electoral, López Obrador renunció al PRD para concentrarse en el Movimiento de Regeneración Nacional.
Morena nació sin proyecto ideológico, sólo alrededor
de la figura personal de López Obrador y sobre la elaboración de un discurso político-histórico de deslindamiento del PRI y del PRD. En los hechos, Morena fue sólo el
instrumento electoral para competir con la Presidencia.
Luego de la victoria del 1 de julio de 2018, el PM quedó
en el limbo: López Obrador dejó de necesitarlo, el modelo
lopezobradorista de estructura de poder se centró en la
Presidencia unitaria y los movimientos sociales que confluyeron en el PM se encontraron sin un grupo dirigente
cohesionado.
En este contexto, el destino histórico del PM será el
mismo del PRD: un aparato electoral legal para llevar al
líder al poder y luego ahogar su camino en disputas internas hasta su disolución. El PRD nació de la confluencia
del Frente Democrático Nacional sostenido por el Partido
Comunista Mexicano, el Partido Mexicano de los Trabajadores de Heberto Castillo y la Corriente Democrática
del PRI de Cuauhtémoc Cárdenas. Y desde su nacimiento
consolidó los caudillismos de Cárdenas y López Obrador;
sin una fi gura interna de relevo, el PRD está destinado a
desaparecer.
El PRD y el PM nunca quisieron ser una réplica del
PRI; la historia del PRI exhibe la construcción de un
aparato de poder para el poder. Si el PRI nació en 1929
como PNR obregonista desde el seno del poder, su identifi cación con los caudillos Plutarco Elías Calles y Lázaro
Cárdenas se agotó en 1938; y desde entonces operó como
estructura de poder controlado por una oligarquía presidencial sexenal. El PRI sobrevivió hasta que el Presidente
de la República en turno quiso; y Ernesto Zedillo, en efecto, ya no quiso.
El PRD nació con el virus del caudillismo. A pesar de
la experiencia eliascallista-cardenista, Cuauhtémoc nunca quiso un partido para un proyecto porque el proyecto
era él; y López Obrador dirigió el PRD sólo para encaminar su sendero hasta la Presidencia y también delineó un
proyecto personal, no de partido. En 2012, López Obrador abandonó el PRD y en 2014 Cárdenas renunció al
partido que fundó en 1989.
El presidencialismo unitario y centralista de López
Obrador ya no necesita al PM; el PM viene arrastrando
el mismo problema organizacional del PRI y del PRD: el
ejercicio oligárquico del poder partidista. Ni Cárdenas,
ni Muñoz Ledo, ni López Obrador buscaron construir un
verdadero partido político. Por eso las dos organizaciones, PRD y PM, han derivado en estructuras caóticas de
reparto vulgar del poder y de las posiciones electorales.
Si López Obrador ha decidido no buscar la reelección,
entonces su lucha histórica terminará el 30 de noviembre
de 2024. Podrá –como lo hizo en la sucesión de jefe de
Gobierno en el Distrito Federal en 2006– imponer candidato sucesor, pero no tendrá forma de usar un PM que
en 2024 será peor que el partido de tribus que es el PRD.
Los pleitos en el PM por candidaturas y estructuras partidistas no han interesado a López Obrador, lo que revela
su decisión de abandonar el control directo del partido y
apelará a su liderazgo personal para defi nir candidaturas
legislativas en 2024 que eviten el colapso del partido.
Por lo pronto, el PM no la tiene fácil: del 53 por ciento
de curules hoy, en 2021 bajará sin votación de revocación de mandato, sin López Obrador en la boleta y sin un
partido que sea la caja de compensación de los daños del
gobierno lopezobradorista a seguidores; y el PM podría
quedar en 40-45 por ciento.
El mensaje de que “yo me voy del partido” fue el primer aviso de López Obrador al PM para que se reorganice
en función de acuerdos y no de tribus; pero la presidencia
de Yeidckol Polevnsky no ha hecho más que abonar las
rupturas internas entre liderazgos, grupos, corrientes y
tribus.
El presidente López Obrador podrá infl uir para decidir la próxima presidencia del PM tratando de contener la
guerra civil entre líderes de tribus, pero esa organización
requiere de una construcción interna basada en acuerdos
entre grupos (modelo Elías Calles), entre corporaciones
(Cárdenas) y operado de manera personal desde la presidencia (Alemán).
De ahí el indicio de que el cambio de dirigencia del PM
podría ser el segundo paso hacia su destino perredista,
porque el primero ha sido la decisión de López Obrador
de no cargar al parido ni los problemas con sus militantes.
Política para dummies: La política es el ejercicio
de una estructura de poder, no de destinos particulares.
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@carlosramirezh