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CARLOS MALDONADO VILLAVERDE

19 de septiembre


Jueves 19 de Septiembre de 2019 7:15 am


ASUMO que hoy habrá simulacros y recordaremos los sismos de 1985 y de 2017, pero, a 34 años de la gran catástrofe, seguimos sin estar preparados para el próximo evento, a pesar de vivir en la proximidad de la zona de contacto de la Placa de Norteamérica con las placas de Cocos, de Rivera y la Gran Placa del Pacífico.

Digamos, para abreviar, que estamos en medio de la zona de conflicto, donde las tensiones son generadas por la subducción de la Placa de Rivera y la Placa de Cocos al chocar contra la Placa de Norteamérica. Éstas, que forman parte de la Litósfera, son las “costras” de roca sólida y entre 50 y 100 kilómetros de espesor que flotan sobre la Astenósfera.

El principio fundamental de la tectónica de placas es que la Litósfera está formada por placas tectónicas separadas y distintas, que flotan sobre la Astenósfera, que es un material tipo viscoso o casi fluido. La fluidez relativa de la Astenósfera permite que las placas tectónicas se muevan en diferentes direcciones. En la proximidad de la convergencia de cuatro placas se encuentra Colima, así es que, sin remedio, tenemos que vivir entre sismos de mayor o menor envergadura.

Con cuatro placas en conflicto, la orogénesis (proceso de plegado de la corteza terrestre que da origen a las cordilleras) es muy intensa y, debido a eso, tenemos –además– intensa actividad volcánica en la zona. Recuerda, querido lector, que estoy hablando de tiempos en la escala geológica, no hablo de que mañana tendremos un caos; para ubicarnos, el ciclo supercontinental propuesto por John Tuzo Wilson postula que aproximadamente cada 500 millones de años todas las masas de tierra que forman los continentes se unen de nuevo, formando lo que se llamó Pangea.

Esta idea de un mundo flexible, de continentes plásticos que van a la deriva parece chocar contra nuestra necesidad de permanencia y seguridad, pero, debo decirlo de nueva cuenta, las eras geológicas son enormes y rebasan cualquier escala humana. Sin embargo, nos afectan.

Las placas chocan y se forman enormes macizos montañosos, como los Montes Himalaya, en tanto que la conflagración de placas en subducción forman cordilleras como las Montañas Rocosas y la Sierra Madre Occidental, con todo y el Volcán de Colima.

Estamos en el Complejo Orogénico de Guerrero-Colima, los sismos inevitablemente se presentarán, intensos, constantes, destructivos… Esto se debe a que “En la zona costera de Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, debido a que las placas Cocos y Rivera se mueven hacia el noreste de la República, una parte de estas placas se hunde sobre la región bajo la placa Norteamericana (subducción) y han ocurrido desde tiempos históricos grandes terremotos, pero no es posible saber con exactitud si fueron producidos por el movimiento de la placa Rivera o Cocos”. (Servicio Geológico Mexicano https://sgm.gob.mx).

Hoy, a las 10 de la mañana, cuando efectuemos el simulacro que conmemora los dos grandes sismos que afectaron gravemente a la Ciudad de México, recordemos que Colima ha sido muchas veces vapuleada por los terremotos y que cualquier previsión que podamos hacer será lo mejor para asegurar la integridad propia, de nuestras familias y de nuestras comunidades.

El sismo de 1985 ocurrió a 400 kilómetros de la capital, pero nosotros tenemos los puntos de quiebre posible a mucha menor distancia, vivimos casi sobre las fracturas de la corteza terrestre. El sismo de 2017 fue un sismo intraplaca, lo que quiere decir que ocurrió al interior de la placa, por debajo de los 57 kilómetros de profundidad. De largo plazo, nada ni nadie está seguro.

La aceleración máxima que reciben los edificios en los sismos es medida en unidades [gal] (centímetros sobre segundo al cuadrado) y varía dependiendo de la fuerza que transmiten las ondas sísmicas y la forma en que el suelo las amplifica o las amortigua. El daño dependerá también de la altura del edificio en relación con la frecuencia de tales ondas. Es momento de que la ingeniería mexicana se enfrasque en el problema de cómo mitigar esa aceleración en las estructuras, absorber la energía y proteger la integridad de las personas.


carlos.maldonado.v@hotmail.com