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La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

Ganando amigos para el cielo


Domingo 22 de Septiembre de 2019 7:12 am


JESÚS nos refiere hoy una parábola sencilla y práctica. Nos habla de un administrador infiel que malgastaba los dineros de su amo. Fue denunciado y estaba próximo a ser despedido. Entonces, llamó a todos los deudores de su amo y les mandó alterar sus recibos de adeudo, disminuyendo las cantidades que debían a su amo. De esta manera aseguraría tener varios amigos que lo ayudarían en los días malos.

Ciertamente, Jesús no aprueba la deshonestidad del mayordomo, sino que alaba su astucia. La lección está en lo que entonces afirmó Jesús: “Y yo les digo: Con el dinero tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo”.

Ese es el valor auténtico del dinero: es para ganarnos el cielo, compartiendo y haciendo el bien al prójimo. Pero tal vez, por lo contrario, nos apegamos tanto al dinero que llegamos a idolatrarlo por encima de todas las cosas. Por el dinero desbancamos a Dios, nos endiosamos a nosotros mismos y esclavizamos a los demás.

San Juan Pablo II, nos advertía que “nuestro mundo empieza esta milenio cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico, que favorece a pocos afortunados, dándoles grandes oportunidades, dejando a millones y millones de personas, no sólo al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana”.

¿Cómo es posible que en nuestro tiempo haya todavía quien se muere de hambre, quien está condenado al analfabetismo, quien carece de la asistencia medica más elemental, quien no tiene techo donde cobijarse?

Muchas son las urgencias ante las cuales el espíritu cristiano no puede permanecer insensible. La caridad es amor, solidaridad, entrega; debe convertirse en servicio a la cultura, a la política, a la economía, a la familia, para que en todas partes se respeten los principios fundamentales de los que depende el destino del ser humano y el futuro de la civilización”.

El Evangelio de hoy, más que dirigirse a nuestra inteligencia o capacidad económica, se dirige a nuestros corazones para que nos preguntemos en conciencia, que estamos haciendo para compartir lo poco o lo mucho que tengamos con los pobres y necesitados. Y lo debemos hacer movidos por el amor a Dios y al prójimo.

Y también nos dice hoy Jesús, que ayudando ahora a los pobres, nos ganaremos muy buenos amigos que en el último día intercederán por nosotros ante Dios para que nos permita estar con ellos en el Reino de los cielos.

Amigo(a): Pidamos a Jesús en la Eucaristía que sepamos emplear nuestra inteligencia y nuestras capacidades, por pequeñas que sean, en orden a nuestra salvación y al servicio espiritual y material de nuestro prójimo.