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HÉCTOR SÁNCHEZ DE LA MADRID

Apretar el paso y endurecer el mando


Miércoles 09 de Octubre de 2019 7:11 am


Amenos de 2 años de terminar su agitado mandato constitucional, que en dos ocasiones le refrendó la mayoría de colimenses, el gobernador José Ignacio Peralta Sánchez debería de prepararse para los próximos 23 meses y 20 días, primero, registrando el panorama general, y segundo, reconociendo el entorno cercano, para entonces orientar el rumbo hacia el final de su periodo.

Es obvio que el terreno político en la entidad se ha reducido para su partido, el Revolucionario Institucional, por situaciones externas, ajenas a su arbitrio, como también por la toma de decisiones equivocadas o por la falta de las mismas en el momento oportuno, lo que ha desembocado en una apatía y una desorganización que han desdibujado al tricolor.

Algo similar ha empezado a suceder al interior de su administración, de igual forma por el tiempo que se tarda para determinar una acción o un movimiento administrativo, financiero o político, provocando desánimo entre algunos de sus colaboradores que comienzan a desesperarse y a prepararse para abandonar el barco a varios meses antes de que concluya el periodo fijado.

Por si fuera poco, el cambio de régimen con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, en el que se han suprimido las reglas anteriores y aún no se establecen las nuevas, ha venido a agudizar el estado complicado que se percibe en el gobierno estatal, afectado por el incumplimiento del Gobierno Federal, de ministrar los recursos y partidas que por ley le corresponden.

Nada fácil se observa el trabajo del Gobernador del Estado por los factores expuestos, si además agregamos que está por terminar una época en la que los personajes que han dominado el ámbito público en la entidad las últimas décadas, concluirán su activismo durante su sexenio y serán reemplazados por las nuevas figuras que han surgido en los años recientes cuando acaben de madurar.

La coyuntura que estamos atravesando es un parteaguas y le tocó a Nacho Peralta manejarlo hacia un Colima distinto, no sabemos si será mejor o peor, renovador o conservador, pero sí diferente al que tenemos. Nadie más que él tiene la facultad y la responsabilidad de guiar a la entidad a la meta que decida y se proponga. El mérito o menoscabo que coseche dependerá de lo que haga o no.

Bastantes escollos tuvo que librar para ganar la gubernatura en las dos ocasiones que contendió, al igual que en su inicio enfrentó la adversidad política por la división partidaria en los municipios y el Congreso del Estado, situación que se agravó aún más en la última mitad de su periodo, además de la pérdida de la Presidencia de la República para su abanderamiento.

Considero que la labor de Peralta Sánchez, en lo que va de su mandato, lo ubica como el Gobernador que rescató la identidad histórica de los colimenses, asegurando las raíces de nuestros ancestros en La Campana y el terreno de la ex 20ª Zona Militar (del que debe decidir su destino), definiendo el Escudo de Armas oficial y formalizando el Himno a Colima, remozando el Palacio de Gobierno, que estuvo a punto del colapso, hasta el reordenamiento jurídico de la Constitución Política local.

Hay quienes le reclaman que no ha construido obras de relumbrón, lo cual es cierto, pero qué bueno que no las haya hecho y ojalá y no las haga, pues el país está lleno de construcciones faraónicas que nunca sirvieron y se convirtieron en elefantes blancos. Es correcto que primero se dedicara a recuperar las bases que estaban a punto de perderse irremediablemente, era la tarea urgente que no podía soslayar.

La obra principal de su administración será el C5i, que servirá de coadyuvante para alcanzar algún día la seguridad que gozamos los colimenses a principios del siglo, durante el gobierno de Fernando Moreno Peña, y después se extravió hasta hoy en día. No se solucionará de golpe y porrazo el flagelo de la inseguridad, pero sí se crearán las condiciones para irla disminuyendo considerablemente.

En el corto lapso que le queda para terminar, Nacho Peralta debe apretar el paso, aprovechar el oxígeno que aún tiene para redondear su legado, pero sobre todo, endurecer el mando, dejar las contemplaciones que ha tenido con tantas y tantos ex funcionarios de su gobierno y legisladores de su partido que lo han traicionado y atacado una y otra vez sin que les dé una respuesta y les regrese los golpes.