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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Presionan


Miércoles 09 de Octubre de 2019 7:12 am


A través de su génesis, la razón de ser de las organizaciones sindicales ha sido fundamentalmente esa particularidad que les dio origen: defender a los trabajadores en tanto se vean lastimados sus derechos laborales. Es decir, el sindicato se desarrolló conforme a la necesidad histórica de los trabajadores, por tener una instancia organizativa encargada de luchar por sus derechos.

Ello no quiere decir que con el paso del tiempo las organizaciones laborales trastocaran la razón de ser de su surgimiento y se tornasen en eficientes instrumentos de control al servicio de las burguesías nacionales. Dirigentes venales y corruptos, complementados con trabajadores de una débil formación ideológica, constituyeron los ingredientes adecuados para que muchas organizaciones sindicales se “charrificaran”.

En esa tesitura, los sindicatos que dieron un paso así, además de aparatos de control se convirtieron en simples comparsas de los regímenes políticos burgueses, con las consecuencias inherentes que trae consigo una práctica sindical de sometimiento, porque da la casualidad que la lucha de los trabajadores por mejorar sus condiciones de vida, es una lucha permanente que la mayoría de las veces rebasa los estrechos límites que tiene el charrismo sindical.

Se constituyó así, lo que se ha dado en llamar el sindicalismo corporativo, oficialista, expresado en centrales obreras prestas siempre a la dádiva, a la componenda cupular en detrimento de los intereses de los trabajadores. La presencia de una dirigencia postrada a los intereses de los adversarios de los trabajadores, sometida a los intereses patronales, no es elemento causal para olvidar que el sindicato sigue siendo una institución social clasista, con lo que se motiva a la lucha por la democracia sindical.

Con la llegada de los tecnócratas a la administración federal desde 1982, se intensificaron las desventuras para los trabajadores, cuyas condiciones de vida fueron mermando como consecuencia de las acciones gubernamentales, tendentes a favorecer la centralización de la riqueza. Fueron 36 años de neoliberalismo, a través de los cuales, la inmensa mayoría de mexicanos, trabajadores y sectores sociales marginados, han enfrentado políticas de estado que privilegian al capital y castigan al trabajo.

Y como en la óptica de los tecnócratas, las organizaciones sindicales son un obstáculo para el libre ejercicio de las fuerzas del mercado, el embate contra ellas ha sido sistemático con el preciso objetivo de debilitarlas, desmembrarlas y desaparecerlas, como se ha mostrado en reducirlas a meras instancias administrativas de nómina. El sindicalismo corporativo, ha sido reducido a situaciones muy desventajosas, diferentes a las que estaba acostumbrado en la recepción de prebendas y canonjías.

A pesar de todas las vejaciones de parte de los gobiernos tecnócratas hacia los sindicatos y sus agremiados, el sindicalismo corporativo, oficialista, permaneció en su característica “fidelidad” traducida en continuar siendo comparsa del régimen tecnócrata de turno. A tono con esa “disciplina”, las dirigencias charras de las centrales gremiales oficialistas, jamás osaron levantar la mínima voz de inconformidad ante las agresiones diversas de los gobiernos neoliberales.

Ahora, organizaciones gremiales que aglutinan no a trabajadores del volante, sino a quienes se les ha otorgado un derecho de sitio, integrados en el tradicional sindicalismo corporativo, presionan al nuevo gobierno popular para que tome medidas respecto a las empresas privadas que brindan servicio de transporte como taxis.

El evento nacional suscitado antier, da cuenta del pequeño olvido de las dirigencias charras aludidas, porque desde ya hace unos añitos, el servicio reclamado se ha hecho sin que se haya mostrado inconformidad de su parte. En realidad, sólo son parte de la escalada reaccionaria hacia la 4T.