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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Conjuntar


Miércoles 16 de Octubre de 2019 7:15 am


PARA las fuerzas progresistas, no son tiempos de ingenuidad para imaginar escenarios imposibles que distan demasiado del contexto general de la lucha de clases y nos apartan de convertirnos en un bastión elemental de apoyo para el desarrollo de la 4T. El avance de ésta no ha sido sencillo, como se ha mostrado a través de la permanente escalada de la reacción, pero la lucha política implica acciones y responsabilidades, formación ideológica y congruencia con las convicciones.

Deben centrarse los esfuerzos en cimentar un trabajo político sobre la base de tener confianza en la capacidad de nuestras propias fuerzas. Hay necesidad de unir las fuerzas progresistas, mediante el trabajo político que se refleje en las tareas concretas, inmediatas, para proyectar a la ciudadanía que Morena es la instancia partidaria que garantiza con su acción política, la alternativa requerida para estos tiempos tanto en el país, como en nuestra entidad federativa.

Unir fuerzas no significa la unidad por la unidad con quien sea y como sea, sino velando por la afinidad de ejercer las libertades democráticas desde la óptica de las fuerzas progresistas. Que no se confunda la unidad en su apreciación revisionista burguesa, consistente en conformar la acción política con base en el oportunismo y pragmatismo.

La unidad de las fuerzas progresistas tiene sus obstáculos, cuando los oportunistas se descubren por sí mismos que no están convencidos de los avatares de la lucha democrática. Los “demócratas” de ocasión, son los que aportan su granito de arena para limitar el desarrollo de las fuerzas progresistas y de la organización partidaria en particular. Laceran y debilitan al movimiento, pues con afán protagónico, se exhiben ante los medios de comunicación sin un propósito programático determinado, que responda a una estrategia diseñada para el momento político de la etapa que se vive.

Es necesario trazar acciones para conjuntar fuerzas, sí, pero que sean las fuerzas que son motrices para el movimiento progresista transformador de la sociedad como lo son los campesinos, los jornaleros agrícolas, obreros, los maestros, los estudiantes, los pequeños empresarios, los vendedores ambulantes, los sectores marginados, etcétera, pues de lo contrario, la unidad, sin la consecuente definición clasista se convierte en elemento de dispersión y debilitamiento de las fuerzas progresistas.

La lucha revolucionaria es una cosa seria, y por lo menos, concedámosle algo de los escrúpulos, del sentido de los detalles, de las complejidades y los matices de la realidad, que ayudan en su lenta ascensión a quienes se esfuerzan cada cual en su lugar, en subir la interminable pendiente que entraña la 4T. Comprender que las formas de lucha y el papel que desempeña cada quien en su ámbito, obliga a confluir hacia el objetivo común.

Se insiste en la polémica estéril en los espacios equivocados, muy lejos de las verdaderas acciones que sí concientizan, organizan y dirigen a la ciudadanía hacia prácticas políticas transformadoras. Prender en la ciudadanía, en los movimientos sociales, en las organizaciones progresistas, en las individualidades combativas y seguir conjuntando fuerzas con los grupos sociales que se constituyen en el respaldo de la 4T, es la urgente tarea.

Unidad, pero sobre todo, en una ética política que se constituya como una norma de conducta reconocida por toda la gente, sin distingos de ninguna índole. Ética política, traducida en la sujeción a los principios de la 4T.

Hay representaciones políticas del movimiento que se han alejado de los principios democráticos, sin congruencia entre el decir y el hacer, han colocado el interés individual por sobre lo prioritario que es coadyuvar a la 4T y se constituyen en aliados del adversario político. Y mientras se escenifica la confrontación interna, ese pernicioso adversario político esboza una amplia sonrisa…