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Despacho Político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

De borrachos a cantineros


Viernes 18 de Octubre de 2019 7:08 am


Violentas, cruentas, las tres más recientes tormentas de fuego demuestran que la estrategia federal para combatir al crimen organizado está equivocada. Aguililla, Michoacán, con 14 policías acribillados por delincuentes en una emboscada, el martes; Tepochica, Guerrero, 14 bandidos y un soldado muertos en un enfrentamiento, el miércoles; y, ayer, la guerra en Culiacán, Sinaloa, en un prolongado enfrentamiento entre fuerzas federales contra una panda de sicarios del cártel de Sinaloa que pretendían liberar a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín, el Chapo Guzmán Loera.

Tres sucesivos días de agresiones a las fuerzas armadas del Estado, la liberación, ayer mismo, en Culiacán de 20 presos para que se unieran a la batalla.

Luego vino la confusión. El secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo, flanqueado por los secretarios de Defensa y Marina, confirmó que Ovidio Guzmán estaba detenido y luego informó que el operativo se suspendió para tranquilizar Culiacán.

Horas más tarde, trascendió que el hijo de El Chapo fue liberado para apaciguar a la ciudad emblemática del cártel de Sinaloa. En los videos que ayer circularon profusamente en las redes, hay uno en que un presunto narco amenaza a un militar con asesinar a sus familiares si retenía a Ovidio.

Cuando se trató de confirmar si el joven delincuente estaba detenido o fue liberado, los mariachis, digo, los funcionarios callaron. Antes, el presidente Andrés Manuel López Obrador, tan profuso en sus conferencias matutinas, se negó a declarar sobre los hechos, cuando los reporteros lo abordaron en la sala de un aeropuerto.

Si es verdad que liberaron al detenido, con el pretexto de pacificar Culiacán, estamos ante la corroboración de que la estrategia federal es un error redondo, una falla por donde quiera que se le vea. Las acciones fueron protagonizadas por sicarios y elementos de la Guardia Nacional y el Ejército. Los hampones doblegaron no a la tropa, sino al Estado mexicano.

Estamos, de ser verdad que Ovidio Guzmán se encuentra libre, ante un Estado fallido, la pertinaz acusación que muchos políticos de oposición, ahora en el gobierno, lanzaron mil veces contra a los gobiernos panista y priista, a los que responsabilizaban del fracaso de la guerra declarada unilateralmente por Felipe Calderón y continuada por Enrique Peña Nieto.

[En este punto, en este momento en que escribo, se confirma que el hijo de El Chapo fue liberado por orden -según el trascendido- del presidente Andrés Manuel López Obrador, con el argumento de pacificar Culiacán y proteger vidas.]

En videos y audios que circularon anoche, el narco exige al Ejército liberar a Ovidio Guzmán o -amenaza- los familiares de los soldados pagarán las consecuencias. Ganaron los narcos, aterrorizaron Culiacán y, sobre todo, al gobierno, que ordenó a la Defensa Nacional a soltar al detenido.

Hasta Julio Iglesias, el cantante español que estuvo en la boda de la hija de Juan Collado, sabe que no se debe tropezar dos veces con la misma piedra. Lo sabe también medio mundo. Quien lo ignora, es la Guardia Nacional. Anoche mismo, la corporación anunció, con autorización de Alfonso Durazo, claro, que se alistaba para incursionar en Sinaloa y Sonora para encontrar y detener, de nuevo, al hijo de El Chapo.

No fue lejos por la respuesta. En un audio, un narco advierte que si entran a “su” territorio, esos estados van “a arder” y los militares y sus familias sufrirán las consecuencias.

El anuncio de Durazo tuvo, probablemente, la intención de disminuir el daño político y sobre todo estratégico, de soltar a Ovidio Guzmán. ¡Cuánta ineptitud! ¡Con qué facilidad doblegan los delincuentes al Estado mexicano, a su gobierno! Hoy, los bandidos tienen la seguridad de que sus procedimientos de sabotaje y terror son útiles a la hora de “negociar” con las autoridades federales.

Habrá qué imaginar cómo les ha caído a los mandos del Ejército, al general secretario mismo, la inapelable orden de soltar a Ovidio Guzmán. Una clara humillación a las Fuerzas Armadas, un bajón severo a la moral castrense.

Lo que no es necesario imaginar, porque ya se vio, es la ineptitud de esta segunda edición, aumentada pero no corregida, del “Estado fallido”. A muchos, esa frase que ellos mismos difundieron les recordará un refrán que, esta vez, ilustra mucho: No es lo mismo ser borracho que cantinero.


MAR DE FONDO


** “Pintada, no vacía:/ pintada está mi casa/ del color de las grandes/ pasiones y desgracias./ Regresará del llanto/ adonde fue llevada/ con su desierta mesa,/ con su ruinosa cama./ Florecerán los besos/ sobre las almohadas./ y en torno de los cuerpos/

elevará la sábana/ su intensa enredadera/ nocturna, perfumada./ El odio se amortigua/

detrás de la ventana./ Será la garra suave./ Dejadme la esperanza”. (Miguel Hernández, español, 1910-1942. Canción última.)