Cargando



Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Si sólo lo pudiera imaginar


Domingo 10 de Noviembre de 2019 7:13 am


ANOCHE vi una película que removió profundamente mis emociones, realmente espero la hayan visto ya o que pronto la puedan ver, yo la vi en la plataforma de YouTube, vale la pena, se llama Si sólo pudiera imaginar (I can only imagine), dirigida por Andrew Erwin y con una buena actuación de Dennis Quaid.

Trata de la historia de vida del compositor y cantante Bart Millard, quien logró sanar su dolor emocional y para entonces componer la canción del mismo nombre que la película en cuestión. Su sentir grabado en la letra y su música ha impactado mundialmente a muchas personas que creyentes o no, se conmueven hasta los tuétanos con ella. Aquí lo importante, además de la canción, es el conocer desde dónde el dolor una vez sanado puede crear una fuente de compasión importante.

Bart Millar, nuestro papel protagónico, fue un niño con una infancia por demás difícil, su padre un jugador de futbol americano frustrado, tenía altos grados de enojo y violencia que lo llevaron a maltratar a su familia, sus golpes y palabras hirientes se enclavaron en el alma de su pequeño hijo, quien usaba su imaginación y la música para poder sobrevivir a tanto dolor. Un día su madre lo llevó a un campamento religioso, ahí encontró un espacio de alegría, pertenencia, diversión y supo que Dios le amaba, pudo darse cuenta de que a veces el dolor enseña algo y que la vida, aunque dura, no conlleva maldad.

Al regresar a casa con una ilusión renovada y una cinta de música cristiana que le marcaría su pasión, se encontró con la noticia que su mamá se había ido, que sólo quedaba su padre en casa y que ahora, aún más enojado, sólo estaba él, por eso y para subsistir él intentó en todo darle gusto a su padre, dejando sus sueños y adoptando los de papá. Creció intentando ser el mejor jugador de futbol americano más nada le era suficiente para poder merecer una palabra de aliento, un abrazo o una aceptación, lamentablemente el enojo era para papá más importante que él.

Un día, queriendo dar ese extra que su padre le presionaba para dar se fracturó ambos pies, quedó totalmente incapacitado para el deporte y se tuvo que reinventar; él contaba con el apoyo de dos amigos de la iglesia a la que iba sólo cada domingo, con la música para superar ese trance y gracias a ello no se distrajo en vicios o fallos como los que generalmente una desolada y violenta infancia suele provocar. Pasaron los años y un mal día abandonó su casa, a su padre y a todos para buscar suerte, se fue llevando con él su resentimiento, dolor, callado y envenenado enojo de sabor a hiel.

De todo intentó para triunfar en la música, se esforzó y por alguna razón cuando se acercaba a lograrlo, algo sucedía y todo se caía; un día un hombre mayor y amigo le dijo: “Ve y sana en casa tu dolor”. Regresó, entonces, después de 2 años a enfrentar y a reclamar, pero la vida le dio otra oportunidad, supo que papá había sanado su enojo, su dolor, su frustración, que quería darle amor; mucho le costó a Bart aceptar dejar atrás el pasado, creo que Dios le ayudó; sanó y se expresó desde su verdad, soltó su máscara y triunfo.

Innovemos algo ¡Ya!, imaginemos que sí se puede sanar, que sí hay una oportunidad, otra y otra más, que la vida no ofende sólo sucede, y que quien nos lanza ofensas grita desde su dolor y su desamor, que sólo tú y yo tenemos la capacidad y el poder de elegir si la ofensa quema o se aleja. Si hay dolor, si estás tratando de vestir en camuflaje esa herida de infancia, ese abandono, esa soledad, ese miedo, por favor, pide ayuda y aprende lo que es vivir sabiendo que mereces ser feliz. Si sólo te pudieras imaginar lo que es ser en todo dichoso, sé que harás algo ya para poder sanar y encontrarte con aquel que más te puede amar. ¿Te imaginas?


*Terapeuta psicoemocional


innovemosalgoya@gmail.com