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Sentido común



PATRICIA SÁNCHEZ ESPINOSA

Doña Griselda, su visión de género*


Lunes 11 de Noviembre de 2019 7:08 am


SER mujer no te vuelve feminista. Aunque mucha gente piensa que el feminismo es llevar al extremo una idea tóxica de ser mujer, así como el machismo es una forma tóxica de la masculinidad, esto no es más que una evidencia de lo mucho que todavía ignora sobre el tema. Ser mujer no te vuelve feminista, pero cuestionar los privilegios que obtiene uno u otro sexo sólo por el hecho de serlo, puede abrirnos las puertas al feminismo.

El mundo de la política, antiguamente reservado a los hombres, solía ser uno de esos terrenos, en donde las mujeres eran unas extrañas, tratadas de manera distinta sólo por ser mujeres.

Griselda Álvarez fue una de estas mujeres, que reconoció que para ella había sido difícil ser mujer. En una entrevista realizada por el fallecido periodista Alfredo Montaño, cuenta que su padre la llevaba a ver a los colgados en la época de la Cristiada, cuando aún era una niña, supuestamente para templarle el carácter, lo cual, pensaba, quizás ayudó, ya que no creía haber sido una gobernante débil.

A pesar de todo, la Maestra Griselda no se consideraba a sí misma como feminista –al menos no en público–, pero con personas de su confianza solía decir que el feminismo era “la tercera gran revolución”, quizás entendía que en aquellos tiempos, la palabra “feminismo” era todavía una mala palabra, que podía obstaculizar lo que en los hechos realizaba. Era evidente que no era una neófita en el tema –en la Ciudad de México tenía su biblioteca repleta de libros sobre la situación de las mujeres en sus diferentes contextos–, la Maestra simplemente valoraba sus acciones con responsabilidad, para que el uso caprichoso de una palabra amenazante, no le quitara la oportunidad de dejar su legado.

Con todo ello, era evidente que veía las desigualdades y vulnerabilidades que su sexo implicaba. Desde su campaña aseguró que en su gobierno inaugurarían un “tiempo nuevo, de plena igualdad con los hombres, sin reclamar privilegios que no requerimos, ni aceptar desventajas que no merecemos”.

Ya en el poder, una de sus primeras acciones fue la de poner una “a” al final del título de “Gobernador” en su puerta. Doña Griselda no pretendía masculinizarse para poder pertenecer a un terreno eminentemente masculino, sino entrar en él con la visión distinta que le daba su género. Por ello, no ignoró a las mujeres. En su gobierno emprendió acciones que obraban en su beneficio, como la guardería itinerante que organizó para que las mujeres pudieran asistir a los conciertos; la creación de los primeros Centros de Atención a las Mujeres; rehabilitó a las trabajadoras sexuales convirtiéndolas en policías; e impulsó a otras mujeres para ostentar cargos en la toma de decisiones, tanto para su Gabinete, como para presidir otros Poderes. Tal es el caso de Yolanda Delgado Olivera para el Poder Legislativo, y de Margarita Torres Huerta para el Judicial. Ha sido el único momento en la historia de Colima, en que los tres Poderes que conforman al Estado han estado en manos de mujeres.

También durante su sexenio se tipificó la violación sexual como delito grave y sin derecho a fianza en el Código Penal. Hubo un intento de despenalizar el aborto, lo cual no se concretó al desatarse una polémica que terminó sepultando la iniciativa.

No obstante, era una mujer de su época, no porque compartiera el pensamiento machista de aquél entonces, sino porque sabía que éste era abundante y eso la afectaba directamente. Doña Griselda tenía sobre su espalda el haber roto un paradigma importante, demostrar que las mujeres podíamos gobernar, por lo que se empeñó en convertirse en una gran Gobernadora, lo cual logró. Sabía que no sería ella juzgada sólo como persona, sino como género y que su gobierno marcaría el destino de las mujeres en la política mexicana, no únicamente la colimense. Por ello, necesitaba crear una imagen impoluta, por lo que no solamente fue impecable en su trabajo, sino en su vida personal.

La Maestra decidió acompañarse de su soledad en Casa de Gobierno. Teniendo a su familia en la Ciudad de México, se negó a aceptar compañía en su casa, ya fuera masculina o femenina, para evitar que surgieran cualquier tipo de rumores sobre su persona.

Fue hermética respecto a su vida personal, dejándole saber a la gente sólo lo que ella decidía compartir, sobre todo en lo que se refería a sus sentimientos. Es conocida la historia de su hermana Imelda, por palabras de la propia Doña Griselda en su libro Cuesta Arriba. Su hermana se encontraba muy enferma, por lo que le suplicaba que la fuera a visitar, pues tenía muchas cosas que decirle y muy poco tiempo. Sin embargo, se encontraba en campaña y le respondió: “Me tocó por destino ser la primera y la atención del partido está fija en mí. De lo que haga o decida yo, depende el camino de otras mujeres que hoy no conozco, pero que tendrán oportunidad”. Prometió visitarla al terminar su campaña, pero no alcanzó. Imelda falleció justo la mañana del día de su cierre.

Tampoco la pudo llorar en ese momento, al menos no en público; tampoco cuando murió su nieto en la Ciudad de México y ella se encontraba en Colima. La gente esperaba que ella se derrumbara en cualquier momento por ser mujer, por lo que ella sabía que no podía darse ese lujo. Fue una mujer adelantada a su tiempo y ella lo sabía, por lo que se endurecía, más no se masculinizaba, pues entendía que el poder dominante de ese momento lo ostentaban los hombres, que creían en la masculinidad hegemónica, aquella que se construye en oposición a las mujeres y desprecia todo lo femenino. Por tanto, esperaban que una mujer actuara como tal y se derrumbara, se dejara poseer por sus sentimientos y probara que las mujeres no pueden ocupar cargos de poder. Doña Griselda lo sabía y no les dio ese gusto.

La misma Gobernadora describe su visión de género en su Soneto a la mujer dedicado a la Federación Mexicana de Universitarias (Femu):


Nacer mujer es un inmenso reto,

circunstancia toral, dura la vida,

la hembra viene en pecado concebida

y el hombre nace lleno de respeto.

Buscas no ser objeto, ser sujeto

con ovárica fuerza sostenida,

para luchar con alma dividida

porque no en todo lograrás boleto.

Te dan sencillo mas te exigen doble,

sangras ante la ley cada conquista,

en la maternidad, sustancia noble,

gigante siempre aunque el dolor embista,

por fuerza suave adentro roble,

pero te hacen, a golpes, ¡feminista!


*Ponencia presentada en el panel La mujer en el poder “Griselda Álvarez, 4 décadas hacia el empoderamiento”, organizado por el Organismo Nacional de Mujeres Priistas de Colima en coordinación con la Universidad de Colima a través del Centro Universitario de Estudios de Género.