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Las barbas del vecino



RAYMUNDO GONZÁLEZ SALDAÑA


Martes 12 de Noviembre de 2019 7:06 am


DICE un adagio milenario que “cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar”, aunque con el paso del tiempo se ha deformado este refrán y algunos dicen que lo correcto es: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder”. Pero usando un poquito el sentido común, ¿usted en verdad cree que a alguien se le van a encender las barbas? En todo caso, amigo lector, daríamos por bueno si este viejo consejo hiciera alusión a que cuando veas las “barbas” de tu vecino afeitar (entonces sí) pon las tuyas a remojar. Con este refrán se hace alusión a que cuando veas una calamidad cercana, empieza a tomar tus precauciones.

Esto viene a colación, amigo lector, porque una vez más el presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo diplomático quedó muy mal parado al precipitarse y enviar una postura oficialista, en la cual le daban todo el respaldo al que todavía era presidente de Bolivia, Evo Morales. La pleitesía innecesaria ocurrió cuando este último había realizado un descarado mega fraude electoral, para evitar a toda costa una segunda vuelta electoral, en las recientes elecciones presidenciales de aquel país sudamericano.

El pueblo de Bolivia, cansado de los excesos y la intención de Morales de perpetuarse en el poder, se manifestó de manera masiva y contundente. En una marcha sin precedentes en aquel país hermano, más de 2 millones de bolivianos le dijeron enérgicamente: “¡Ya basta!”, al dictador. Evo Morales, se resistía al hastío popular, pero cuando la policía se negó a obedecer sus órdenes y el ejército unido le recomendó que renunciara a la Presidencia al ex líder de los productores de la planta de coca, éste tomó la decisión más sensata y renunció el pasado domingo a seguir dirigiendo a su país.

Las decisiones erróneas de nuestro Presidente, así como su necedad y obstinación por mantenerlas pese a todas las críticas, están restándole muchos adeptos al Mandatario mexicano. La falta de mano dura y decisión firme contra la delincuencia organizada, así como la total falta de respaldo a las Fuerzas Armadas, que con impotencia y gran disciplina soportan los agravios presidenciales, están sembrando en un campo fértil el desánimo institucional.

Pudimos verlo recientemente en la gira presidencial realizada por el sureste mexicano. Mientras el Presidente recibe en corto las inconformidades tanto de los defensores del medio ambiente, de los jefes indígenas y hasta de empresarios de aquella región, él hábilmente manipula a la gente en sus eventos masivos y los incita a que públicamente le den su apoyo para llevar a cabo una de sus grandes ocurrencias del sexenio, como lo es el Tren Maya. Sin embargo, de manera clandestina, de manera simultánea, grupos de indígenas muy bien organizados, se reúnen para declararse listos para emprender acciones de rebeldía contra ese proyecto presidencial.

Es muy obvio que al Presidente le gusta incitar, provocar y ofender al pueblo, a ese mismo que dice proteger y defender, pues aunque así lo grite en todos sus encuentros: “¡Primero los pobres!”, en los hechos no hay congruencia, porque precisamente estos son los más perjudicados con sus políticas populistas.

Esperemos por el bien del país que nuestro Presidente cambie esa actitud de confrontación, porque nada gana con seguir manteniendo una guerra estéril contra todos los que no están de acuerdo con su forma de gobernar. Ofender a la prensa libre, mandar a jalonear a los Alcaldes de oposición que van a pedirle más recursos para sus municipios, denostar a los legisladores de oposición y llamar traidores a sus aliados que intentan repartir recursos de manera directa a sus distritos, contradecir públicamente a sus subalternos, creyéndose dueño absoluto de la verdad y no apoyar y hasta exponer a los leales militares, no es el camino correcto y enciende la llama de una gran inconformidad. Las barbas de un vecino no muy lejano ya ardieron, por lo que es pertinente empezar a remojar las nuestras.


*Ex dirigente y actual consejero estatal del PAN