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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Bolivia


Miércoles 13 de Noviembre de 2019 8:05 am


DURANTE toda su trayectoria histórica, Estados Unidos se ha significado por las arteras invasiones que hace sobre países, cuyas condiciones políticas les son propicias para lograr conseguir sus colonialistas propósitos. Siempre lo han hecho con base en la violencia, en denigrar y despreciar el derecho internacional, muy a pesar de que dicho imperio, contradictoriamente, pretende justificar que sus acciones se fundamentan en la legalidad, en la libertad y en la democracia. Así se formaron como Nación y así se desarrollaron como imperio.

Para ellos, interpretar la legalidad va en el sentido que siguen sus caprichos monetarios, particularmente, esos perversos intereses de los monopolios. Su sentido de la libertad está acorde con la voluntad de los dueños del capital, encaminados única y exclusivamente a satisfacer sus requerimientos de ganancia, de ahí que tengan la “libertad” de inmiscuirse en todo lo que ello se oponga. En cuanto a su óptica de la democracia, la voluntad de los pueblos no es un elemento que les importe, en función de que cualquier gobierno de otro país, necesariamente debe tener como característica esencial el ser dócil y doméstico a sus intereses.

Con sus guerras de rapiña, asesinan en nombre de la justicia, invaden países en nombre de la libertad, imponen gobiernos sumisos en nombre de la democracia, se adjudican espacios a través de la violencia para extender su área de influencia y manipulan instituciones internacionales para justificar sus bombardeos y sus fechorías.

Promover conflictos a través de servicios de inteligencia para preparar condiciones e intervenir. Desarrollar guerras limitadas lejos del territorio propio, para no tener destrucción alguna. Presionar a países vecinos y crear conflictos entre ellos, para dividir posibles fuerzas unitarias, mayormente, si son ricos en materias primas. Impulsar un golpe de Estado para derrocar a un gobernante que no es afín al imperio y colocar en su lugar a un gobierno monigote, empresarial y derechista, para imponer condiciones que les favorezcan, es el método.

Pecaríamos de un extraordinario candor, si entendemos como propias las acciones realizadas por los militares golpistas y la casta empresarial boliviana. La historia de los golpes de Estado hacia los regímenes democráticos en América Latina, ha enseñado que para su desarrollo se requiere contar con la promoción y “anuencia” de la casta imperialista por excelencia, ubicada al norte de nuestra frontera. Dichos agravios a la democracia siempre han sido impulsados desde las instituciones burguesas al servicio de la oligarquía financiera guerrerista gringa.

En México, no faltaron de inmediato las voces ovejunas que hicieron coro a los lineamientos del imperialismo gringo, junto con sus instrumentos de intervención de la burguesía boliviana conjuntados en empresarios y militares.

Acudiendo a los antecedentes de nuestro historia política reciente, los 36 años de tecnocracia neoliberal significaron la presencia de gobiernos dóciles, domésticos, sometidos a los designios imperiales de Washington, expresión política a su vez de la oligarquía financiera. El saldo de políticas neoliberales implementadas por los tecnócratas ha dado como resultado la grave situación en que nos encontramos, en la que la palabra desastre se escucha tenue.

Fieles a sus orígenes históricos, el poder económico empresarial, banqueros, burguesía criolla enriquecida al amparo del poder, apologistas y peones de la intelectualidad sujeta a nómina, hacen coro triunfalista de los sucesos golpistas que entrañan la presencia del fascismo. Muestran, que no debe ser extraño, su naturaleza de clase, reaccionarios, retrógradas enemigos de las causas populares y de mejorar las condiciones de vida de las mayorías. Que no haya duda, respecto a lo suscitado en Bolivia, porque tiene su condición clasista y se repite la enseñanza.