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Indicador político



CARLOS RAMÍREZ

UNAM: burla de Graue


Viernes 15 de Noviembre de 2019 7:06 am


LA reelección del rector Enrique Graue Wiechers ha comenzado a desestabilizar a la UNAM, ha causado molestias en los dos candidatos registrados por la decisión de la Junta de Gobierno asumida en Palacio Nacional. El proceso de designación del Rector fue una farsa que lastimó a dos áreas importantes de la Universidad: la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y el Instituto de Investigaciones Jurídicas.

La nominación de Graue para un segundo periodo fue un tongo para disfrazar un proceso institucional manejado antes en el PRI y ahora en Morena. De nueva cuenta, los candidatos registrados de buena fe y la comunidad universitaria fueron defraudados por un esquema autoritario que ha convertido a la UNAM en un área paraestatal.

Graue ganó por un pacto Morena-PRI-mafia de ex rectores. El programa de trabajo de Graue para inscribirse como candidato a la reelección fue el mismo que presentó hace 4 años; es decir, se comprometió a realizar reformas que antes no pudo, no quiso o simplemente las enumeró como parte de su demagogia.

Desde 1999, con el arribo de Juan Ramón de la Fuente Ramírez a la Rectoría procedente del Gabinete presidencial de Zedillo y de su fracaso como precandidato presidencial priista, la UNAM reconfirmó su dependencia absoluta del poder presidencial central y del partido en el poder: lo mismo con el PRI y el PAN y ahora con Morena.

Más que un Rector, la UNAM ha necesitado desde el 68 a un administrador de intereses y un regulador de conflictos. Por sí misma, la autoridad legal del Rector le impide ejercer un gobierno interno y su tarea es distribuir los recursos entre los grupos de interés que han desarticulado el funcionamiento académico, primero, y educativo después.

Desde el rectorado sustituto de Guillermo Soberón por la decisión presidencial en 1973 de derrocar a Pablo González Casanova, los rectores de la UNAM han salido del Gabinete presidencial o del PRI o han salido para ocupar posiciones de poder en el gobierno o en el partido en el poder. Existió el caso extremo de José Narro Robles, quien salió del PRI y del segundo nivel del Gabinete presidencial para ir a la Rectoría dos periodos, luego regresar al Gabinete presidencial de Peña Nieto y competir como priista por la candidatura presidencial de 2018, aceptando las humillaciones de Peña Nieto porque ya había decidido por José Antonio Meade Kuribreña y toda la competencia interna fue una pantomima.

Pero la UNAM es una bomba de tiempo de contradicciones y disputas por el poder. A los grupos estudiantiles y académicos se han agregado ya bandas delictivas que tienen el control de pasillos y jardines para la distribución de drogas y de grupos clandestinos violentos y armados, que han abierto refugios para radicales anarquistas. En sus primeros 4 años, Graue no ha hecho sino lo que sus antecesores: congeniar con grupos de interés extrauniversitario y distribuir beneficios económicos y áreas de actividades clandestinas.

Desde el intento del rector Jorge Carpizo McGregor de subir las cuotas a niveles aceptables que ayudaran a financiar a la Universidad, ningún Rector ni ningún Presidente de la República se ha atrevido a entrarle a la reforma estructural de la UNAM. El gigantismo, el deterioro salarial por el control presupuestal sindical, los grupos académicos que dominan las decisiones, la dependencia del Rector de las decisiones presidenciales y la pérdida de influencia académica de la UNAM en la realidad nacional han convertido a la Universidad en una oficina de control estudiantil.

El gran desafío que presentó la pantomima de la reelección del Rector obliga a Graue a cuando menos hacer un intento por plantear la reforma de la UNAM y a propiciar la multiplicación de universidades públicas que le quiten el dominio presupuestal y académico. Pero, sobre todo, la UNAM necesita un Rector que ponga orden y autoridad en una Rectoría que se dedica sólo a redistribuir el poder entre grupos de interés universitario y extrauniversitario.

Sin embargo, desde ahora se sabe: Graue no es el rector para una tarea de esa envergadura y sólo administrará la crisis.

CNDH, estreno La nueva presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, María del Rosario Piedra Ibarra, tuvo un estreno previsible: la exhibición del desconocimiento de sus funciones y la falta de información sobre la crisis de Derechos Humanos en el sector específico de los periodistas. El problema es que los periodistas y activistas de Derechos Humanos hostigados y asesinados son esas “víctimas” que la nueva funcionaria dijo representar. Mal empieza quien no sabe qué ocurre en las tareas asignadas contra viento y marea.

Política para dummies: La política es la habilidad de tomar decisiones engañosas, pero que pasen como veraces.


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@carlosramirezh