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Contextos



RAÚL JUÁREZ ALBARRÁN

Desarrollo económico


Sábado 16 de Noviembre de 2019 7:12 am


EL Consejo Coordinador de Organismos Sectoriales del Estado de Colima A.C., organizó un “foro” (13 de noviembre de 2019) para promover la propuesta de modificación de la Ley de Fomento Económico del Estado que data de 2005 por una ley que, en lugar de fomentar se oriente al desarrollo económico con justicia y bienestar social. La propuesta de ley de desarrollo, desde sus fundamentos, va por ello.

Intervienen los sectores de la industria de la transformación, de comercio y turismo, de infraestructura, de tecnologías y servicios, el sector agroalimentario, el de movilidad y logística. El proyecto de ley está ya en el Congreso del Estado y no pretende ser la oveja negra para el actual gobierno, se trata de empatarlo con el Plan Nacional de Desarrollo (PND), mediante la formación de un instituto para el desarrollo económico y un observatorio con personalidad y patrimonio propios para, primero, presentar proyectos sustentables y evaluar el impacto social de los programas hacia la sociedad.

El problema es que el desarrollo económico del estado está centralizado, el Ejecutivo cuenta con la mitad de los votos al interior de Consejo Estatal de Fomento Económico y la junta de gobierno del Fideicomiso para el Desarrollo Económico (Fidec) hace lo que le mandan. 

En pocas palabras, el impuesto del uno por ciento sobre la nómina contemplado en la ley de hacienda, una parte va para el Fidec que lo destina a su arbitrio, y la paradoja es que los sectores industriales, universidades y la sociedad no están contemplados con voz y voto dentro del Consejo. Su participación se considera dentro de un subcomité, tal y como lo hace el PND. Son indicativos.

Nadie sabe con qué criterios se utilizan los 131 millones que maneja el Fidec. Con la nueva propuesta para el desarrollo económico se pretende que los 400 millones (1 por ciento del total de las nóminas) vayan directamente al Instituto que, de acuerdo a las reglas de operación, alineará los programas de apoyo al plan estratégico que contempla acciones a corto, mediano y largo plazo. Los secretarios de desarrollo económico otorgan préstamos a organizaciones y a personas sin aval, muchos de ellos se han perdido.

A propósito del secretario de Fomento Económico en el estado, Walter Oldenbourg Ochoa, brilló por su ausencia a dicho foro. Únicamente asistió el diputado Rogelio Salinas Sánchez (Morena), presidente de la Comisión de Planeación y Turismo y secretario de la Comisión de Economía, quien como buen político prometió que le iba a echar todas las ganas para sacar adelante dicha propuesta de ley.

Últimamente hemos leído que Colima es de los primeros lugares en crecimiento económico en el país y todos felices y contentos. Pues fíjense que no, lo que pasa, cierto, es que Manzanillo, el puerto, y los servicios que de él se derivan cubren esas expectativas por mucho. La realidad es otra, en Colima hay 33 mil microempresas (91.5 por ciento); 2 mil 400 pequeñas; 397 medianas, y 277 grandes empresas. De todas ellas 33 mil empresas son de servicios.

La ley, por lo tanto, trata de establecer una economía social de mercado basada en el conocimiento e innovación tecnología que impulsen el uso y aprovechamiento de nuevos conocimientos, de tal forma que revitalicen las actividades sociales, económicas y culturales. El apoyo económico (impuesto sobre nóminas) tiene que ser orientado y directo a las micros, pequeñas y medianas empresas para capacitación y certificación, habilitación de espacios, equipamiento productivo y adopción de  nuevas tecnologías. 

La medición del impacto social de las políticas de desarrollo económico no es cosa fácil, pero tampoco imposible, siempre y cuando el Ejecutivo, Legislativo y los municipios piensen no solamente en corto y mediano plazos. El proyecto de ley se contempla vaya a 20 y hasta 30 años. De ahí la importancia del observatorio económico que mida los impactos para el bienestar.

Da vergüenza y pena ajena ver que por ejemplo, estados como Guanajuato, Jalisco y otros, hayan cambiado sus estrategias de desarrollo teniendo como puerta de salida y de ingreso de mercancías el puerto de Manzanillo.

En Colima, con los últimos tres gobernadores y sus respectivos secretarios de Fomento Económico, puros fracasos: lo del corredor industrial, parque tecnológico, planes de visión y de tal y cual quedan en eso, sólo planes. ¿Y los clúster? Tan solo uno.