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El nuevo petróleo y Bolivia



LOURDES CARRILLO BERNAL


Sábado 16 de Noviembre de 2019 7:03 am


HACE pocos días, con gran entusiasmo se refería en numerosos espacios, con positivos acentos sobre la nueva corriente progresista latinoamericana, cuando nos sorprende la aparición de la conocida, repudiada, tradición de los cuartelazos y corta de un tajo el entusiasmo renovador. 

Bolivia se estremece bajo un embate de las derechas que hasta acusan de tirano al indígena aymara Evo Morales, que llevó a cabo en sus años una administración exitosa de talla estructural que asentó el valor de la noción plurinacional de Bolivia y los derechos e igualdad de millones de bolivianos históricamente marginados de todo bien. Los datos de naturaleza económica con acento en el crecimiento bastarían para darle a Morales un lugar de privilegio en la lista de los conductores eficaces. 

Hoy, Bolivia dejó de ser una Nación paria y se presenta como una sociedad en desarrollo. Son notables sus logros de la reducción de la pobreza extrema. Hasta estos días había sido posible evitar las varias intentonas para sacarlo por la fuerza. Aún su triunfo electoral reciente con el 43 por ciento no es poca cosa. Nada tiene Evo de tirano como sus detractores acusan. Es necesario hacer un examen de los alcances de Evo que, tememos, se irán decantando ahora que la mirada sea puesta en los retrógrados cambios que introducirán los golpistas.

A partir de 1995, el índice de precios de las materias primas aumentó espectacularmente. Eso permitió a gobiernos como los de Kirchner en Argentina, Lula Da Silva en Brasil, Correa y Evo Morales, mantener ingresos fiscales suficientes para soportar los programas sociales que eran la médula de su estrategia económica y que ayudaron a la gente que había sido más abandonada durante la larga noche del neoliberalismo. Y aquí es necesario resaltar que el gobierno de Evo Morales se fijó como objetivo convertir a Bolivia en un país industrial, de la mano de la explotación de litio, para lo cual había todo un plan que se venía materializando desde 2008, e incluso, en 2017 se creó la empresa estatal llamada Yacimientos de Litio Bolivianos Corporación. 

Bolivia es el centro de atención de varias empresas y países interesados en el desarrollo de autos eléctricos, pues la Nación sudamericana, donde el golpe de estado derrocó al presidente Evo Morales, tiene una reserva de 21 millones de toneladas de litio. Poco a poco el petróleo dejará de ser el motor de la industria automotriz, pues hacia 2026 se espera que las ventas mundiales de autos eléctricos se tripliquen, respecto a su nivel actual, lo que hará que la demanda global de litio –elemento usado para la fabricación de baterías– prácticamente se duplique. En esto Bolivia jugará un papel clave, pues cuenta con la reserva más importante de este material en el mundo. 

Con esa visión, en agosto, Bolivia y China –otro anterior también con Alemania– firmaron un acuerdo para crear una empresa orientada a construir una planta de carbonato de litio, cuya inversión superará los mil millones de dólares. Un mercado garantizado en China para la producción de baterías. China necesita 800 mil toneladas de litio al año hacia 2025 para consolidar su mercado de automóviles eléctricos. El denominado “oro blanco” o “nuevo petróleo” se convirtió en un valioso activo, porque también es necesario en la producción de vidrios y cerámicas para elevar su resistencia, así como en grasas y lubricantes para hacerlos más resistentes al calor. Hasta para medicamentos y cerámicas dentales y más allá, en la producción de tritio –isótopo radioactivo– para la fabricación de armas nucleares.

Estos acuerdos sobre “el nuevo petróleo” incrementó las tensiones en Estados Unidos, tanto que en septiembre Ivanka Trump, hija de Donald Trump y asesora en la Casa Blanca, visitó junto con otros funcionarios estadunidenses la localidad de Purmamarca. Los estadounidenses anunciaron financiamiento por 400 millones de dólares a la denominada ruta del litio, en esa localidad argentina que limita con Bolivia. “Los beneficios serán para automotrices trasnacionales con un financiamiento a costa de los impuestos de cada ciudadano argentino” (elciudadanoweb.com).

Sin duda alguna, Estados Unidos está detrás de lo que ocurre en Bolivia.


*Ex presidenta de la ACPE