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En busca de la felicidad



GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ


Domingo 17 de Noviembre de 2019 7:10 am


DESDE tiempos inmemoriales, quizá desde que la humanidad comenzó a tener consciencia, las personas han deseado estar cada vez mejor. Se anhela la riqueza, la salud y el amor con tal intensidad, que nos hace pensar que quien tenga los tres seguramente es la persona más feliz del mundo. Al menos, eso nos ha hecho creer la televisión y el cine.

Con base a esos cánones, creemos que cuando tengamos ese aumento de salario seremos felices. O quizá cuando podamos comprar esa moto que tanto nos gusta. Tal vez cuando podamos comprar o nos regalen el celular de moda… si esa persona que nos gusta nos hiciera caso. O cuando desaparezca ese resfriado o esa enfermedad que nos aqueja…

¿Y qué pasó cuando sí sucedió? Llegó el celular y estuvimos felices por un tiempo. A los pocos días anunciaron un mejor teléfono y ahora lo necesitamos para volver a ser felices. Nos hizo caso nuestro crush y hasta nos casamos. En lugar de ser felices, comenzaron los verdaderos problemas de vivir en pareja… Y acusamos a la alegría de haberse disfrazado de felicidad. Miles de millones de personas han muerto sin haber alcanzado la felicidad… sin saber lo que la felicidad es… o era.

Pero, ¿podemos saber qué es la felicidad? Coloquialmente creíamos que la felicidad sería un intenso estado de satisfacción generalizada y permanente. Así, pues, cuando vemos a una persona eufórica festejando por algo, solemos decir que seguramente está feliz. Pero ese estado pasará en breve. Durará unas horas, unos días… quizá unas semanas…

Científicamente, la felicidad se define como la ausencia de tristeza, de rabia… ausencia de emociones negativas. ¿O sea que las personas pacíficas son felices?

Pero esa definición cruda nos deja ahora con más vacío y dudas que antes de comenzar a este artículo. Leí alguna vez en un libro que la mayoría de las personas son felices hasta que se les pregunta si lo son. Lo que nos lleva a la frase “la ignorancia es felicidad”. O sea, ¿que somos felices sin saberlo, pero cuando cuestionamos esa felicidad, la felicidad desaparece?

¿Quién no quiere ser feliz? Si dejamos de lado los cuentos de hadas y las películas palomeras, la felicidad, una felicidad alcanzable, felicidad terrena, se encuentra en las cosas más simples… Existen una serie de recomendaciones para alcanzar un estado de satisfacción sostenido. Pero eso quiere decir que deben realizarse ciertas tareas todo el tiempo… mientras vivamos, ¿vemos algunas?

Socializar y no me refiero a platicar a través de las redes sociales o subir publicaciones al internet. Sino tomar un café con amigos de verdad, con los celulares apagados. Ayudar a los demás, es decir compartir. Ningún hombre es una isla, diría el poema de John Donne. Así que en algún momento alguien necesitará algo que nosotros tenemos o algo que podemos hacer, pero que por alguna razón no podrá pagarlo. Es allí donde se probará nuestra verdadera templanza. No se trata de desvivirnos por los demás, sino de ayudar en la medida de nuestras posibilidades.

Agradece. A quien tú quieras: a Dios, al universo, a la vida, a la deidad o divinidad de tu preferencia. Conviértelo en un ejercicio cotidiano. Te sentirás mejor.

Media hora de ejercicio al día provocan que tu cuerpo libere endorfinas; te enfermarás menos y te sentirás mejor.

No importa cómo haya sido tu día. Apunta cinco cosas buenas como resumen de la jornada… eso te ayudará a mantener la confianza en ti y a evaluar de manera positiva, a que te acuestes con una mejor impresión y a que te levantes de mejor humor día a día.

No se trata de que busques directamente la felicidad… sino que haciendo esas tareas, alcanzaremos la felicidad sin buscarla. O quizá deberíamos decir que la felicidad nos alcanzará a nosotros.

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*Psicólogo


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