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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Ya no llores tontita, no tienes razón


Domingo 17 de Noviembre de 2019 7:13 am


HACE ya varios años, una canción infantil sutilmente nos inyectó una creencia que, aunque suena a consuelo, conlleva una carga importante de frenos que hieren, que detienen; incluso es una analogía que me es usual, La muñeca fea, de Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri; que desde mi parecer guarda profundas semillas de reflexión. La que hoy nos ocupará tiene a ver con el llanto.

Resulta, que muy por el contrario de lo que se cree, llorar es bueno; el derramar lágrimas es un proceso natural del cuerpo que nos brinda varios y favorables benéficos. Las lágrimas derramadas son buenas para nuestra salud. Nos ayudan a calmarnos, a reducir el estrés e incluso a liberar toxinas. Cuando la emoción nos llega y nuestra reacción es llorar o se nos salen las lágrimas sin voluntad, está bien, es bueno; dista mucho de ser una tontería, menos es señal de ser débiles o baratos. Reprimir el llanto, por el contrario, sí es un detonador de enfermedades crónicas, es un deformador de la realidad y el esfuerzo por no llorar, terminará por construir unas barreras a tu alrededor que te alejarán de tu capacidad de amar, de las personas e inevitablemente de la dicha de poder sentir.

Quizás escuchaste algo así como: “no llores, cálmate”. Quizás has aprendido a guardarte la rabia, la tristeza y a disimular tus penas y eso es normal cuando crecemos sintiendo que tenemos que dejar de llorar. A nadie le es cómodo ver al otro llorar, incluso en ciertas ocasiones quien nos ve llorar se siente culpable de nuestro dolor y se enoja con nosotros para evadir su incómodo sentir, lo que refuerza esta poca inteligente forma de lidiar con lo que sentimos. En resumen, al crecer aprendemos que llorar no es conveniente.

Pues bien, hoy estoy aquí para decirte que sí, que llorar se vale. Que es importante y que aprender hacerlo de forma que nos aporte un bien tiene su arte y además es un buen baluarte por conseguir y la terapia emocional es un excelente lugar para poder llorar, sacar y ordenar. Las lágrimas son buenas para la salud. Las emociones necesitan ser liberadas, desahogadas…

Creemos que, el disimular las emociones, nos van a afectar menos. Pero no es así. Poco a poco todo empeorará. Sin saber cómo, las emociones no atendidas podrían terminar por cuajar un estado depresivo, o como lo he dicho ya en síntomas de salud nocivos, en relaciones poco cercanas o abusivas, en vidas desoladas en ausencias añoradas. ¡Ay!, son tantas y tantas penas estancadas, lágrima no llorada es como agua de florero vieja y estancada, ¡es el veneno que paradójicamente nos hará llorar aún mucho más!

Innovemos algo ¡Ya!, urgentemente y por favor, abramos la mente, derrumbemos las creencias que nos limitan, asumamos la vida adulta formando un criterio propio, ese que se prueba y demuestra así mismo por bueno, cuando es causa de bienestar para quienes me rodean y después de eso, también lo es para mí, para ti.

Las lágrimas son un calmante natural, el cuerpo se relaja, se destensa. A medida que caen las lágrimas el nivel de ansiedad desciende y nos encontramos mejor, con mayor lucidez. Si reprimimos las lágrimas el nivel de angustia aumenta, y con ello, el estrés y el sufrimiento. Ellas tienen la capacidad de liberar estrés emocional, son naturales y necesarias para retomar la calma. También contienen lisozima, un fluido que propicia el eliminar bacterias patógenas de nuestro sistema favoreciendo al sistema inmunológico. Llorar no te quita hombría ni te convierte en sumisa, no te hace frágil y mucho menos te deja vulnerable

Esas gotitas que corren y que no sabemos bien como dejarlas salir de manera sana y prudente, son catarsis para que el alma pueda fluir. Contenerlas debilita nuestra salud, es ir en contra nuestra y nos impide recibir ese abrazo que consuela, que renueva. Mucho de los estallidos de rabia y conflictos ocurren cuando las lágrimas se lloraron por dentro y no salieron. Ser “fuertes” en el sentido de no derramar nuestro llanto, es erosionar el lamento para construirnos en seres débiles, rabiosos, recelosos y resentidos. ¡Acéptalo, llorar te es natural! “Cuando el cielo está nublado, es la lluvia quien lo despeja”.


*Terapeuta psicoemocional


innovemosalgoya@gmail.com