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La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

A Dios rogando y con el mazo dando


Domingo 17 de Noviembre de 2019 7:11 am


JESÚS nos recuerda en el Evangelio de hoy que hemos de estar alerta ente el hecho de que él vendrá en el fin del mundo a juzgar a vivos y muertos. ¿Cuándo será esto? Nadie sabe ni el día ni la hora del juicio particular, o sea, el día de nuestra muerte, cuando Dios nos llame a su seno amoroso.

Lo importante es reflexionar sobre cómo estamos viviendo los años que Dios nos concede para conocerle, amarle y servirle. La espera ha de ser sin temor, con esperanza, con alegría, empleando el tiempo en fructificar los talentos, en socorrer al prójimo y entregándonos al trabajo de cada día. Vivir en gracia, mirando al cielo, pero con los pies bien asentados en la tierra.

El Concilio Vaticano II dice: “Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos en el mundo estancia permanente, consideran que pueden descuidar las tareas terrenales, sin darse cuenta de que la propia fe es un motivo que los obliga al más perfecto cumplimiento de sus responsabilidades”.

En la segunda lectura, San Pablo dice que mientras llega el día final, debemos trabajar arduamente para ganarnos el pan de cada día. Desde luego, sabemos que poder trabajar es uno de los grandes bienes que Dios nos ha regalado, es un medio que Dios nos confía, haciéndonos partícipes de su poder creador y santificador. El trabajo no sólo es necesario para obtener nuestro sustento, sino que también es medio seguro para el desarrollo de virtudes humanas como el carácter, la constancia, la honradez, la tenacidad, el optimismo, la fraternidad.

El obrero, el campesino, el profesionista, el empresario, el político, todos debemos dedicarnos a nuestro trabajo con decisión, con alegría, para atender lo mejor posible las necesidades de la propia familia y servir a la sociedad a la que pertenecemos, fija la vista en la edificación de un mundo mejor.

“A Dios rogando y con el mazo dando”. El cristiano convierte su trabajo en oración, si busca la gloria de Dios y el bien de sus semejantes. El trabajo es ciertamente oración y acción de gracias al Señor por habernos colocado en la tierra con una misión salvadora, divina y humana.

“El trabajo es un deber y un derecho. Si queremos progreso hay que organizarse en las familias y en las comunidades, crear alternativas de trabajo, urgir a los gobiernos que se dé mas apoyo a los programas de desarrollo social que beneficien a todos, con prioridad a los necesitados. Unidos, podemos acelerar la llegada del Reino de Dios que es verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz”.

Amigo(a): Con la ayuda de Dios, vamos a emprender cada día de nuestra vida como si fuera el último día. Así esperamos la venida del Señor, enriqueciendo el alma y ayudando a otros a reinar con Dios por toda la eternidad.