Cargando



De la perseverancia a la necedad



RAYMUNDO GONZÁLEZ SALDAÑA


Martes 19 de Noviembre de 2019 7:16 am


MIENTRAS los policías federales que no estuvieron de acuerdo en ser transferidos a la pírrica Guardia Nacional, protestaban enérgicamente afuera del Aeropuerto de la Ciudad de México por no ser indemnizados conforme a la ley, y un centenar de padres de niños que padecen cáncer, indignados y molestos también se manifestaban porque el Gobierno Federal mantiene una escasez inexplicable de medicamentos para el tratamiento de esa enfermedad en los hospitales públicos, nuestro Presidente esperaba con ansia la llegada a nuestro país de su ex homólogo de Bolivia, Evo Morales.

Ya dimos cuenta del obvio y desmesurado interés del canciller mexicano Marcelo Ebrard, por demostrar en varias ocasiones públicamente su solidaridad con el dictador sudamericano, postura que ha dejado a México mal parado ante los ojos de la propia OEA, los países de la Unión Europea y algunos otros que no coinciden con el bloque de río. Sin embargo, habría que preguntarnos cuál es el interés tan grande que mueve al gobierno mexicano a rendirle esa extraña pleitesía al ex mandatario boliviano.

Si revisamos los acontecimientos, podemos observar que ese dictador que fue forzado a renunciar a su puesto por el hartazgo de los bolivianos, ha recibido desde su llegada a nuestro país un trato preferencial digno de un jefe de estado, cuando en este momento es un simple refugiado político. El gobierno del presidente López Obrador le ha brindado excesivas atenciones comodidades que se empiezan a volver ofensivas para los mexicanos que no comulgan con su forma de pensar. Lo que pasa es que el presidente López Obrador ha destinado recursos, tanto humanos como materiales, para placear al boliviano con lujo y a su entero antojo por la Ciudad de México, provocando en ruedas de prensa y comunicados auspiciados por el propio gobierno de México a sus connacionales, reavivando el conflicto en las calles de La Paz solamente por su culpa.

Por tanta pleitesía surge la pregunta obligada: ¿Por qué ese trato preferencial y desmedido a Evo Morales? Tal parece que no hay más que dos explicaciones para tal obsesión de los representantes del gobierno mexicano al tratar como una gran figura mundial a este dictador destituido: o hay grandes compromisos ocultos en la relación Evo y Andrés Manuel que se tienen que pagar o de plano la soberbia y obstinación del Presidente y su equipo por salirse con la suya es demasiado grande, a tal grado que no le importa arriesgarse al descrédito y al ridículo.

A propósito de necedades, esta semana pasada vimos cómo en el Pleno del Senado de la República los legisladores del Presidente, es decir de Morena, se fajaron y a bayoneta calada contra la opinión de les defensores de Derechos Humanos y de algunos senadores de oposición como fue el caso de los panistas; fue nombrada la altamente cuestionada Rosario Piedra Ibarra como titular de la CNDH. Aquí no les importó a los senadores de Morena que la señora fuera tan impugnada por su no muy limpio historial político para ocupar ese importante cargo. Tampoco tomaron en cuenta las serias limitaciones y el poco conocimiento de esta persona de las leyes y procedimientos en la materia. Lo realmente importante era cumplir a piedra y lodo, con el capricho del señor Presidente.

Sin embargo, poco a poco vemos cómo tanta ocurrencia y capricho impuesto a raja tabla y a costa de lo que sea, va mermando la autoridad moral, el liderazgo y la credibilidad del presidente López Obrador. En la reunión previa que tuvo el primer Mandatario con los legisladores de Morena y sus aliados, para analizar las condiciones del proyecto de presupuesto para el próximo año, varios legisladores federales del PT y del PES fueron desairados y hasta regañados por el Ejecutivo ahí mismo en Palacio Nacional y la relación entre las dos partes ya no es la mejor. Es muy cierto que el poder desgasta, pero cuando es mal empleado en ocurrencias, necedades y caprichos, desgasta mucho más.


*Ex dirigente y actual consejero estatal del PAN