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Despacho Político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

El frenesí


Martes 19 de Noviembre de 2019 7:15 am


FUERON los tres recientes días un frenesí de consumo. Según datos de la Concanaco, las ventas se calculan en 118 mil millones de pesos, esto es, 6 mil millones de pesos diarios, en promedio, en el llamado Buen fin, una suerte de imitación del Black friday estadounidense.

Por supuesto, cada quien gasta su dinero como quiere y compra lo que desea y puede, en un fin de semana “largo” por el puente del 20 de noviembre. Esa libertad, sin embargo, nos expone la forma en que muchos son atraídos por supuestas o reales ofertas, sea mediante descuentos o por pagos a plazos que se extienden por mucho más de un año. Qué tan auténticos sean los descuentos, bien lo sabrán quienes compran. Es probable que hubiesen comparado cotizaciones anteriores al fin de semana o gastaron con la fe del carbonero.

Tanto es el frenesí del consumo que a la burocracia le adelanta el Gobierno Federal una parte del aguinaldo, para incrementar la capacidad de compra. Es una forma de alentar el mercado. Llama la atención que el consumo principal sea de aparatos electrodomésticos y con especial volumen los televisores, ahora nombrados pantallas, que se han convertido en instrumento de recreación preferida, habida cuenta de que no sólo sirven para ver transmisiones de televisión tradicional, sino además para servicios de cine de pago, navegación en redes sociales, correo electrónico y almacenamiento de gráficos.

Otra mercancía de alta demanda es la ropa. Los fabricantes ofrecen descuentos de hasta 40 por ciento –bajo ciertas condiciones y con modelos que forman ya saldos de moda– en prendas que de otro modo difícilmente venderían. Giros distintos disminuyen en volumen conforme son menos populares. Un sitio en Facebook, por ejemplo, advertía que una librería online mostraba descuentos en títulos de escasa demanda y de ediciones que parecían rescatadas del olvido de bodegas. El comercio electrónico ha crecido, si bien los riesgos de fraudes, incumplimiento de entregas y fallas similares son frecuentes por ese medio. La regulación es deficiente. Muchas veces es una compra a ciegas, pues se dispone de insuficiente información sobre las mercancías a adquirir. Validar la garantía es igualmente un albur.

La cadena de supermercados Walmart organizó su propia fiesta, pues ya no forma parte de la empresa que organiza el Buen fin. No obstante, se aprovechó del nombre de esa promoción para armar su propio tinglado, según acusaron comerciantes. El caso podría llevar a una demanda por usurpación de propiedad intelectual o marca registrada.

En el centro de la ciudad, el sábado, se trastocó el tránsito probablemente por el frenesí del consumo de ofertas. Fue notorio el embotellamiento en un día en que la circulación de vehículos es fluida por escasa; los autos ruedan mucho menos el fin de semana en esa zona.

Aparecieron noticias acerca de pantallas de televisión vendidas a precios ínfimos –se dio el caso de una de 3 pesos– que la tienda tuvo que respetar por un presunto error al etiquetar. Infiero que no se trata de un yerro, sino de un truco para que los compradores acudan en masa a ver si tienen la suerte de detectar una de esas etiquetas erróneas que probablemente los vendedores colocan de manera deliberada. Sacrifican uno o dos aparatos y recuperan la pérdida con el resto. O bien, tal vez obliguen al fabricante a regalarles unos pocos aparatos para darle oportunidad de que su marca esté en anaqueles. Los supermercados suelen exprimir a sus proveedores de muy diversas formas y esa podría ser una. La casa nunca pierde.

¿Es el Buen fin una forma de adelantarse a la temporada navideña, que es de alto consumo? Es decir, un modo de arrebatar clientes a comercios que no participan en el fin de semana del frenesí consumista. No obstante, en diciembre insistirán en ofertas y en fomentar la necesidad de comprar y comprar aunque las carteras lleguen a su límite o lo rebasen.

¿Qué pasa si no lo compro? Esa es una pregunta que se hacen a sí mismos los consumidores más cautelosos y mejor informados. Generalmente, se responden: No pasa nada. La vida no será mejor si compro este o aquel aparato ni será peor si no lo adquiero. Una vez pasado el frenesí del consumo, se sentirán satisfechos de no haber caído en la ilusión de la compra apresurada y podrán utilizar el dinero en satisfacer necesidades más importantes según cada cual las tenga. Los precavidos siempre ganan.


MAR DE FONDO


** “Mis alas te las dejo./ Agítalas con fuerza, toma impulso./ Yo prefiero quedarme entre los hombres,/ volver a hundir mis pies en tierra blanda./ Qué si hasta el misterio se derrumba./ Me puedes encontrar detrás del árbol./ Quién ha dicho que el tiempo verdadero/ nos tiene que durar más que la vida”. (Joaquín Pérez Azaústre, español, 1976-. Duración.)