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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Oposición


Miércoles 20 de Noviembre de 2019 7:14 am


LA historia reciente de nuestra patria, los últimos 36 años de gobiernos tecnócratas, nos ilustran sobre la identidad política existente entre las fuerzas que ahora son oposición. Constituyen una unidad que tiene profundas raíces de identidad. Una y otra fuerza política, desde el poder, actuaron en la misma línea política, y ahora como fuerza opositora, también lo hacen. Una y otra coinciden en lastimar las condiciones de vida de las grandes mayorías, en entregar nuestra riqueza a la oligarquía financiera, siendo gobierno, y ahora como oposición, desean recuperar el poder para seguir haciéndolo. Ambas fuerzas están del lado de privilegiar la acumulación del capital en pocas manos y que la miseria se perpetúe en muchas.

Ambas instituciones políticas tienen esencialmente el mismo proyecto de Nación, a pesar de su diferente vestidura. Sus regímenes políticos, se mostraron como eficientes administradores y cuidadores de los dineros de los muy ricos, y son responsables de la situación de desastre que hoy existe.

A las fuerzas políticas en comento, se agregaron muy a la zaga, principalmente para efectos de sobrevivencia de registro, otras fuerzas políticas menores acostumbradas a adherirse en coaliciones electorales con otras fuerzas mayores, indistintamente.

Ahora, conjuntados en la oposición al nuevo régimen popular, sobresale la actividad de la organización partidaria del blanquiazul, con sus respectivas bancadas en el Poder Legislativo, titulares del Ejecutivo estatales y ediles municipales, a la que hacen coro sus agoreros.

Fiel a su origen histórico, es la fuerza política en que se inspiran los grandes empresarios y los banqueros, se identifican con las causas más conservadoras de la sociedad, en franca contraposición con las fuerzas progresistas que buscan el desarrollo de la sociedad en condiciones de justicia social.

Acorde con sus ideólogos y documentos básicos, el blanquiazul es afín a los principios rectores de una sociedad capitalista sustentada en la libre empresa, como panacea para el desarrollo social en función de la liberación de las “fuerzas del mercado”, como postura antagónica a la intervención del Estado en los rubros de la producción de bienes materiales.

Por ello, con su quehacer político, económico y social, impulsa acciones como la privatización de lo que sea al costo que sea, para retornarle a la iniciativa privada, el control absoluto de la producción, así vaya en detrimento de la gran mayoría de la población y de la propia soberanía nacional. Pero además, hay marcada intolerancia reflejada en la postura de vilipendiar a quienes no comparten su visión de Estado y de proyecto de Nación.

En un marco de condiciones así, no son extrañas las posturas políticas que cotidianamente muestran contra cualquier evento político del régimen popular, como su presunto desconocimiento de la titular de la CNDH, los destinos del Presupuesto de Egresos, los cambios a la mal llamada Reforma Educativa y cuanta reforma se hace al modelo neoliberal del que son acérrimos partidarios.

En el escenario político de la democracia, su actitud política es válida, pues son derechos que se ejercen en las libertades democráticas y requieren de respeto. El hecho significativo, es que hay quienes no compartimos sus postulados, porque su vocación de clase no está ligada con los proletarios, sino estrechamente unida a los señores del dinero.

No hay duda, pues el régimen político expresado en la ignominia tecnócrata de 36 años en el poder, es ya un régimen vetusto. Y lo viejo, lo caduco, necesariamente debe ser sustituido por lo nuevo, en su riguroso sentido dialéctico. De nuestra parte, intentamos colaborar en algo nuevo que estamos construyendo, pero que beneficia a la gran mayoría de mexicanos, alejado por completo de lo que significa que unos cuantos privilegiados vivan a costa de aquellos.