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Otra vez Jorge Ramos



RODRIGO MARTÍNEZ OROZCO


Jueves 16 de Enero de 2020 7:22 am


AYER miércoles, 15 de enero, hubo un nuevo desencuentro entre el periodista Jorge Ramos y López Obrador. Ramos abrió su intervención con su ya conocido estilo agresivo: “Estuve aquí hablando de criminalidad el año pasado y quería regresar con el mismo tema. Usted decía que el tema de la criminalidad se iba a controlar y que iba a haber resultados. Sin embargo, México está cada vez más violento y usted es el Presidente con las peores cifras de criminalidad desde la Revolución”. 

La respuesta del Presidente fue primero irónica y luego seria: “Eso sí calienta. Jorge, nos da mucho gusto que estés aquí. Es un tema que aquí tratamos todos los días. Es una asignatura pendiente. Es un problema que no hemos podido resolver. Tiene una explicación, no una justificación”. Este encuentro de personajes, cada uno con su estilo, se presta para la reflexión acerca de las responsabilidades profesionales tanto del periodista internacional como del Ejecutivo Federal.

Sobre Jorge Ramos no hay nada que sorprenda, pero no por eso hay que dejar de hacer un análisis del tipo de periodismo que pretende hacer. Lo de Ramos es una búsqueda de protagonismo, de la nota impactante basada en su supuesta valentía. La estrategia de Ramos es abrir de la manera más agresiva posible y buscar acorralar, por medio del acoso, al entrevistado. Cuando el entrevistado pierde la paciencia, como en el caso de Nicolás Maduro, Jorge Ramos gana. En el caso de la entrevista a Maduro, Jorge Ramos de repente se convirtió en un mártir de la libertad de expresión y el periodismo “crítico” gracias a las medidas torpes del presidente de Venezuela. Retener a Ramos y a su equipo no hizo más que darle la razón al periodista.

Ese mismo patrón fue el que usó Ramos con AMLO. “Pero ¿cuándo va a haber resultados? ¿Está dispuesto a cambiar su estrategia de seguridad? Y ¿por qué no cambia a su Gabinete de seguridad que no le ha dado buenos resultados? ¿Por qué los tiene ahí?”, preguntó Ramos. Sin duda son preguntas legítimas que obedecen a una situación real de crisis de inseguridad y violencia. La respuesta de AMLO fue señalar que había decrecido el ritmo de los asesinatos durante su gobierno. Si bien no había disminuido en términos absolutos, sí se había transformado la dinámica del crecimiento de dicho delito.

La réplica de Ramos fue insistir en que eran las peores cifras desde la Revolución. Empecinado en ese señalamiento simplista y engañoso, Jorge Ramos evitó –posiblemente a propósito– profundizar en la respuesta del Presidente. Si López Obrador señaló el decrecimiento del ritmo de los asesinatos, un periodista interesado en la información y en la crítica hubiera hecho al menos alguna de estas preguntas: ¿entonces el decrecimiento se debe a su estrategia? ¿Qué evidencia respalda esa afirmación? ¿Cómo podemos saber que fue específicamente esta estrategia la que ocasionó el decrecimiento? ¿Qué relación específica hay entre cada uno de los componentes de su estrategia de seguridad y la disminución del ritmo de crecimiento de los asesinatos? En fin, más que insistir en una idea, exploras otras vías más complejas, basadas en evidencias, que podrían incomodar más al Presidente que, dicho sea de paso, desconfía de las políticas públicas con alto contenido técnico.

En fin, la idea de que Jorge Ramos tiene de una entrevista es la de una batalla. Ganó fácilmente contra Maduro, pero contra López Obrador no está tan claro. Lo importante es evidenciar al periodismo que relega la calidad de la información y de la crítica a un segundo plano para privilegiar el protagonismo del entrevistador. Ramos es más un personaje de televisión que un periodista reconocido por la calidad en el ejercicio de su profesión. No se trata de tomar el bando de AMLO o el de Ramos, sino de exigir prácticas periodísticas de mayor calidad.