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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Sano juicio


Domingo 19 de Enero de 2020 7:12 am


SI la gratitud es lo que nos puede llevar a una verdadera circunstancia de próspera serenidad, la capacidad de aceptación es al agradecimiento como la gasolina es a un motor; agradecer lo recibido y lo que nos es cómodo, definitivamente es una virtud, una habilidad y una posibilidad a más; sin embargo, ¿quién se detiene y reflexiona sobre las bondades de aquello que nos es incómodo, nos hace daño, nos duele o no nos va bien?

¿Acaso no es necesario que la gratitud sea absoluta y se desarrolle al nivel de emoción, para estar en la felicidad?, por favor, observa cómo hacemos de todo para mantenernos en el “vernos bien ante los demás” y, por contrario, pocas son las personas ocupadas en ser congruentes con su ser; porque para que eso pase hay que respetarse. Alcanzar nuestra bienaventuranza tiene un camino: conocernos y aceptarnos tal cual somos, sin vergüenzas ni reclamos de lo que no somos, nunca fuimos y jamás seremos; se requiere primero tenernos un respeto propio y después por los demás.  Así que, si quieres saber cómo realmente te va a tratar a ti alguien, conócelo más allá de la superficie; observa su estima y encuentra el mapa del cómo y hasta dónde te podrá bien o mal tratar. Sólo nosotros conscientes o no, elegimos al maestro. En definitiva, la clave para poder vivir gratitud es la aceptación, esa llave que nos abre la completitud, la congruencia y nos inserta en un estado de felicidad.

¡Sí! Aceptar ese estar de acuerdo con algo tal cual es, fue o será, es creo yo un importante paso para ser totalmente conscientes y cocreadores del bienestar.

Si no puedo aceptar mi ira, enojo, miedo, resentimiento, envidia, deslealtad, falsedad y todo aquel sentir o hacer que “no se ve bien según los demás”, definitivamente aún me falta mucho por crecer, sanar y conocer. Pero, si además de eso me dedico a crucificar a todo aquel que muestre lo que de mí oculto, entonces estaré cada día más lejos de poder siquiera tocar la bendición del agradecer. Si quiero realmente no desarrollar defectos de carácter que empañen mis días, debo primeramente abrazar mis caídas.

Querer ser cada día mejor incluso con mi potencial de dolor es lo que sí está bien; soy mejor persona cuando puedo aceptar, mirar y trabajar ese dolor, frustración u ofensa, además de que sólo así podré consolarla. Si nos preparamos para expresar en el momento el enojo o el llanto, si lo creemos natural y sano entonces sí, dejaremos de acumular esos estallidos de ira extrema que tanto daño nos arriman. ¿Qué por qué no somos perfectos?, pues porque así somos: seres potencialmente mejores. La perfección no es el reto, el punto es amarme y dar lo mejor de mí; es no enjuiciar, es crecer para aceptar que yo tampoco soy perfecto y que eso está bien. Queriendo ser buenos dejamos de respetar nuestras emociones, vemos mal sentir lo que no encaja con lo bueno y santo…

Por favor, no confundamos aceptación del ser, con darnos permiso para mal hacer. 

Te estoy invitando a dejar de esconder lo que, si eres, has sido y puedes llegar a ser; te estoy pidiendo que te detengas y que te comprendas como un ser que es en sí mismo ya perfecto. ¿Qué no somos seres evolucionando? Si no hubiese un parámetro a ser mejorado seríamos un río atorado. ¿Existe acaso un agua estancada que no termine por apestarse? ¡Exacto!, se trata de conocernos para aceptar que fluir es no quedarse ahí.

Todo lo que callas, ocultas y evitas, aunque lo “olvides” se queda dentro de ti y crece deformado dentro de un apretado silencio y un día, esos secretos, llantos y defectos estallan, salen de ti convertidos en cualquier baja pasión; por ejemplo, si de joven no aceptas el rechazo de una chiquilla con todo y su frustrante enojo, vergüenza y miedo, un día te descubrirás un adulto celoso, distante y quizás, hasta violento. Dime tú, por favor, ¿quién en su sano juicio puede ser feliz sintiendo celos y apartando de sí a las personas que dice amar? Por favor, innovemos algo ¡ya!


*Terapeuta psicoemocional


innovemosalgoya@gmail.com