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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Mochilas


Martes 21 de Enero de 2020 7:10 am


LA Operación Mochila es una medida de seguridad escolar. Revisar las mochilas de los alumnos de una escuela permite interceptar que algunos lleven armas de fuego, drogas u otros objetos con que eventualmente puedan dañar a estudiantes, maestros o a sí mismos.

Hechos violentos recientes en un colegio de Coahuila expusieron la necesidad de revisar mochilas de los estudiantes. Algunos padres están de acuerdo en el operativo; otros, no. Muchos consideran que la revisión en casa es suficiente. Unos más sostienen que atenta contra los derechos de los escolares, y hubo hasta quien aseguró que la inspección a niños y adolescentes “los criminaliza”.  

Los padres de familia que consideran suficiente la revisión doméstica pasan por alto que en casos extremos un niño o un joven puede hacerse de un objeto peligroso y hasta drogas en el trayecto, si viaja solo, o dentro de la misma escuela donde no haya inspección. Meses atrás, se reveló que en al menos dos escuelas en el estado de Colima estudiantes vendían drogas a sus compañeros.

Con más frecuencia de la que algunos padres piensan, en las escuelas hay niños o adolescentes proclives a incurrir en conductas de alto riesgo, entre ellas la venta de drogas y el uso de objetos peligrosos. Si no los detectan a tiempo, pueden llevarlas a cabo. A más permisividad de padres y maestros, el riesgo es mayor. 

Ocasionalmente, cuando se detecta a estudiantes en conductas de esa naturaleza, se les expulsa de la escuela. La medida es insuficiente. Tarde o temprano ingresarán a otra, acaso de disciplina más laxa y en el hogar probablemente desatienden el problema.

Por supuesto, los primeros responsables de la conducta de los niños y adolescentes son los padres. Si éstos son permisivos, irresponsables y hasta alientan conductas ilícitas en sus hijos, pronto habrá un problema para el menor, para los padres y para la escuela. Con el tiempo, incluso pueden convertirse en un problema social. 

Revisar las mochilas en casa y a la entrada de las escuelas es una medida necesaria. Por sí misma, es insuficiente para evitar eventuales sucesos violentos, pero ayuda a que las probabilidades de que ocurran bajen de manera considerable. Por lo contrario, la ausencia de inspección alienta a algunos estudiantes a, cualesquiera que sean las razones de su conducta, dañar a otros.

Es absurdo que alguien diga que “se criminaliza a los niños”. Cuando una persona va de compras a un almacén, está bajo vigilancia de cámaras de video, hay guardias a la entrada y en negocios como Home Depot y Office Depot, por citar algunos de los más recurrentes, los policías privados de esas empresas revisan la nota de compra con los objetos que el cliente adquirió, para evitar robos. ¿Alguien se siente “criminalizado” por eso? ¿O por los arcos detectores de robos en otras tiendas? ¿Se siente que lo tratan como a un criminal en los aeropuertos o las terminales de autobuses por la revisión de maletas y los arcos detectores de metales? ¿No las considera medidas de seguridad para los pasajeros?

Revisar mochilas es una acción necesaria, si se quieren escuelas más seguras. Esa medida debe acompañarse de varias más. Los padres de familia deben cuidar las relaciones de amistad de sus hijos menores de edad, aunque a éstos les disguste y digan que se sienten vigilados. Por supuesto que se les debe vigilar mientras dependan de sus padres. Esa es una de las funciones primordiales de los paterfamilias. La libertad de actuar como cada cual lo considere pertinente, en el caso de niños y adolescentes, se gana cuando se asumen responsabilidades. Y éstas se asignan por los padres según cada rango de edad. No hay manuales, sino un conocimiento de los riesgos a que todos estamos expuestos y que en los menores de edad se potencian porque aún carecen de experiencia suficiente para distinguir riesgos mayores. Las armas de fuego y objetos similares, así como las drogas, son peligrosas en manos inexpertas y en mentes que desconocen las consecuencias de su uso. 

Ninguna excusa tienen los padres irresponsables para descuidar a sus hijos. Ellos son su principal responsabilidad y no tienen derecho a que por su permisividad sus hijos y los de otros padres padezcan consecuencias de padres omisos. 

En las escuelas, los maestros deben ser capacitados para detectar conductas de riesgo. Ellos no son responsables de que haya niños y adolescentes riesgosos, pero pueden contribuir a prevenir consecuencias graves si captan a alumnos potencialmente violentos o de plano han dado muestras de serlo.

Atajar a tiempo esa clase de conductas es acción indispensable para prevenir daños irremediables. Lo digo coloquialmente: Ni padres ni maestros deben ser alcahuetes de los niños y los adolescentes.


MAR DE FONDO


** “Contempló distraído las sonrisas/ en la mirada de los complacientes/ y expresó su secreto en las corrientes/ alternas del discurso que revisas./ No desoyó el consejo ni las prisas/ que impone el acotado continente/ a Sísifo ascendiendo la pendiente/ de las ejecuciones más precisas./ Vivió./ Sus experiencias memorables/ no son las que investigas en lo arcano/ de documentos fijos o probables,/ sino el recuerdo de un país lejano/ que se incendió en otoño, en las variables/ figuras de un recuerdo americano”. (Luis Izquierdo, español, 1936-. El ausente.)