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Malas compañías



MARIO ALBERTO SOLÍS ESPINOSA

Lo esencial por lo superfluo


Miércoles 22 de Enero de 2020 7:07 am


EN los últimos meses de su sexenio, el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa adquirió un avión faraónico, una aeronave que por sus lujos y costos resultaba entonces, y ahora con más razón, insultante para un país donde la mitad de su población está sumida en la pobreza.

Paradójicamente, dicha compra, absurda y ofensiva por innecesaria, no desató una oleada de memes, insultos y denostaciones, podría decirse que casi pasó desapercibida en la mar de nimiedades que un día sí y otro también inundan las redes sociales.

Pocos cuestionaron que, con recursos públicos, el Gobierno Federal adquiriera un avión de enormes dimensiones que sólo resultaría costeable en viajes de más de 5 horas, es decir aquellos que se realizan a otro continente o al sur del nuestro cuando mucho. ¿Cuántos de esos realiza un Presidente al año?

En cambio, la propuesta esbozada por el presidente Andrés Manuel López Obrador en días pasados, consistente en rifar el avión, desató la furia de diversos sectores que consideran ofensivo ese desprendimiento que muestra el Mandatario y todavía peor, que invoque a la participación de la sociedad en estos asuntos.

Subyace en esa virulencia una incongruencia total, hay quienes se sienten ofendidos por este asunto de la rifa, pero no lo hicieron cuando Felipe Calderón compró un avión que le terminará costando a México más de 4 mil 500 millones de pesos.

Ese desinterés cuando se formalizó la compra, es proporcional al encono que muestran quienes ahora no conciben a un Presidente completamente ajeno a los lujos que proporciona un avión de súper lujo que ni siquiera los magnates más poderosos o encumbrados han aceptado comprar.

A través del mecanismo que sea, el Gobierno Federal tiene que deshacerse del avión, en eso no hay vuelta de hoja. La aeronave es el símbolo máximo de la ostentación y el derroche de una casta privilegiada que expolió los recursos de nuestro país durante muchos años.

Por eso, es correcta la negativa de utilizar ese avión. Quizá se han cometido errores en la búsqueda de un comprador, incluso quizás el asunto de la rifa es poco serio y hasta alocado, pero la aeronave no puede usarse en un gobierno que tiene a la austeridad como una de sus banderas.

Lo deseable es que la administración lopezobradorista encuentre una solución a este asunto, antes de llegar al extremo de rifar el avión, porque si algo caracteriza al Presidente es su necedad, y no se duda que a falta de otra alternativa, efectivamente cristalice la propuesta que tanta polémica causó.

Pero con todo y eso, lo que debemos cuestionarnos como sociedad no es la manera en que se venderá el avión, para recuperar una parte del recurso público erogado, sino cómo permitimos, sin chistar, que Felipe Calderón lo comprara y Enrique Peña Nieto lo utilizara.

Ahí radica el fondo del asunto, el avión nunca debió comprarse, esa es la afrenta y el despropósito, no la rifa que organizaría López Obrador si ninguna de las otras opciones resulta. Que no se pierda de vista lo esencial por lo superfluo, quien definitivamente está mal es aquel que adquirió la aeronave, no quien busca recuperar las sumas millonarias que ya se pagaron y que se seguirán pagando hasta 2027.

 

BREVE HISTORIA PARA CAMILA


Por cierto, si se hace la rifa que me aparten dos cachitos, yo sí le entro. Ya me vi llegando con la moconeta a la populosa colonia donde pasa sus tardes, a bordo de esa aeronave. Además la podríamos personalizar con un enorme escudo del Aclas y acondicionarla para pasar las tardes de fin de semana como jeques, viendo la TV, comiendo palomitas y observando pasar la vida desde las ventanillas, la vida que nos merecemos, ni más ni menos. Hablando de ese equipo tapatío, pura sufridera provoca, el viernes pasado ofreció un espectáculo deplorable, infame y nefasto, tanto que le he dicho a la moconeta que pediré licencia a mi amor por los rojinegros, unos cuantos años, en lo que se componen.