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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Los miedosLos miedos


Viernes 13 de Marzo de 2020 1:02 pm


EMOCIÓN primaria que motiva la preservación de la vida. Así define la psicología al miedo. No se aprende, es una condición natural de los seres vivos. Impele a evitar un peligro, paralizarse, atacar o escapar. En suma, es un mecanismo de protección.

Una película mexicana que debiera clasificarse entre las clásicas, Canoa (Felipe Cazals, 1975), narra la historia de un cura católico que incita a los pobladores de San Miguel Canoa a linchar a cinco trabajadores y estudiantes que, en 1968, se hospedaron en el pueblo para escalar una montaña la mañana siguiente. El sacerdote infunde miedo en los feligreses porque, sostiene, los forasteros son comunistas, esto es, más o menos demonios. Los hechos contados en el filme ocurrieron en la realidad.

La manipulación del miedo, de los miedos, tiene efectos generalmente negativos para muchos y genera beneficios para otros, casi siempre unos pocos. Un ambiente donde es factor determinante en la toma de decisiones es la especulación bursátil. Las bolsas de valores reaccionan con miedo, y a veces con miedo pánico, ante la menor alteración de la normalidad. Pocas entidades de la sociedad son tan parecidas a un animal de presa como la bursátil. Lo hemos visto en días recientes por la pandemia del coronavirus. Cuando los especuladores financieros temen a un factor irruptivo, escapan. Me pregunto a dónde huirán ahora, si el mundo está en manos de un virus.

Cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari necesitaba distraer la atención pública a cualquier cosa que no fuesen las acciones de su gobierno, nació la fábula del chupacabras. El país entero entró en pánico. Todos temían un ataque de una bestia mítica que nadie conocía. En las clasificaciones zoológicas, ese animal no se encontraba. ¿Y cómo iba a tener un taxón científico si no era sino una inducción al imaginario popular? La manipulación del miedo surtió efectos.

En siglos pasados, los miedos se centraban en la hechicería. En 1692, en Salem, cerca de Boston, se enjuició y condenó a varias mujeres acusadas de brujería. De ahí proviene la expresión “caza de brujas”. La Inquisición del virreinato en la Nueva España acusó, torturó, condenó y asesinó a disidentes políticos mediante la frecuente acusación de prácticas demoníacas. La sociedad justificaba la ejecución de aquellos diablos, pobres diablos.

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos arrasó el pensamiento de izquierda acusando a críticos y disidentes de “comunistas prosoviéticos”, pese a que en años previos recientes la Unión Soviética, finalmente aliada de Estados Unidos, fue determinante en la derrota de los nazis.

A mediados del siglo pasado, para que los niños aprendieran a cuidarse de raptores, se les decía que los “húngaros”, esto es, los gitanos trashumantes que de cuando en cuando aparecían en Colima para dar funciones de cine, leer las cartas y la mano a ingenuos y crédulos, eran robachicos. Por consecuencia, ver a los “húngaros” y escapar raudos era para los infantes de ese tiempo una y la misma cosa. Todavía hace unos años, los gitanos eran tratados en Colima como escoria peligrosa, hasta que intervino Roberto Chapula en su defensa pública.

Los miedos son emociones que preparan a la defensa. Es una reacción natural en los humanos y en los animales. Varía de persona a persona. Hay quienes, como los gazapos, se paralizan; otros, escapan, y algunos, como los toros bravos, atacan. Depende del carácter y de la inteligencia en el manejo de la circunstancia.

Nadie más expuesto e indefenso que aquel que dice no temer a nada ni a nadie. Los Juan sin Miedo son, como el chupacabras, pura fantasía, baladronada. Son los primeros caídos. Es preocupante que el presidente Andrés Manuel López Obrador nos diga, pletórico de sí mismo, que México está “blindado” contra la pandemia del coronavirus. ¿Cómo país alguno puede impedir que una enfermedad que se expande aceleradamente por el mundo cruce sus fronteras? Ni vivimos en la ínsula Barataria ni nuestro organismo es diferente al del resto de la especie. Si el Presidente no tiene miedo, los gobernados lo tienen, a veces de un modo exagerado, pero lo tienen.

La reacción racional ante la emoción primaria del contagio es tomar medidas con base en información clínica objetiva. Ni terror ni desdén; ni manipulación ni irresponsabilidad. La razón y la información para actuar nos protegerán mejor ante la inevitable llegada del virus de moda.


MAR DE FONDO


** “Cada dificultad me condiciona/ pero cómo evitarlo/ cómo cerrar los ojos/ y que no me importe morir/ que el abismo pregunte por mí/ y en cada puerto donde toque tierra/ y sé que nada me pertenece/ comience mi historia/ y que ésta sea un regreso al polvo/ a través de hilos oscuros”. (Esdras Parra, venezolana, 1939-2004. Cada dificultad me condiciona...)