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El liderazgo de AMLO en tiempos de coronavirus



RODRIGO MARTÍNEZ OROZCO


Jueves 26 de Marzo de 2020 7:31 am


LAS últimas semanas han sido dominadas por la pandemia ocasionada por el coronavirus. Evidentemente el surgimiento de este problema mundial ha modificado inclusive una de las características más determinantes del régimen de López Obrador, al menos en apariencia: la preponderancia mediática del Presidente en los temas más importantes. De repente el Presidente se ha retirado un poco de la luz pública, salvo cuando aparece con ciertos comportamientos irresponsables, como acudir a eventos multitudinarios, saludar de mano o de beso.

Más allá de estos desplantes propios del estilo populista (aunque no exclusivos), López Obrador ha cedido los reflectores y el micrófono a su Subsecretario de Salud. Este repliegue mediático del Presidente ha sido interpretado por algunos opinólogos como el principio del fin del liderazgo de López Obrador. Mentes tan agudas como la de José Antonio Crespo han sostenido esta idea sin, hasta ahora, argumentarla con suficiencia. Mi opinión es distinta y, en perspectiva comparada, se parece bastante, aunque en magnitud distinta, al papel de Ebrard en materia de política exterior y el trato conflictivo con el gobierno de Trump. Dentro de las múltiples necedades del Presidente, ha sabido escoger aquellas materias que no son de su dominio y que, por tanto, su palabra podría provocar más daño que beneficio: política exterior y salud pública en tiempos de una pandemia muy peligrosa.

Evidentemente el Presidente no lo va a admitir públicamente que la crisis del coronavirus le permite descansar momentáneamente de una posición de sobreexposición frente a los medios. Hasta hace muy poco, día con día el Presidente era la figura principal de la comunicación de su gobierno, pero López-Gatell, especialista en epidemiología, ha tomado la batuta a raíz del surgimiento de un tema que rebasa a todos los demás, al menos por ahora, pues falta ver qué consecuencias económicas generará este parón mundial. En cierto sentido, AMLO está cediendo el micrófono a los técnicos, en una medida responsable, a pesar de que él mismo se comporte de manera irracional en sus giras por las diversas partes del país.

Para el caso que nos sirve de comparativo, Marcelo Ebrard ha sido el encargado de lidiar con las múltiples aristas de la posición exterior de México. Digo múltiples porque este súper secretario ha atendido problemas y ha dirigido estrategias y acciones más allá de las funciones de un Secretario de Relaciones Exteriores. Claramente se ha observado cómo desplazó a Olga Sánchez Cordero de los temas migratorios, que corresponden al Instituto Nacional de Migración, que forma parte de la Secretaría de Gobernación. Además, ha opacado las figuras de la secretaria de Economía, Graciela Márquez, y de otros funcionarios encargados de las negociaciones económicas y comerciales con Estados Unidos. Finalmente, y esto es lo más importante, Ebrard ha fungido como muro de contención de los constantes ataques públicos de Trump hacia México. Ebrard es el que contesta, polemiza, declara y lleva la política de México hacia Trump, al menos en público. ¿Qué implica esto? Que cualquier conflicto potencial entre ambas naciones se queda en un segundo nivel de la administración de ambos gobiernos, pues López Obrador ha evadido, inteligentemente, contestar de manera personal a las declaraciones de Trump. A México no le conviene un conflicto entre presidentes. A Trump sí.

En conclusión, el liderazgo de AMLO no ha sido víctima del coronavirus, pues parece que está repitiendo, salvadas las diferencias, el patrón de Marcelo Ebrard. La diferencia es que el papel del Subsecretario de Salud es meramente técnico, mientras que el de Ebrard es principalmente político. Los temas a atender son distintos pero la estrategia del Presidente parece ser la misma: repliegue voluntario y estratégico en las materias clave que así lo ameriten.