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Justicia ciega



MANUEL AHUMADA DE LA MADRID

Pandemia: las dos caras de la moneda


Jueves 26 de Marzo de 2020 7:32 am


EN principio, se podría pensar que no existen dos caras, dos lados, el positivo y el negativo de todo esto generado por el nuevo coronavirus, sino uno solo, el negativo. Pero sí lo hay, el jing y el jang. En el lado negativo está la expansión incontrolable, hasta ahora, de un virus de altísima capacidad de contagio, sobre todo porque se transmite en la fase asintomática del portador. Nadie lo ve, nadie sabe si está en la ropa, las superficies que se tocan o en la persona que se nos acerca a menos de un metro. Nos asusta Europa, Italia y la madre patria, España, de los más afectados, cuyos infectados y muertos en el caso de Italia se cuentan ya por más de mil y más de los que se dieron en China, su origen. 

En México, varios estados de la República se adelantaron al Gobierno Federal y decretaron legalmente el estado de emergencia, imponiendo medidas de aislamiento social y reducción de la actividad económica, previendo evitar con ello la saturación de los servicios de salud, siempre insuficientes, ahora más. Las compras de pánico, los ríos de información y desinformación que sacuden las redes sociales en torno a un minúsculo ¿organismo o ente? Difícil definirlo si no se es médico.

La desobediencia e inconciencia de la gente que no respeta las medidas de mitigación como el #Yomequedoencasa, a pesar de las miles de advertencias de europeos, estadounidenses y chinos, para aplanar lo que se dice, la curva de contagio. Más muertos que la última epidemia del SARS, al nuevo coronavirus denominado Covid-19 se le comienza a equiparar con la epidemia de gripe de principios del año pasado, 1918, curiosamente, poco más de 100 años después un evento similar tiene al mundo en jaque, con quizás 10 veces más población humana.

El jing, el lado negativo, más lo que se avecina. En un meme se dibuja una ola gigante que corresponde al nuevo coronavirus, seguida de otra mucho más grande, un tsunami, por las pérdidas económicas que esto generará, de manera irreversible, y para lo cual, casi nadie está preparado, siendo los que pierden más, como casi siempre, los de abajo, en un escenario en el que, sin embargo, todos perdemos, nadie gana, salvo los que producen gel antibacterial, cubrebocas y pruebas de laboratorio para detectar la infección.

El jang, o como se le quiera ver, nos ha hecho encerrarnos en nuestras casas, dejar las prisas, las carreras, el estrés aunque sea de manera temporal para convivir con los nuestros, los que están cerca y que muchas veces se ignoran o se da por sentado que ahí están, con la familia, para cocinar, jugar, platicar, bromear y reír mientras el coronavirus se quede afuera, para fortalecer o ahondar las distancias, para reflexionar lo que somos, a dónde vamos y qué haremos después, en medio de tanta incertidumbre. Para aplaudir a los médicos y enfermeras, verdaderos héroes en todo esto, a quienes no dejan de laborar para mantener los servicios indispensables, para ellos va nuestro reconocimiento.

Pero hay aún más, en un video que contiene un poema hablado en italiano por una mujer, nos explica todo, la Tierra nos advirtió, el sobrecalentamiento global, la Antártida sin nieve, los incendios en Australia, no entendimos, estábamos enfermando el planeta y no lo escuchamos. Irónicamente, hay peces y hermosos cisnes en los canales de Venecia, delfines en puertos de Italia, pavorreales en plena ciudad de Madrid y ciervos en ciudades de Japón, a falta de actividad humana, nuestro planeta respira, se reducen los índices de contaminación dramáticamente en las zonas más afectadas por el coronavirus. El aire se vuelve impoluto y la vida cobra vida mientras permanecemos sin salir de casa. ¿Nos ha quedado claro? ¿Necesitábamos un virus letal y súper contagioso para darnos cuenta?

Irónicamente, no ha sido la Tierra la que nos dio la sacudida, sino nuestras prácticas insanas, ya sea que haya salido de un mercado de animales salvajes o un laboratorio secreto, no lo sabremos, pero algo se debe aprender de todo esto. El jang, ¿qué haremos después, cuando pase todo esto? ¿Cómo se darán las cosas en el plano económico y en el plano espiritual, interno de cada uno de nosotros? ¿Será esto la puerta de entrada a un gran cambio humano, o sólo una pandemia sin lecciones?