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Virología, primavera y poesía



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 31 de Marzo de 2020 7:55 am


Poesía eres tú. Mientras haya en 

el mundo primavera, habrá poesía.

Gustavo Adolfo Bécquer


VOY a seguir el orden del nombre de esta colaboración. La virología es una parte de la microbiología, que estudia todos los venenos o tóxicos que viven a expensas de los seres vivos. La saturación virológica ha pasado de los seres humanos a todos los medios de comunicación existentes. Me llama la atención que en esta ocasión no se haya culpado de esta pandemia a los changos, murciélagos, ratas o razas por su color, que generalmente siempre se les ha culpado por estas desgracias.

En nuestro país, el virus toma un sesgo curioso, mucho antes que apareciera esta enfermedad, el Presidente de la República propuso que en lugar de balazos, los mexicanos nos diéramos abrazos y todo tipo de apapachos. Los que no estaban de acuerdo con esta forma de cambiar la violencia por la fraternidad, han tomado como un aliado imprescindible a su forma de ser la aparición del coronavirus. A grito abierto culpan a AMLO de posible contagio entre los mexicanos, además, en el instructivo del resentimiento que los guía, consideran que es atentatorio contra la salud que las personas se arremolinen alrededor del tabasqueño. Los partidos fulminados por la participación del pueblo de México hacia Obrador, para sentirse al nivel y no aceptar el abandono del pueblo, dicen que ellos no convocan a la gente para evitar el contagio, no se preocupen, si convocan a la gente nadie irá.

Estos tipos de personas, medios de comunicación, grupos políticos y empresariales, se sienten desesperados porque no llega la muerte y destrucción para que caigan muertos grupos de personas como moscas, para descargar su odio contra quien ellos quieren sea el culpable, es decir, quien no les ha permitido saquear al país.

Ahora vayamos con la primavera. El 21 de marzo llegó la primavera, que significa primeros verdores. El invierno termina e inmediatamente cuando está muriendo esta estación, aparece la vida la primavera. Aquí hay algo filosófico, Sócrates, el filósofo ateniense, cuando se iba a tomar la cicuta, veneno letal que le arrebató la vida y que las autoridades de esa época lo sentenciaron a que se la tomara, amigos y familiares lloraban porque iba a morir. Tranquilo les dijo que no se preocuparan, que estaba en paz y que pronto moriría, que a la muerte le seguía la vida.

En la misma fecha, celebramos el Día Mundial de la Poesía. Los comerciantes han cometido un brutal error en no incorporar al consumismo a la poesía, les aseguro que diario viviríamos con una pandemia estética que nos haría felices, o nos aclararía muchas confusiones del espíritu, ya que se encuentra en nosotros y todo lo que nos rodea y tiene vida es poesía.

Imaginemos leyendo poesía al pillaje político, empresarios empedernidos por la metalización, sicarios, chairos, fifís y hampa de la más variada calaña. Todos buscando en la palabra la dulzura, el consuelo, el placer o alguna satisfacción intelectual o sensible, ¡todo un espectáculo!

Para acercarnos a la poesía leamos aquel incidente que narra Ethel Krauze, cuando en una ocasión dos niños se peleaban en la mesa mientras comían. La madre no encontraba cómo ponerlos en paz, la roja gelatina que se iban a comer la tiraron sobre el blanco mantel de la mesa. La madre exclamó:

–“¡Miren! –dice enrollándose el chino de la frente–, ¡es la sangre de Ignacio sobre la arena!, –nos miramos asustados–. –Sí, ¿no ven?, el mantel es como la arena, y esos cachitos de gelatina son las gotas de sangre del pobre Ignacio que está muriéndose…

“–¿Quién es Ignacio? –preguntamos. –Un torero. Y lo mató el toro. –¿Lo mató?

“Miren, les voy a contar. Él tenía un amigo que lo quería muchísimo y lo fue a ver torear. Y cuando lo vio tirado, lleno de sangre, se levantó gritando: ¡Avisad a los jazmines con su blancura pequeña, que no quiero ver la sangre de Ignacio sobre la arena! ¿Se imaginan? Le pidió a los jazmines, que son unas florecitas blancas, que llegaran corriendo a tapar la sangre de Ignacio, porque no quería verla, porque le daba mucho dolor ver a su amigo así. Vengan florecitas, les dijo, y a todos los demás les dijo avísenles que ya se apuren. ¿No es precioso?”.