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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Esperanza de verdad


Domingo 17 de Mayo de 2020 6:52 am


COMPRENDER y vivir con esperanza va más allá de una fantasiosa ilusión, es tener la disposición de espera para que suceda lo que más anhelamos. Al parecer hoy esperamos que pase pronto la amenaza. Por un lado, tenemos el aturdimiento de lo que pudiera ser, y a la vez sobrevivimos gracias a la fuerza que nos da también, ¿será acaso que nos estamos enfrentando a un juego macabro del destino?, ¿o será que vivir es siempre este estar que no queremos notar? ¡Nótalo, nada ha cambiado! A diario bailamos con un cincuenta de posibilidades de sobrevivir al minuto siguiente o de morir en ese instante preciso, ese que nos corresponde a cada uno de nosotros. Nos da tanto miedo morir o que mueran aquellos a quienes amamos, que no nos detenemos ni medio segundo a reflexionar sobre el día que nos toque dar nuestra despedida, salvo, claro está, que tengamos una sentencia de muerte encima.

Pocos pueden ver su propia muerte sin fatalismos y con la claridad de que morir es la culminación de vivir. Hoy vivimos ante una posibilidad aparentemente mayor a morir que la de antes, que nos afecta y alcanza. Sabemos que en caso de contagio grave y ante la saturación de la atención, más la ya muy cacareada insuficiencia de medicamentos y equipos; todos con o sin recursos económicos, podríamos en un instante iniciar con síntomas y quizás irnos sin mayores despedidas. Se dice que quien entra grave a un lugar y muere, lo hace solo, no hay funerales normales, ni hay oportunidad de despedidas emocionales. Sin abrazos ni consuelos, cada uno a solas, tendrá que vivir sus miedos, duelos y consuelos.

¡Sí!, sé que no estás cómodo leyendo esas cosas, pero por favor, no me dejes aquí, sigue conmigo letra a letra, alma con alma, quiero pedirte que aquietes tu atención y veas junto conmigo que el hoy no es distinto al día previo a la pandemia; todo día puede ser nuestra despedida de vida y aquí lo importante es saber qué hemos hecho, qué hacemos y qué haremos con respecto a nuestra negación de la muerte y qué queremos hacer, para dejar a quienes amamos verdaderas posibilidades de duelos sanos y consuelos bien parados.

No te confundas con un positivismo sin profundo sustento, se necesita más que sólo declarar positivamente, ser realmente positivo va de la mano con la realidad, sea la que sea. Negar lo que es, cambiar las cifras y autoengañarnos para no enfrentar la realidad, sólo puede aumentar el estrés de manera silente y sutil. Nuestra consciencia tiene otros datos, ella sí sabe lo que sucede tal cual es, nosotros al no querer ver la realidad solitos nos aumentamos los niveles de estrés.

¡Qué más quisiera yo que la pandemia fuese un mal sueño, una alucinada y embrutecida enyerbada!, pero la verdad es que ni pasa ni termina y lo sabemos en ese nivel de consciencia que no puede dejar de mirar lo que es, como es. Unos se paralizan, otros se creen los cuentos y salen a infectar a otros sin ser conscientes de eso y así, como hormigas sin hormiguero, corremos en círculos sin rumbo y con miedo.

Se nos ha dicho mucho que la verdad nos hará libres, y sí, eso es real; ser optimista con fundamento en la verdad nos hace fuertes, certeros y valientes; por otro lado, el negar la realidad nos conflictúa y aumenta el estrés, al grado de ser causal dé una baja de defensas y el aumento de posibilidades de enfermar de gravedad. Es imperioso que logremos vencer el miedo, soltar el positivismo fruto de la negación y que empecemos a vivir con una esperanza de verdad, cuidando no cruzar el sutil lindero entre lo escandaloso y amarillista, y el miedo de siembra, ese que algunos aumentan para aprovechar la realidad y podernos manipular.

Usa el ritmo quieto del resguardo, para decir tantos “te amo” como te sea posible, arregla los miedos que hoy se te muestran tan claros y abiertos. Innovemos algo, ¡Ya!, pongámonos al día con quien amamos, para no dejarles cuentas emocionales sin resolver.

 

*Terapeuta psicoemocional

 

innovemosalgoya@gmail.com