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La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

El amor se demuestra con obras


Domingo 17 de Mayo de 2020 6:51 am


NOS decimos cristianos y proclamamos amar a Cristo. Pero, ¿en verdad hay alguna prueba para saber si amamos o no a Cristo, un análisis infalible para saber si somos cristianos auténticos?, es importante saberlo.

El mismo Jesús nos responde categóricamente en el Evangelio de hoy, lo siguiente: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos”. Aquí nos preguntamos, ¿cuáles mandamientos? La verdad es que todos se reducen a uno solo, esa es la síntesis de la ley cristiana: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado”.

Es una equivalencia sorprendente. Cristianismo es amar a Cristo, amar a Cristo es cumplir sus mandamientos; su mandamiento máximo es amar al prójimo, por lo tanto, cristianismo es amar a los demás al estilo de Jesús: “En esto conocerán que son mis discípulos, en que se amen como yo los he amado”. Esta es la prueba de fuego para saber si somos cristianos.

Actualmente, el concepto del amor se ha devaluado. Cristo era necesario para enseñarnos el amor, eso sin duda, pero en el hombre de hoy el amor no es sino la mera proyección de su egoísmo. Amar el dinero, la comodidad a toda costa, triunfar (aunque se tenga que pisotear a los demás); “primero yo, luego yo y después yo”, así se cree.

Este egocentrismo de individuos y Naciones produce problemas cada vez más asfixiantes: el hambre en el mundo (que también tiene presencias concretas entre nosotros); las diferencias sociales entre Naciones muy ricas y otras miserablemente pobres (con realidades muy graves y explosivas); la violencia y opresión; el problema de drogas; el desempleo; el sexo sin freno ni amor; el dominio; la explotación; un sinfín de problemáticas.

Ante estas realidades dolorosas, es indispensable prodigar el amor auténtico, el amor cristiano que sublima y perfecciona al hombre en todas sus dimensiones. Amor de verdad, no sólo de palabra, sino sobre todo con hechos. Amor activo para defender los Derechos Humanos y los derechos de Dios. Amar a Dios y al prójimo es un compromiso vital, es hacer vivo y presente el amor de Dios entre nosotros. Contribuyendo a la solución de los males que nos aquejan. Esfuerzo generoso en todo lo que nos sea posible, dentro de nuestro pequeño o grande radio de acción: familia, trabajo, ambiente, sociedad, humanidad. ¡Amar es servir!

Ciertamente no todos servimos para todo, pero todos servimos para algo. Ese algo, poco o mucho, el Señor nos lo ha dado para compartirlo con nuestro prójimo.

Amigo(a): Cristo será el premio de ese amor a Dios que se desborda hacia nuestros semejantes. Jesús nos dice en el Evangelio de hoy: “Al que me ame, amando a los demás, lo amara mi Padre y yo también lo amare”. Ser amado por Dios y por Cristo Jesús, ¿puede haber premio mayor?