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Entre Judas y Caínes



LOURDES CARRILLO BERNAL


Lunes 18 de Mayo de 2020 7:42 pm


“BATÚ Kan, nieto de Gengis Kan y jefe de la Horda de Oro, fue el primer jefe militar en usar armas biológicas. El tártaro carecía de científicos y laboratorios, tampoco sabía del método usado por el cartaginés Aníbal, quien arrojaba ánforas llenas de víboras venenosas contra los barcos enemigos (184 a.C) pero fue más ingenioso. En 1346 ordenó lanzar a sus propios soldados muertos por la peste, por encima de las murallas de Caffa. Táctica que causó un brote fatal en la antigua ciudad griega, y entonces colonia de la Serenísima República de Génva. Desde allí se esparció la gran peste bubónica que diezmó a la población de Europa (1347-53)” (José Steinsleger, La Jornada, 13-05-20). Así empezó la guerra biológica moderna.

Hoy, 677 años después, la táctica militar referida se utiliza en los territorios ocupados de Palestina, Israel y en los territorios anexados por gracia del enviado de Dios (Pompeo dixit) de Trump “para salvar al pueblo judío”, soldados y colonos israelíes escupen a palestinos y sus casas con la esperanza de contagiarlos. Uno de los primeros efectos del coronavirus –aparte de miles de muertos y millones de desempleados– fue exacerbar el típicamente trumpiano odio israelí hacia los palestinos que pasan a ser de “una amenaza terrorista, a una amenaza epidemiológica”, y por otro lado, el objeto de una bizarra guerra biológica (Maciek Winsniewski, La Jornada, 15-03-20).

El “colonavirus” usa la contingencia para seguir asesinando a los palestinos, demoler sus casas y despojarlos de sus tierras empujando la anexión ilegal de un 30 por ciento de Cisjordania. No se ve fin a los 13 años de asedio militar de Israel a la Franja de Gaza, ni el coronavirus es tan letal para la población palestina encerrada en guetos, pero exigen a los trabajadores palestinos estar fuera semanas, viviendo en condiciones inhumanas y sin equipos de protección para mantener a flote la economía de Israel.

Los 9 millones de habitantes de Israel aún no saben qué destino tendrán. Después de 500 días de escándalos, tres elecciones y un sin fin de negociaciones, la toma de posesión del gobierno de unión de Benjamín Netanyahu y su antiguo rival Benny Gantz, prevista para el jueves, fue aplazada para el domingo en medio de negociaciones sobre los ministerios. Este singular gobierno de bandazos por 18 meses de extrema derecha (Netanyahu) a otros 18 meses de izquierda (Gatz), además del reparto equitativo de las carteras entre sus respectivos partidos (todo un galimatías), todo apunta a que el nuevo gobierno que inicia el domingo será un gobierno sin ideología, pero bajo la égida del gobierno de Estados Unidos y con el nuevo gobernante, Netanyahu, que enfrentará un juicio por corrupción que comenzará a finales de mayo.

El 1 de julio presentarán el plan de “resolución del conflicto con palestinos” que impulsa Donald Trump, en el que dispone la anexión de Israel de más de 130 colonias judías de la Cisjordania ocupada desde 1967 por Israel y el Valle del Jordán, tierra que se extiende entre el lago Tiberíades (mar de Galilea) y el Mar Muerto, que se convertiría en la nueva frontera oriental de Israel con Jordania, plan lógicamente rechazado por los palestinos, y es generalizada la opinión internacional de que este proyecto podría empujar a la región hacia más conflictos.

Mientras, continúan las agresiones desproporcionadas: el miércoles un palestino “arrojó” su auto contra un grupo de israelíes, éstos lo mataron. También consideran el problema de la pandemia, con más de 16 mil 500 infectados y 264 muertos. El desempleo, que antes de la crisis sanitaria era de 3.4 por ciento, pasó a alrededor del 27 por ciento hoy.

Mientras, nuestros connacionales envían remesas que fortalecen la economía, extranjeros sacan del país 330 mil millones en lo que va del año (La Jornada, 15-05-20) equivalente al costo de Dos Bocas y el Tren Maya. El coronavirus destapa al grupo FRENA, en el que fraternizan Judas y Caínes con los mismos cobardes fines.

 

*Ex presidenta de la ACPE