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Imparable violencia



MANUEL GODINA VELASCO


Miércoles 20 de Mayo de 2020 7:39 am


COMO comentarista quisiera escribir sobre temas agradables, pero la mayoría de las veces, tratando de interpretar el “humor social”, me veo en la necesidad de hacer críticas a los equivocados actos de gobierno o de sus funcionarios. El tema de la insuficiencia hospitalaria, falta de insumos y equipos, especialmente para enfrentar los efectos de esta grave pandemia, ya ha sido tratado casi a diario por reporteros y columnistas; vayamos a otro tema.

AMLO, en su larga campaña para conseguir el triunfo electoral y llegar a la Presidencia de la República, criticó mil veces las deficiencias y corrupción en el área de salud, situación que no ha podido arreglar en los 18 meses de ejercer el poder, por el contrario, redujo en mucho el presupuesto para este sector que hoy sufre sus consecuencias.

Otros dos temas de los muchos en que se exhiben contradicciones y fallas, son los relativos al crecimiento económico que nos brindaría su gobierno, cuya desastrosa realidad nos llevó el año pasado a un decrecimiento de -0.5 por ciento, que pronto será un verdadero dolor de cabeza para el gobierno y los ciudadanos. El otro grave tema pendiente de resolver es la inseguridad y la violencia que tienen sumido en el terror a todo el país.

Durante su campaña, López Obrador criticó severamente a Felipe Calderón y al mismo Peña Nieto por el uso indebido que a su juicio se daba al utilizar a las Fuerzas Armadas en el combate al narcotráfico y a la delincuencia organizada. En sus promesas de campaña fue enfático en que al llegar al poder regresaría al Ejército a los cuarteles “de donde nunca debieron salir”.

Lo más censurable del caso es que ya estando sentado en la silla presidencial, llegó a decir que si por él fuera “desaparecería al Ejército”, al que culpaba siempre de la represión sistemática al pueblo y de las violaciones de los Derechos Humanos. Sus expresiones contra las policías municipales, estatales y la Policía Federal, eran el pan de cada día. Por falta de competencia no pudo eliminar a las policías municipales y estatales pero sí a la Federal, que la desapareció con el apoyo de sus mayorías camarales.

Como era muy riesgoso borrar de un plumazo a las Fuerzas Armadas, concibió al estilo Venezuela la creación de una Guardia Nacional que “acabaría en menos de un año con la inseguridad y la violencia”. Pero resulta que tras un año y 2 meses de estar operando los efectivos de esa fuerza militar, por el contrario, la inseguridad y la violencia siguen imparables.

En su lapso de gobierno AMLO ya acumula más de 35 mil muertos ejecutados por la delincuencia organizada; la cacareada Guardia Nacional hasta hoy no ha funcionado, por lo menos no hay resultados evidentes de su operación. Lo peor es que primero por presiones de Donald Trump, varios efectivos de la nueva fuerza castrense fueron destinados a servir de muro de contención de las caravanas migrantes en nuestra frontera sur, el resto de ellos por la pandemia ahora cuidan de hospitales y a trabajadores del sector salud.

El vilipendiado Ejército fue obligado a no repeler las vergonzantes agresiones en su contra, además de ordenarles tratar a los delincuentes en forma correcta, “porque también son pueblo”, es decir, el ganado respeto y actuación de las Fuerzas Armadas se esfumó de repente por órdenes de su Comandante Supremo, que pide “abrazos y no balazos” para enfrentar a la delincuencia.

Ante estos graves errores en la política gubernamental, se decide ahora sí utilizar al Ejército en tareas policíacas, lo que ha generado severas críticas, una de ellas de un reconocido académico y jurista, el ex procurador de la República, Sergio García Ramírez, quien en publicación reciente sostiene: “Convertir al Ejército en Policía entraña graves peligros de los que muchos países dan testimonio. El acuerdo del 11 de mayo de 2020 incurre en la conversión indeseable de las Fuerzas Armadas. Los ciudadanos y el país, pero también las propias Fuerzas Armadas, cosecharán las consecuencias”.


*Analista político