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Ni en la casa ni en la calle estamos seguras



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Viernes 22 de Mayo de 2020 7:38 am


ES cierto que a partir del confinamiento obligado producto del Covid-19, y dado que para la mayoría es una experiencia nueva, nuestra cotidianidad se vio trastocada y la consigna “Quédate en casa”, a gran parte nos cayó como balde de agua fría. En primer lugar, por el sentido imperativo implícito en ella nos sugiere un alto grado de obligatoriedad, a la cual naturalmente nos induce a los seres humanos a ejercer la desobediencia; en segundo lugar, por la necesidad inherente de cumplir compromisos laborales, sociales o familiares fuera de casa.

Y aunque lentamente hemos ido adoptando las medidas recomendadas, la resistencia continúa imperando, de ahí que las calles o negocios, principalmente en el Centro de la ciudad y a cualquier hora, nos reporta un estado de cosas diferentes a la que tendría que ser, dado el conflicto de contagio que es toda una realidad, aunque no lo tengamos físicamente enfrente nuestro o mínimamente cercano.

Algo más que parece no estar en sintonía con el confinamiento o es producto de él, es la inseguridad. Los robos a casa habitación, de autos y la violencia hacia las mujeres no baja, al contrario, va en aumento, sin que se le otorgue un estatus especial o un tratamiento diferente; da la impresión que en el inconsciente colectivo y para las autoridades correspondientes estos hechos están registrados como algo que cotidianamente sucede, luego entonces se registra como un proceso normal, y no tiene que ser así.

Sabemos que la violencia hacia las mujeres no es reciente, que antes del Covid-19 ya se registraban altos índices de ella en nuestro estado y en todo el país, quizá nos hubiésemos imaginado que el encierro obligado y la convivencia constante traerían estados de ánimo diferentes en los hogares, por la oportunidad de diálogo y escucha que las prisas anteriores limitaban, pero no ha sido así, las dinámicas familiares se están alterando a tal grado que la violencia está más severa que nunca, tanto dentro como fuera de los hogares.

A ese respecto, las autoridades locales, aunque quieran tapar la inseguridad con un dedo, no es posible. La desaparición de la diputada Anel Bueno y el manejo gris en el que han querido sustentar su secuestro no ha resultado; desde el momento en que fue sustraída, la población inmediatamente empezó a propagar la noticia y como secreto a voces se expandió por todo el estado. Claro, todo ello con una buena dosis de interpretaciones producto del desconocimiento del móvil, circunstancia que prevalece hasta hoy.

El incremento en la violencia intrafamiliar es otro dato que de no ser por los centros de atención que con sana distancia y con los recursos que cuentan continúan su trabajo de atención, quedaría en el anonimato; aunque casos lamentablemente visibles como el de la golpiza que recibió la esposa del regidor del Ayuntamiento de Colima, Rafael Briceño, por parte de él, y que fue del dominio público, nos da un indicativo de cómo está la situación al interior de los hogares, y que la única manera de paliarla es haciendo la denuncia, darle seguimiento y exigir atención puntual de las autoridades.

También, lamentablemente, el intento de secuestro a la licenciada Linda Ochoa, quien valientemente expuso su caso con tintes de denuncia en las redes sociales, haciendo además recomendaciones de cuidado a todas las mujeres al salir a la calle, este es otro foco rojo que no debemos soslayar. Mi reconocimiento por mostrarnos su valentía que por lo menos a mí me dice que la sororidad existe.

Luego entonces, ni en casa o calle estamos seguras. No es el Covid-19 el responsable de esta violencia, este es sólo el pretexto para continuar perpetuando el machismo imperante en nuestra sociedad, la supremacía del hombre sobre la mujer, que desafortunadamente encuentra a sus mejores alianzas en las autoridades responsables de procurarnos seguridad y bienestar, cuya omisión en resolver casos es cada día más evidente, demostrando así su incapacidad y en gran medida también su insensibilidad.


*Ex secretaria de Mujeres de Morena Colima