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A propósito



FERNANDO MORENO PEÑA


Sábado 23 de Mayo de 2020 8:22 am


HA quedado probado que la curva no se aplanó, que el 23 de abril no regresamos a la normalidad, que del 8 al 10 de mayo no llegamos al pico de la pandemia y que no empezamos el descenso, que el 18 de mayo tampoco regresamos a la normalidad ni las escuelas reanudaron clases y que tampoco lo haremos el 1 de junio.

Que los municipios de la esperanza no quisieron entrar a la “nueva normalidad” y en algunos de ellos ya hay contagios, que varios Gobernadores decidieron cuándo reabrir la economía, que el Gobierno de la Ciudad de México no hará caso a las recomendaciones de Hugo López-Gatell y quedó demostrado, también, que no se domó la pandemia y que la luz que se veía en el túnel no era la salida, sino el tren mortuorio que venía cargado de fallecidos.

Ante eso, se hacía necesario crear distractores en el discurso oficial, para hablar menos de la pandemia y abusar de los distraídos para desviar la atención de lo que salió de control.

1.- El presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a minimizar el tema de la violencia contra las mujeres al afirmar que durante la pandemia no hay aumento de la violencia en contra de las mujeres y dijo que la fraternidad familiar es uno de los fuertes de la cultura mexicana.

“Sí, sí, sí existe machismo, pero también existe mucha fraternidad familiar. La familia en México es excepcional, es el núcleo humano más fraterno, es de las cosas buenas que tenemos”.

AMLO afirmó que el 90 por ciento de las llamadas de auxilio por violencia contra mujeres “son falsas”. La reacción de los grupos feministas no se hizo esperar y acusaron al Presidente de ocultar el nivel de gravedad de este fenómeno, lo cual ayuda a perpetuar la violencia y la impunidad de los agresores.

El Mandatario volvió a perder frente a las mujeres en este tema.

2.- López Obrador dijo que los medios de comunicación atacan al Gobierno. “Yo no tengo confrontación con los medios, son los medios, y no todos, los que atacan al Gobierno, para decirlo así de manera sencilla, lo que hacemos nosotros es argumentar, replicar, aclarar las cosas y hay infinidad de distorsiones”.

Expresó que los ataques de los periódicos más importantes del mundo son porque no tienen ética y los caracteriza la decadencia y propuso revisar el papel de los medios, “así como hacer una revisión profunda sobre el papel de los medios, sobre todo impresos, ese es mi punto de vista”. Pero nadie se distrajo con este tema.

3.- La pretensión del Conacyt, de que los miembros del Sistema Nacional de Investigadores donaran sus estímulos a la productividad para destinarlos al combate del coronavirus, irritó a la comunidad científica, que se negó y criticó severamente al Gobierno Federal por querer quitarles parte de sus legítimos ingresos.

4.- La propuesta del dirigente de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, de usar al INEGI para investigar la riqueza y fijarle nuevos impuestos, funcionó como distractor, pero dividió a Morena y mereció el rechazo general.

5.- El decreto contra las energías limpias, implicó un terrible pleito a AMLO.

6.- La desaparición del Fondo de Desastres Naturales y del Fideicomiso de Apoyo al Cine, entre otros 42 fideicomisos, produjo una reacción general en contra de dichas intenciones.

¿Y DESPUÉS DE LAS FUERZAS ARMADAS?

La decisión de AMLO de incorporar a las Fuerzas Armadas a las tareas de seguridad pública, ha sido severamente criticada por amplios sectores de la sociedad civil, por los partidos de oposición, por las fuerzas políticas progresistas del país e, incluso, por prominentes miembros de Morena.

Se cuestiona el decreto que las incorpora y se destaca el cambio del discurso del Presidente, quien siempre criticó a los gobiernos de Calderón y Peña Nieto por utilizar a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad y olvidó su reiterado discurso de campaña de que el Ejército y la Marina-Armada de México deberían de retornar de inmediato a sus cuarteles.

El decreto se cuestiona porque no cumple lo dispuesto en la Constitución, donde se establece que las Fuerzas Armadas deben incorporarse a tareas de seguridad de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria y resulta que el decreto dispone algo diferente.

1.- No las incorpora de manera extraordinaria, porque esto debe entenderse como excepcional, temporal y restringida, sino todo lo contrario, su incorporación no las acota ni en tiempo, ni en espacio ni en la función, estarán hasta marzo de 2024, sin explicar el carácter excepcional.

2.- La intervención debe ser regulada y fiscalizada y el decreto establece que estarán bajo la supervisión y control del Órgano Interno de Control de la dependencia a que correspondan; o sea, las Fuerzas Armadas se van a regular y fiscalizar solas.

3.- No se incorporan subordinadas al mando civil, sino coordinadas con la Secretaría de Seguridad.

¿Por qué cambió de opinión el Presidente? Por una parte, es bueno que cambie de opinión y rectifique y corrija su discurso de 12 años sobre el tema.

El mensaje que se manda es que, pese a los 11 meses de operación de la Guardia Nacional, ésta no ha podido contener la inseguridad y la violencia, porque marzo y abril son los meses más violentos del gobierno de AMLO, llegando a los 3 mil homicidios mensuales.

Se acepta también que la estrategia de “abrazos y no balazos” no ha resultado eficaz en el combate a la inseguridad y a la delincuencia y se afirma que la presión del gobierno de EEUU ha obligado al gobierno de López Obrador a mantener al Ejército en las calles.

Se dice que la violencia no únicamente se incrementará, sino que la crisis económica, el desempleo y la pobreza como consecuencia de la pandemia por el Covid-19, agravarán la inestabilidad social y se requerirán de las Fuerzas Armadas en las calles para contener la protesta social.

El Presidente no explica por qué cambió su discurso y tomó, en cambio, la decisión de seguir la misma estrategia de Calderón y Peña Nieto, al utilizar a los militares en tareas de seguridad pública.

López Obrador aseguró que “no quiere que la Guardia Nacional fracase y que por ello defenderá la incorporación de las Fuerzas Armadas a las tareas de seguridad pública. Necesitamos de la disciplina, del profesionalismo de la Marina y del Ejército para enfrentar el problema de la inseguridad y de la violencia. No quiero, lo digo con toda franqueza, que la Guardia Nacional termine como la Policía Federal Preventiva, sería un rotundo fracaso.

“Por eso, aunque me critiquen de que quiero militarizar el país, voy a seguir insistiendo en que nos deben de ayudar las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, estoy convencido de que es necesario”.

Reconoció que antes no pensaba así, pero cuando llegó a la Presidencia, consideró que las Fuerzas Armadas estaban desaprovechadas y, además, acepta que, de no hacerlo, la Guardia Nacional correría la misma suerte que la Policía Federal en el combate a la inseguridad.

Dado que la inseguridad se ha incrementado como nunca y el gobierno de Andrés Manuel no ha podido con este grave problema, no queda otra que recurrir al apoyo de las Fuerzas Armadas, que entran en apoyo a la Guardia Nacional que no cumplió con la expectativa. En otras condiciones, estaría en contra de la decisión, pero ante el fracaso de este gobierno, resulta no sólo necesario, sino vital.

Aquí cabe preguntar para qué se incorpora a las Fuerzas Armadas, si hemos visto cómo los militares que forman parte de la Guardia Nacional son humillados, escupidos, insultados, vejados y desarmados por el pueblo bueno, que en la más completa impunidad agreden a las Fuerzas Armadas y el Gobierno Federal ha dado instrucciones de no responder con la fuerza que legalmente ampara a las Fuerzas Armadas en hechos de violencia.

Me supongo que las Fuerzas Armadas van a actuar y no estarán de floreros, observando la comisión de hechos delictivos y recibiendo la agresión de los delincuentes, porque si va a seguir lo mismo, dentro de 4 años las Fuerzas Armadas habrán fracasado y sufrirán el desgaste y el desprestigio.

Hay que recordar que AMLO apostó todo a la Guardia Nacional y ahora apuesta a las Fuerzas Armadas y la pregunta obvia es: ¿si también éstas fracasan, a quién sacaremos a las calles?