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Red abierta



ARMANDO MARTÍNEZ OROZCO

Obligados a optar


Viernes 12 de Junio de 2020 7:52 am


1.- La añoranza de una vida anteriormente en contacto directo con la naturaleza, pulcra de estrés, contaminación, pandemias y violencia, caracteriza a la izquierda socialista internacional, la derecha mundial es notable por haber formado una civilización capitalista donde lo más importante es la generación de dinero. Luego, su sistema ético se funda en la convicción de vencer al adversario en la libre competencia.

El ser humano capitalista se ha formado en el aprendizaje del comportamiento de quienes lo precedieron y lograron progresos tecnológicos. Por ejemplo, la creación de la rueda, el descubrimiento del fuego o la elaboración de pinturas rupestres para la memoria colectiva.

Para el filósofo y economista austriaco F.A. Hayek, era importantísima la distinción del término creado por él mismo: la “fatal arrogancia”. De ahí viene la idea posmoderna de que el talento para la adquisición de habilidades nace de la razón humana y no al contrario. Es resultado de un proceso evolutivo más complejo del homo sapiens-sapiens como sucede también con el establecimiento de una moral para regular el comportamiento en la experiencia capitalista.

Para Hayek, el aprendizaje del comportamiento en la sociedad capitalista es el camino de un proceso evolutivo y no el resultado de una perspectiva moral. El hombre, no nace sabio ni bueno, tampoco racional, pero se le enseña a convertirse en ello. No fue, agregaba Hayek, nuestro intelecto quien creó las leyes morales, sucedió más bien que la interacción humana hizo posible el surgimiento de la razón y las capacidades asociadas a ella. Emerge de esta forma un hombre intelectualmente poderoso gracias a una tradición social y literaria, por ejemplo. Fue la moralidad capitalista quien le dijo cómo comportarse o no en ciertas circunstancias y no qué esperar que sucediera en escenarios posibles.

El pensamiento no crea ni controla la evolución cultural; la cultura y la evolución crean la razón. Se nace con un cerebro, pero no con una mente. En el proceso de maduración el hombre encuentra las respuestas a los problemas del mundo, que surgirán de una tradición cultural genéticamente intransmisible, aunque aprehensible en la familia y personas cercanas.

2.- Esta semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador nos ha invitado a todos los mexicanos a una operación de autodefinición. Para él, no existen medias tintas: o se es de izquierda o de derecha, liberal o conservador. Sin embargo, hay quienes somos simplemente críticos y no somos ni defensores del liberalismo económico ni de una vía de concentración del poder en manos de un solo partido por el beneficio de una mayoría aparente, minoría en realidad, que es en verdad el funcionamiento develado de Regeneración Nacional.

En el prólogo a La fatal arrogancia, Hayek apunta que él descubre las avaricias tangibles del socialismo –el de Morena no es un gobierno socialista– para elucubrar una teoría donde no se le conceda tanta importancia a la razón humana, pues es el hombre mismo quien desde la cuna se le entrega a la sociedad como un ser irracional y malvado. Cautivador en sus principios filosóficos, el socialismo pareciera el medio indicado para el beneficio de los pueblos desfavorecidos. Sin embargo, se trata más bien de darle al Estado el poder sobre el desarrollo cotidiano del libre mercado.

Por eso, las invitaciones del presidente López Obrador a definirse de izquierda o de derecha es otro de sus errores discursivos, aparentemente cargados de una bonachona intención de generar un debate nacional cuando lo que realmente se logra es la división de la ciudadanía y la polarización entre ricos y pobres, lo cual es solo un elemento de confrontación innecesaria entre –y volvemos al lenguaje marxista– burguesía y proletariado, todos a final de cuentas, igualmente desinformados y equiparablemente corrompidos.

En tal disyuntiva, ante una innecesaria pelea entre iguales –no somos tan diferentes como el Presidente cree– me he decantado por el conservadurismo. No reivindico el viejo régimen –priismo y panismo a final de cuentas–, pero deseo una política no acomodaticia y un mayor auge pragmático para el beneficio del país y en particular de mi profesión, el periodismo en libertad.

3.- Cuando Hayek habla del hombre capitalista como de un ser malintencionado, carente de principios éticos, opresor de cuanto adversario se le ponga en frente, analiza las condiciones morales que han encauzado al ser humano al socialismo y su férreo control estatista de las libertades económicas y personales.

Si el viejo régimen nos convirtió en admiradores del proyecto de la Cuarta Transformación y del Movimiento Regeneración Nacional, la invitación presidencial a polarizarnos hoy entre buenos y malos, rudos y técnicos, sólo nos empuja a muchos al lado al cual AMLO no quiere llevar al país: al conservadurismo, tan apacible en sus formas, reaccionario si se le tocan sus intereses profundos.

El ex presidente Enrique Peña Nieto nos convirtió, por su corrupción, en seguidores del obradorismo. Y Andrés Manuel nos obliga a ser conservadores. No queremos la opción del priismo; tampoco los métodos de acción de López Obrador.