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Letras y números



JOSÉ ÁNGEL BRAMBILA LEAL

De Mandela a Andrés Manuel


Lunes 29 de Junio de 2020 7:42 am


PST, pst, Presidente, ¡Presidente! Disculpe que le hable en voz baja, pero no quiero que alguien escuche lo que le estoy diciendo para que así pueda usted decidir lo que a su entender sea bueno. Ojalá y se tome tiempo para reflexionar sobre el tema que voy a expresarle y decida favorablemente sobre ello, ya que no lleva otra intención que lograr, bajo su mandato, que México salga fortalecido.

En estos días empezó a circular una de tantas anécdotas, relacionadas con el perdón y la tolerancia, que nos dejó como herencia Nelson Mandela, probablemente quien más ha luchado por la libertad, la igualdad y las garantías fundamentales del género humano.

Contaba el gran Madiba que, cuando se convirtió en presidente de Sudáfrica, una mañana se hizo acompañar de su cercano equipo de protección para almorzar en un restaurante del centro de la ciudad. Cuando el mesero trajo sus platillos, Mandela se dio cuenta que frente a su mesa había una persona esperando su almuerzo. Cuando el desayuno le fue servido al hombre aquel, Mandela le dijo a uno de los soldados que le pidiera que se uniera a ellos con su comida y que comiera con ellos. El soldado llevó el mensaje y el hombre levantó su plato y se sentó al lado del presidente Mandela. Todo el tiempo que duró la comida, las manos del hombre no dejaron de temblar, y cuando todos terminaron, el hombre se marchó.

El soldado le comentó al Presidente que el hombre aparentemente estaba muy enfermo, ya que sus manos temblaban incontrolables mientras comían. Mandela le contestó: “No, en absoluto. Lo que sucede es que ese hombre era el guardián de la prisión donde yo estaba encarcelado y siempre que me torturaban yo gritaba pidiendo un poco de agua. Ese mismo hombre venía cada vez y orinaba en mi cabeza en lugar de darme agua. Por lo tanto, temblaba porque estaba asustado, ya que, como ahora soy el Presidente del Estado de Sudáfrica, creyó que yo daría la orden de que lo encarcelaran y lo torturaran, como venganza por lo que ellos me habían hecho. Pero este no es mi carácter, ni parte de mi ética. ¡La mentalidad de venganza destruye los estados, mientras que la mentalidad de reconciliación construye Naciones!”.

Para allá iba, Presidente. Cada día más, vemos un México embravecido, cabreado y rijoso, donde la tolerancia se ha ido perdiendo y va tomando su lugar la ofensa espontánea, los insultos y el agravio que lleva tintes destructivos. Usted ha empezado a ser víctima de lo que aquí menciono, como lo ha sido el Gobernador de Colima y casi todos los gobernantes de los estados que conforman nuestro país. Se ha creado un caldo de cultivo que con una chispa puede estallar; y esa chispa puede ser, la pandemia que se está viviendo o las consecuencias económicas que de ella se deriven.

Quizás ha llegado la hora, Presidente, de rectificar el discurso y empezar a llamar a la concordia entre todos los mexicanos. A nadie conviene la división que se ha ido generando. Decía Aristóteles que las revoluciones no se hacen por menudencias, pero nacen por menudencias. Las protestas con que fue recibido en Chiapas y en Morelos la semana pasada empiezan a mostrar señales de exceso de parte de los protestantes. Sería bueno recordar la frase de Shakespeare que dice: “Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo”. Ojalá y gobierne para unirnos a todos los mexicanos, Presidente. A nadie le conviene la confrontación a que nos está llevando. Recuerde el dicho aquel: “Quien siembra vientos recoge tempestades”. ¡Éxito Presidente!


LEO AZTLÁN


Un añito cumplió ayer el pequeño Leo, fruto del amor entre Silvia y José Ángel. La contingencia mundial que estamos viviendo tuvo para nosotros su lado bueno y permitió que su primer aniversario lo cumpliera en este hermoso México, lleno de sol, de flores, de sonrisas y de gente buena. ¡Felicidades también a la gente de Aínsa!

PD. ¿Gusta opinar? Lo espero en Las Mentadas.


jbrambilaleal@yahoo.com.mx