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Psico-tips



GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ

El gato del garabato


Domingo 05 de Julio de 2020 7:03 am


EL garabato es un gancho doble con punta aguda en al menos un lado o quizá ambas puntas son afiladas para poder encajar la carne el carnicero. En ocasiones, el local del carnicero tiene al fondo un exhibidor con garabatos y la carne enganchada a los garabatos. Marchantes y marchantas, pues, son capaces de ver la carne detrás del carnicero, quien a veces también tiene carne frente a él en un exhibidor más alto. Este negocio es proclive a facilitar la fauna nociva, o sea, cucarachas, ratas y ratones. Por lo que muchas carnicerías acostumbraban tener uno o varios gatos.

Valga la redundancia. Este guardián podía tener, a pesar de su necesidad, un efecto contraproducente, pues muy bien alimentado, pierde el instinto de cazar ratones. Y si no se le alimenta lo mínimo, comenzará a robar carne para subsistir. El carnicero debía vigilar que la carne no desapareciera misteriosamente y que micifuz corra por la carnicería mientras el carnicero lo persigue cuchillo en mano, con la histeria dibujada en el rostro. Es por ello que el viejo y conocido refrán decía: “hay que poner un ojo al gato y otro al garabato”.

Para poder comprender un poco más este refrán, vale la pena mencionar un proceso psicológico que se llama atención. La atención selectiva es la capacidad de concentrarse en un estímulo o tarea a pesar de distracciones naturales o normales en un entorno. Por otro lado, existe la atención dividida, que también se llamó atención divergente. En este proceso de atención, se decía que las personas eran capaces de realizar dos o más tareas al mismo tiempo y el ejemplo clásico era el ama de casa promedio, aunque también se reconocía a los profesores, médicos, enfermeras, también deportistas y otras personas que por sus impresionantes resultados casi parecían demostrar que poseían ojos en la nuca.

En cuanto a los deportistas, podían conducir un balón con los pies, coordinar un ataque y esquivar rivales… Las amas de casa, se decía, son capaces de realizar varias tareas como cocinar, barrer, escuchar música, bailar y lavar ropa.

Ambos están lejos de lo que sería por definición realizar dos actividades al mismo tiempo. El deportista, por un lado, necesita entrenamiento repetitivo y estudiar jugadas “de pizarrón”, para que sus compañeros sepan hacia dónde dirigirse para coordinar una jugada que ha sido estudiada y practicada decenas de veces antes de cada partido. Un equipo llanero, aunque todos sus jugadores tuvieran atención dividida, difícilmente podrá ganar contra un equipo profesional entrenado.

En cuanto al quehacer de la casa, se puede realizar una tarea a la vez, pero contemplar varias tareas que requieran de supervisión intermitente. Por ejemplo: barrer e ir a revisar los frijoles; trapear e ir a revisar la lavadora; planchar y escuchar música.

En los periódicos se leían anuncios pomposos de grandes empresas y reclutadoras que ofrecían puestos con pomposos nombres a postulantes que debían contar con esa capacidad: contestar el teléfono y realizar una cotización al mismo tiempo. O corregir un artículo y sostener una negociación.

También es falso que se pueda conducir bien y usar teléfonos u otros dispositivos, como algunos todavía alegan. Se puede manejar y sostener una conversación con otra persona dentro del mismo auto. Pero al conversar por teléfono con alguien que no está presente, el cerebro compensa la ausencia de la persona con una profunda elucubración y consecuentemente imágenes intensas de esa persona y del contenido de la charla.

Eso sin contar que ahora se pueden recibir textos que hay que leer, imágenes, videos (divertidos) y audios que tenemos que activar para poder escucharlos. Muchas personas aprovechan la rectita o el semáforo. Pero a veces llegan a la curva antes de lo pensado o se les pasa el verde (¿o no?). Si vamos sentados sobre un proyectil de una tonelada de peso, lo mejor es dedicarle la atención lo más posible en lugar de repartir lo que no se tiene.


*Psicólogo