Ventajas de la pandemia

Viernes 31 de Julio de 2020 7:23 am

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SEGURAMENTE el título de esta columna genere cierto escozor, sobre todo para quienes la han vivido como un castigo inmerecido, pues esta ha trastocado todo un estado de cosas debidamente establecidas en los hogares y en la sociedad en general, sin embargo, y con el ánimo de buscarle y encontrarle algo de aprendizaje a esta experiencia, es que pienso que también habría que otorgarle algunos beneficios en tanto que podemos aseverar que existirá un parteaguas de antes y durante este encierro obligado.

En esta observación, detecto un sinfín de comportamientos que descubren la verdadera esencia de cada persona. Hay a quienes les aflora la rebeldía y les cuesta mucho trabajo ceñirse a las recomendaciones dictadas por expertos, sean a nivel federal o local, aun conscientes de las consecuencias que se puedan desatar por sobrepasar estas reglas, pues es más fuerte el hecho de transgredirlas, que obedecerlas.

La incredulidad es otro elemento que se ha instalado en quienes consideran que este suceso es otro invento sin sustento real o científico, que las muertes por Covid-19, realmente han sido en personas que ya venían padeciendo enfermedades crónicas, agravadas por el encierro, generando una baja en sus defensas difíciles de superar, desencadenando los inevitables fallecimientos.

Y la fantasía no tiene límites, pues hay quienes aseguran que este virus fue inventado por algunas mentes perversas que, viendo la sobrepoblación en el mundo, encontraron la manera de disminuirla, sabedores que, a quienes iba a perjudicar más era a las personas adultas mayores; teoría que se ha venido diluyendo, pues a la fecha el virus también se ha llevado a personas jóvenes y a infantes.

En fin, que cada quien está viviendo su propia realidad, sin embargo, el problema es que también detecto poco ejercicio de comunidad y de empatía para quienes sí queremos protegernos y proteger a nuestras familias. Cierto que localmente las autoridades no han atinado a implementar una estrategia que conmine a las mayorías de acatar recomendaciones, se ha recurrido más a la imposición desde una posición de poder, que al convencimiento vía concientización de la gravedad de esta situación.

En esta idea de encontrarle el lado amable a la pandemia, es que me doy cuenta la infinidad de recursos puestos a nuestro servicio, todos a través de la tecnología, claro, pero que han coadyuvado a darle continuidad a nuestra vida –aun de otra manera– o complementarla con herramientas simuladoras, en donde los encuentros sólo se detienen si no se cuenta con estos recursos, o el padre de todos ellos: el internet.

Jóvenes y no tan jóvenes, hemos tenido que introducirnos en un mundo cibernético impensable en otros tiempos; aprender o reaprender técnicas con un lenguaje propio; saber que aun atrás de una pantalla puedo comunicarme con quien yo elija y quizás también saberme vulnerable ante situaciones que no están bajo mi control desde el pedestal de la soberbia. Pues esto es una prueba de vida.

Personalmente este encierro me ha aportado un sinfín de aprendizajes, me he dado cuenta de quienes realmente llenan mis vacíos emocionales y aunque sea por estos medios, los procuro; también, con quienes prefiero continuar en una sana distancia aun pasando la pandemia; aprender cosas nuevas para hacer llevadero el encierro y que la vida continúa, mientras estemos en ella, hacer lo posible por estar bien.

Cierto que la añoranza se centra en el contacto físico arrebatado de la noche a la mañana; el abrazo que nos contiene de alguna dolencia emocional; el chocar de los vasos o copas al decir salud; el despido amoroso y doliente para quienes se nos han adelantado; las vacaciones familiares frustradas y el juego a la hora del recreo que tan feliz hace a los infantes, etcétera. Ahí es donde duele y en donde habría que resignificar los modelos de relación aprendidos y experimentados. Y como dice un dicho: esto de la pandemia, tarde que temprano, también pasará.

*Ex secretaria de Mujeres de Morena Colima