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Desde el Quinto cielo



JULIO IGNACIO MARTÍNEZ DE LA ROSA


Sábado 01 de Agosto de 2020 8:02 am


HOY ha aparecido el cometa Neowise en nuestro cielo. ¿Qué nos espera a los terrestres? ¿Algo bueno o malo? Los augurios dependen de la interpretación de cada persona. A mí me recuerda algunas vivencias de hace años.

Una noche fría de la sierra norte poblana nos mostró la belleza del cielo. Lo disfrutamos hasta muy noche. Café del rumbo, atole y panecillos, nos calmaron el hambre de las desveladas. Las estrellas se movían lentamente mientras tiritaban. La Vía Láctea danzaba contrastando con el fondo negro del infinito. Qué grande y profundo es el cielo.

Más arriba de esa capa nocturna y del Sol, está el Quinto cielo. De acuerdo con las ideas prehispánicas, aquí viven las serpientes de fuego, creadas por su dios, pero también se gestan los cometas y otras señales que sólo ellos sabían interpretar. Eran los astrónomos quienes tenían esa tarea de interpretar el cielo. No cualquiera, pues formaban parte de la élite política, de la casta dominante en los grupos de poder. Tampoco cualquiera tenía la sensibilidad para entender los movimientos del cielo.

Mi amigo Chucho me presentó a su padre, un indígena recio y creyente de sus tradiciones. Arriba aparecería Halley, ese cometa impactante que seguramente vieron en Tenochtitlán hace unos 500 años. No salgan, nos decía don Chucho, los cometas son mal augurio. Moctezuma (Motecuhzoma Xocoyotzin) murió por un cometa, aseguraba. Sus hombres (Ilhuicatlamatinine o astrónomos) no le dijeron que en el cielo había aparecido una estrella que humea (Citlalin popoca). El emperador los mandó matar y a sus familias las vendió como esclavos.

De acuerdo con datos de Fray Bernardino de Sahagún, un cometa era la adelantada noticia de la muerte de algún príncipe o rey. También decían que donde caía la cola del cometa hería a algún animal y le saldría un gusano, por eso no lo comían. Y ellos, los antiguos, entonces se abrigaban para no recibir lo malo del cometa. Y parecía que todo eso me lo repetía don Chucho, en Zacatlán.

Los antiguos emperadores veían en el cielo una estructura firme, bien hecha, ejemplar. Por eso las noches de observación cotidiana eran encargadas a especialistas fieles al trono. La identidad del jefe con el cielo y las deidades celestes, se reflejaban en el respeto y dominio terrenal. De ahí que cuando los astrónomos de Moctezuma le fallaron, los castigó con la muerte.

Los cronistas dicen que el emperador lloró porque la estrella que humea y que venía desde el Quinto cielo, auguraba lo peor para su pueblo que había luchado para lograr su fortaleza. Ahora esperaban la muerte, el desastre. Aún así, se hizo de otros astrónomos, quienes le confirmaron el pronóstico del desastre. Nezahualpilli, rey de Texcoco, le reconfirmó lo esperado, le dijo que Moctezuma vería cómo su pueblo se moría. El rey texcocano avisó a su amigo que se retiraría a esconderse y morir, por las señales del cometa.

Luego llegaron los violentos europeos. Por más fuertes y aptos para la lucha, los grupos originarios no lograrían vencerlos. Mataron a cuanto hombre enfrentaron, a cuanto pueblo llegaron. Lo peor, las enfermedades que trajeron los españoles mataron a casi toda la población local. La viruela fue el arma mortal de los invasores.

El sometimiento logrado por el uso de la desmedida fuerza española cristalizó el augurio de Moctezuma y sus astrónomos. Era lo que el rey texcocano predijo. Se acabó el pueblo de Tenochtitlán y sus aliados, también dominados a su estilo prehispánico. Se cumplió lo imaginado. La desgracia invadió a nuestros pueblos. Cambiaron el rumbo de la historia al destruir buena parte de la cultura prehispánica que hoy debemos rescatar.

En el año 1516 murió el Rey Fernando El Católico, precisamente presagiado por un cometa que apareció por ese tiempo. Y es curioso que el mismo cometa de Moctezuma fue visto en Europa y otros puntos del planeta, según registros, pero allá no pasó desastre alguno, aunque la gente lo esperara. Yo sigo admirando los cometas y los fenómenos celestes.

 

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