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Oportunidad perdida



LUNES POLÍTICO


Lunes 03 de Agosto de 2020 7:55 am


EL tratamiento dado por el gobierno al caso de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, expone el concepto de gobernanza, el estilo de hacer política y el manejo a modo del Estado de Derecho por el régimen de Andrés Manuel López Obrador. De la proclama de un juicio que desentrañaría la corrupción rampante en el sexenio de Enrique Peña Nieto y del que se derivaría una aplicación ejemplar de la justicia, se apunta ahora al uso propagandístico y electoral mediante un deplorable espectáculo meramente mediático.

Cada vez es más claro un acuerdo entre el Gobierno Nacional y Lozoya Austin –que habría negociado su padre, Emilio Lozoya Thalmann– mediante el cual el ex funcionario revelaría toda la trama de dos casos de corrupción y lavado de dinero, por lo menos, a cambio de impunidad para Lozoya Austin. Señales como el uso de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana para transportarlo de España, donde se refugió prófugo y fue detenido hace unos meses, a México, la confinación en un hospital de lujo por supuesta anemia en lugar de encarcelarlo para luego comparecer ante un juez y finalmente ser trasladado a un domicilio particular sin tocar la cárcel, son suficientes para probar que hubo un pacto extrajudicial.

Al arribo del extraditado Emilio Lozoya a México, el presidente López Obrador y el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, anunciaron, en conferencia matutina, que estaba en prisión. Una nota en papel dada por el vocero presidencial, Jesús Ramírez, los hizo corregir e informar que estaba hospitalizado porque había llegado con anemia. El periódico español El País desmintió, citando a autoridades hispanas, que el extraditado hubiera salido enfermo de España. Se internó en un nosocomio de lujo, se le declaró sujeto a proceso y se le colocó un brazalete localizador para vigilar que no se fugue. Seguirá el proceso en libertad en un domicilio particular desconocido. Tantas consideraciones contrastan con el caso, por ejemplo, de Rosario Robles Berlanga, a quien se le cancelaron todas las oportunidades de defensa en libertad. Por lo contrario, se evidenció la saña de la venganza contra una ex militante del PRD que no coincidía con las políticas del lopezobradorismo de entonces. Se ve cómo la justicia se moldea al gusto del poder.

En la primera comparecencia ante un juez, vía internet, Lozoya Austin se declaró inocente del primer cargo que se le imputa, el de la compra a sobreprecio por Pemex de la planta Agronitrogenados, que el empresario Alonso Ancira, detenido en España, le vendió a Pemex. Luego, el presidente López Obrador aseguró públicamente que los dueños de la empresa ofrecieron devolver 200 millones de dólares. Grupo Villacero, que compró Altos Hornos a Ancira Elizondo, no ha dicho una palabra al respecto.

El segundo caso es el de los sobornos de la contratista brasileña Odebrecht, de largo y escandaloso historial de corrupción y sobornos que le costó cárcel al ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la defenestración a su sucesora Dilma Rousseff. Odebrecht habría sobornado a Emilio Lozoya con 10 millones 500 mil dólares, de los cuales 4 se habrían usado, se presume, en la campaña electoral de Peña Nieto. El resto lo recibió Lozoya Austin, siendo director de Pemex. También de eso se declara inocente el ex funcionario. Conforme pase el tiempo, se sabrán detalles de este caso y si apunta más arriba, al ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, y al propio ex presidente Enrique Peña Nieto, así como a otros políticos, en particular al panista Ricardo Anaya Cortés, ex candidato presidencial, entre varios más, quienes ya negaron los sobornos para aprobar la Reforma Energética. Entre Lozoya y Videgaray hubo fuertes enfrentamientos precisamente por tal reforma. El viernes corrieron versiones de que a Peña Nieto lo vigilaba la policía española. El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, desmintió de inmediato la especie.

Lozoya Austin adquirió, después de la fecha de los presuntos sobornos, una mansión en la zona más lujosa de la capital del país y una casa de playa en Acapulco, también ostentosa. Eso bastaría para procesarlo por lavado de dinero y uso de dinero de procedencia ilícita. En cambio, se le trata como a un ciudadano ejemplar cuando en realidad es un paradigma del sexenio de corrupción del peñanietismo.

En un acto fallido, a López Obrador se le escapó la propuesta de que el juicio a Lozoya sea hecho por un tribunal popular, esto es, por la opinión pública. Eso es lo que realmente le interesa al gobierno: el uso mediático y electoral del caso Lozoya en los próximos meses hasta el día de votaciones para recuperar la popularidad que se ha derrumbado por el manejo errático de la pandemia y la crisis económica que tiende a profundizarse y le costará a México un largo tiempo, años, para recuperarse. A cambio, el gobierno le dará a Emilio Lozoya una sentencia leve y probablemente hasta impunidad, que abarcaría a la madre, la hermana y la esposa del ex director de Pemex, también acusadas, a cuyos nombres puso enormes cantidades de dinero ilícito.

La inmensa mayoría de mexicanos desea que la justicia se aplique contra la corrupción, y que llegue hasta el mismo Peña Nieto si se le prueban delitos. Tal fue la promesa más importante de la campaña del obradorismo. Y hoy, todo apunta que será una oportunidad desperdiciada y volveremos a aquellos actos de justicia selectiva del viejo régimen priista. Un proceso penal viciado de origen.

Y así procede el gobierno porque desea recuperarse de los efectos políticos de la pandemia y de la crisis económica en curso con tendencia a profundizarse, no a la recuperación como ya augura para este mes López Obrador en otro discurso igual que los de la pandemia, cuando aseguraba que ya tendía a aplanarse la curva. Un ejemplo del manejo de la crisis sanitaria: con una población similar, México registra 439 mil 46 contagios y 47 mil 746 decesos; Japón: 39 mil 114 casos confirmados; mil 13 fallecidos. Una clave fue el uso de cubrebocas y una disciplinada distancia social. Aquí, el Presidente sostiene que la mascarilla no evita contagios. Lo último que dijo es que usará el cubrebocas cuando termine la corrupción, aceptando implícitamente que a más de un año y 8 meses de iniciar su mandato continúa viva en el país.

Estamos ante un espectáculo mediático y político, con el trasfondo de la lucha contra la corrupción. Lástima que se pierda la oportunidad de ir con todo contra quienes han saqueado al país, incluidos muchos que actualmente se encuentran en altos puestos del Gobierno Federal.


Crisis económica


EL Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que en el segundo trimestre del año, la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó 17.3 por ciento frente al trimestre anterior, y tuvo una reducción real de 18.9 por ciento en su referencia anual.

El titular del INEGI, Julio Santaella, escribió en su cuenta de Twitter que se trata del retroceso más profundo en la historia del indicador desde que se inició su registro en 1993. “Además, es el quinto trimestre consecutivo con un retroceso en este indicador”.

El INEGI reporta que durante el primer semestre de 2020, el PIB se redujo 10.5 por ciento respecto a igual lapso de 2019. Durante abril y mayo gran parte de las actividades productivas del país fueron suspendidas debido a las restricciones impuestas por el gobierno para hacer frente a la pandemia.

Las Actividades Secundarias del PIB descendieron 23.6 porciento (industria), las Actividades Terciarias, 14.5 por ciento (comercio y servicios), y las Actividades Primarias, 2.5 por ciento (agricultura, pesca, ganadería), en el segundo trimestre de 2020 con relación al trimestre precedente.

La caída real del PIB de un 18.9 por ciento fue desdeñada –muy a su estilo– por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien manifestó que “un mayor crecimiento no necesariamente significa una mejor distribución del dinero”.

Sostuvo que se esperaba esa contracción, porque corresponde a los tres peores meses de afectación de la pandemia, sobre todo en abril y mayo “se tocó fondo” en la economía y se puede medir por la pérdida de empleos.

El equivocado discurso de López Obrador en materia económica y el permanente acoso a los sectores productivos del país, a las empresas que generan riqueza y empleo, ha provocado en estos 2 primeros años del gobierno obradorista desconfianza en los inversores nacionales e internacionales.

La cancelación de contratos a empresas generadoras de energías limpias y a otras industrias, como la planta cervecera de Constellation Brands y el litigio perdido ante una petrolera canadiense han causado una marcada desconfianza de los inversionistas, por lo que desde hace meses algunos capitales han preferido emigrar a otros países donde no corren esos riesgos.

Es cierto que la pandemia del coronavirus ha derrumbado la economía de la mayoría de los países. Por ejemplo, el INEGI señala que España entró en recesión en el segundo trimestre de 2020, al registrar un hundimiento del PIB del 18.5 por ciento respecto al anterior debido a la pandemia. En Estados Unidos el PIB bajó 32.9 por ciento en el segundo trimestre. Esto último también afecta a México.

Las noticias alentadoras son escasas. El INEGI informa que sólo sietes estados de México exhibieron aumentos en su actividad económica en el periodo enero-marzo de 2020: Tabasco (7.7 por ciento anual), Colima (2.7), Sonora (1.6), Veracruz (1.4), Campeche, Chiapas (cada uno con 0.2) y Guanajuato (0.1).

Está comprobado que el Gobierno Federal actual es de los que peor han manejado las crisis sanitaria y económica, pues no ha destinado recursos suficientes a estados y municipios para atender a los miles de enfermos, con el argumento de que no quiere solicitar créditos para no endeudar más al país, pero ya obtuvo uno del Banco Mundial “sin un fin definido” por mil millones de dólares.

Los apoyos que ha transferido, algunas cuantas camas, ventiladores mecánicos y equipos de protección son meros paliativos que no responden a las grandes necesidades que se tienen en las entidades para contener la pandemia y evitar que miles enfermen y cientos mueran, todos los días.

En materia económica, también Andrés Manuel ha negado los recursos que necesitan las empresas para subsistir; inclusive miles de micro, pequeñas y medianas empresas ya han tenido que cerrar.

A la fecha, en México 21 millones 600 mil personas no tienen trabajo, de las cuales, 13 millones 800 mil se sumaron después del primer trimestre de 2020. El desempleo ha afectado principalmente a mujeres y jóvenes.

Frente a esta crisis económica histórica, López Obrador no ha querido apoyar –como es su obligación– a las empresas, con el mismo argumento manido de que no va a endeudar a México y además, porque “ya no habrá más rescates de empresarios como se hizo con el Fobaproa”.

En medio de la pandemia, que desde hace meses se le salió de control al Gobierno Federal, el Presidente niega apoyos y financiamientos a los empresarios del país y, sin embargo, por otro lado sigue aferrado a sus proyectos faraónicos, como son la construcción de los trenes Maya y Transístmico, la Refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía, que tan sólo este año tendrán una inversión global de más de 70 mil millones de pesos. Con esa enorme bolsa se podrían estar salvando miles de vidas en el país.

El Mandatario ha buscado garantizar los recursos que necesita para sus programas sociales, las pensiones para adultos mayores, las becas Benito Juárez, Jóvenes Construyendo el Futuro, Madres Solteras y Discapacitados. Con estos apoyos a los que evidentemente les da un uso clientelar, pretende consolidar la base social y mantener la fuerza de su movimiento político.

No se ha dado cuenta que, por su pésimo manejo de las finanzas, por su actitud de cuenta chiles, cada día las crisis sanitaria, económica y de inseguridad se agudizan y que por la carencia de recursos en los hogares mexicanos, tampoco tendrá dinero para mantener sus programas asistenciales-clientelares.


Falta responsabilidad


A  4 meses y medio de que el Gobierno del Estado declaró emergencia sanitaria por la pandemia provocada por el Covid-19, el pasado 18 de marzo, la situación en la entidad por este virus, es alarmante y se ha llegado, por momentos, a la saturación de los hospitales que atienden a pacientes con esa enfermedad.

Esa gravedad ha sido señalada por las autoridades sanitarias que constantemente hacen el llamado a la sociedad a respetar las medidas de autocuidado, como el mantenerse en casa, salir sólo para realizar una actividad esencial, y cuando lo hagan usar correctamente el cubrebocas y aplicarse gel de alcohol.

Eso se ha repetido una y otra vez, por lo que es inconcebible que con 439 mil 46 casos confirmados acumulados, 47 mil 746 defunciones, 48 mil 772 casos confirmados activos y 83 mil 119 casos sospechosos en el país aún haya personas que no creen en el virus.

Ayer, el en el estado se reportaron mil 993 positivos acumulado, 234 defunciones, 565 positivos activos y 99 casos sospechosos.

En un principio el centro de la pandemia en la entidad era Manzanillo, que sigue siendo el municipio con más contagios y decesos, pero la dispersión del virus se ha dado en las 10 demarcaciones municipales, con un notorio incremento en Colima, Tecomán y Villa de Álvarez.

El Gobierno del Estado ha reaccionado de la mejor manera posible, desde la declaración de la emergencia sanitaria y la semana pasada se reportó el 74 por ciento de avance en la reconversión hospitalaria, que es uno de los más altos a nivel nacional, sin embargo, todo esfuerzo es insuficiente ante lo devastador y contagioso que es el virus.

Está en cada uno de nosotros poner de nuestra parte, ser responsables y hacer a un lado el pensamiento absurdo de que “a mí no me va a pasar nada”.

De seguir así, el Sistema de Salud colapsará, irremediablemente pues no hay gobierno nacional o estatal que pueda estar 100 por ciento preparado para una pandemia como ésta. Lo vemos prácticamente en todo el mundo.

Cada uno debemos pensar no sólo en lo individual, sino ser solidario primero con su familia y con la sociedad. Comprobado está que hay muchas personas que son portadoras del virus asintomáticas, así es que no se dan cuenta de que están contagiados y si se reúnen con otras sin usar cubrebocas ni respetar la sana distancia, hay contagios.

Esa solidaridad y empatía debe ir también para personal médico, enfermeros y todos los que laboran en los hospitales, quienes llevan meses con jornadas exhaustivas atendiendo a cientos de personas, con el riesgo de infectarse como desgraciadamente ocurre.

Son tales los niveles de insensatez que se han presentado en esta pandemia, que hay personas a las que no se puede calificar más que de ignorantes, que han atacado a enfermeras, médicos o discriminado a personal de los hospitales negándoles servicios o el ingreso a tiendas para surtirse de víveres.

Hay que decir que muchos colimenses y mexicanos sí han respetado las indicaciones de las autoridades sanitarias y responsablemente se han mantenido en sus casas, lamentablemente un sector importante de la población hace caso omiso.

Es ahí donde es necesaria la intervención enérgica de las autoridades y se deben seguir buenos ejemplos de otros lugares del mundo donde se inició conminando a la gente que estaba en las calles a que si no tenía algo esencial que hacer, regresara a su casa.

Luego vinieron acciones más fuertes para obligar a los reincidentes o reacios a obedecer. Hay lugares en que sólo así se puede acabar con la dispersión de los contagios.

En Colima, se reunió la semana pasada el Comando Operativo Covid-19 y se analizaron diversas medidas de mitigación y contención ante el crecimiento exponencial de contagios. Se acordó que habrá acciones para el cumplimiento del uso obligatorio de cubrebocas. Es lamentable que haya quienes sólo de esa manera entienden, pero hay que hacerlo por el bienestar colectivo.

Eso, además de la serie de yerros cometidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el inicio de la pandemia, cuando invitaba a los mexicanos a no dejar de convivir y salir a comer. “Yo les voy a decir cuando no salgan, pero si pueden y tienen posibilidad económica, sigan llevando a la familia a comer, a los restaurantes, a las fondas”, dijo el 23 de marzo, en un video grabado en una fonda en La Teca, Oaxaca.

Hoy, con 47 mil 746 mexicanos muertos por el virus, sigue sin respetar las medidas sanitarias ni aceptar la magnitud de la pandemia que según otra de sus desafortunadas frases “nos vino como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación” ¿Pensarán igual los deudos de esos 47 mil 746 mexicanos víctimas del Covid-19?


Miedo a la derrota


LA semana pasada, a través de un Twitter, donde suele realizar sus posicionamientos más importantes, el presidente Donald Trump deslizó su deseo de que las elecciones presidenciales en ese país se aplacen, debido a la pandemia.

En Estados Unidos, los comicios para elegir Presidente se realizan el primer martes de noviembre cada 4 años, en este caso será el día 3 cuando los ciudadanos salgan a votar por los miembros del Colegio Electoral, quienes luego definirán al inquilino de la Casa Blanca.

Debido a la pandemia de coronavirus en el vecino del norte, presente con una intensidad superior a la de cualquier otro país, es factible que muchos estadounidenses prefieran emitir su voto por correo, permitido en el sistema electoral del país vecino.

Al respecto, el presidente Donald Trump publicó, el jueves pasado, en sus redes sociales, que “con el voto por correo universal (no el voto por ausencia, que es bueno), 2020 será la elección más inexacta y fraudulenta en la historia. Sería una gran vergüenza para Estados Unidos. ¿¿¿Retrasar las elecciones hasta que la gente puede votar adecuadamente, con seguridad???”.

El posicionamiento del presidente de Estados Unidos es mañoso, pues seguramente abrirá un debate en torno a la pertinencia de celebrar las elecciones, cuando ese país registra el mayor número de contagios y fallecimientos por Covid-19 en el mundo.

Resulta evidente que cualquier planeación en el corto plazo tiene un cierto grado de aleatoriedad, pues no es posible saber cómo se comportará la pandemia. En este caso, podría alterar el desarrollo de los comicios en Estados Unidos, aunque ninguna ley lo prevé.

Sin embargo, la principal motivación de Donald Trump no es la salud de los ciudadanos que acudan a las urnas, sino las encuestas que lo colocan más de 15 puntos abajo del candidato demócrata, Joe Biden, a escasos 3 meses de la elección. Biden lidera en estados clave, como Florida, Illinois, California y hasta en Texas.

El Presidente del país vecino muestra temor; no tiene la seguridad que mostraba todavía hace unos meses respecto a su base de votantes, incluso no ha respondido con claridad respecto a aceptar una posible derrota; “tengo que verlo, no voy a decir que sí”, expresó.

Si las elecciones fueran en este momento, Trump seguramente perdería la Presidencia, toda vez que su popularidad ha descendido drásticamente por su erróneo manejo de la pandemia, su insensibilidad ante la tragedia de las víctimas y su errática actuación para tomar medidas oportunas.

De cualquier forma, el aplazamiento de las elecciones del 3 de noviembre no es una acción que el Presidente pueda tomar de manera unilateral, dado que para cambiar la fecha de los comicios se necesitaría una ley aprobada por las dos Cámaras.

Pero además de ese requisito altamente improbable de lograrse, también sería necesaria una enmienda constitucional para cambiar la fecha de la juramentación del Presidente, en enero de 2021.

Más allá del debate falso en torno al aplazamiento de las elecciones, Donald Trump tiene puestas sus esperanzas en que laboratorios de Estados Unidos logren procesar la vacuna contra el coronavirus, pues eso incrementaría sus bonos políticos.

En Estados Unidos, la empresa Moderna comenzó en julio la última fase de prueba de la vacuna en 30 mil voluntarios, para obtener la aprobación regulatoria en octubre y comenzar el suministro de millones de dosis a finales de este año.

Ya se verá si el éxito de esas investigaciones médicas logra incidir en el ánimo de los votantes estadounidenses, pues es claro que las elecciones se realizarán en la fecha contemplada. Encontrar en EEUU el antídoto efectivo contra el coronavirus es una de las pocas posibilidades de ganar que tiene Donald Trump.

Para México no habrá mucha diferencia en el resultado de los comicios, pues ya sea Donald Trump o Joe Biden el ganador, las relaciones entre ambos países deberán mantenerse estables, a ambos les conviene por sus estrechos lazos comerciales.