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HÉCTOR SÁNCHEZ DE LA MADRID

Faltan líderes en el mundo


Miércoles 05 de Agosto de 2020 7:56 am


ADEMÁS de los estragos que ha causado el Covid-19 en la población del planeta, se ha puesto en evidencia la falta de líderes mundiales en las materias inherentes a encontrar la cura y la vacuna a este flagelo que quizás matará más personas por la crisis económica que por la enfermedad misma. No hay en el orbe un dirigente con la calidad moral, la inteligencia y la fuerza para hacer una convocatoria internacional.

La lucha por los intereses políticos y económicos, el egocentrismo y la discordia prevalecientes en todos los países, particularmente en los más poderosos y avanzados, ha ocasionado que se pierda la valiosa oportunidad de unir inteligencias, conocimientos y esfuerzos para trabajar juntos en pos de hallar los medicamentos que alivien e inmunicen al letal y agresivo coronavirus. Si lo hicieran, ya los habrían descubierto.

Sin embargo, carecemos de políticos, de financieros y de científicos con la fuerza necesaria para convocar a los más altos especialistas en esas materias con el propósito único de acordar el objetivo de apoyar con todos los recursos económicos a los investigadores más preparados para que en las mejores condiciones compartan y unan conocimientos y experiencias que los lleven a localizar la cura y vacuna contra el SARS-CoV-2.

No hay en el mundo un Presidente, Primer Ministro, Reina, Rey, o autoridad, con los arrestos para citar a un cónclave universal en el que se trate el tema del Covid-19, como tampoco existe un grupo empresarial o un multimillonario que llame a esa asamblea con el mismo propósito, al igual que carecemos de un científico respetado y reconocido internacionalmente que congregue a sus iguales y encabece las investigaciones.

Con el respeto que me merecen los dirigentes religiosos, empezando por el Papa Francisco, al igual que los casos de los políticos, financieros y científicos, no han salido los jerarcas de las diversas doctrinas cristianas, musulmana, budista e hinduista a manifestar su preocupación por los habitantes de la Tierra y a emplazar a los protagonistas de la política, de las finanzas y de las ciencias médicas a que se unan contra el coronavirus.

La división, el egoísmo, la ambición de ser los primeros en encontrar la cura y la vacuna, y con ello obtener el reconocimiento mundial y el beneficio económico, también han permeado a los grandes laboratorios que a puerta cerrada realizan sus investigaciones en lugar de compartir avances y fracasos para aprovechar el tiempo siguiendo los primeros y evitando los segundos, pero no, cada quien sigue solitario su propio camino.

Se desconoce a ciencia cierta cómo y quién creó al temible virus, si es que no surgió de forma natural, sin embargo, no cabe duda, aunque haya aún algunos escépticos, de que si no se desarrolla el alivio y la inmunidad podría devastar a la humanidad y cambiar para siempre los modos de vida a la que nos habíamos acostumbrado. Por fortuna no es así, varios laboratorios ya tienen la vacuna y la están probando para luego usarla masivamente.

¿Cuántos muertos se habrían evitado si los principales líderes mundiales de la política, de las finanzas y de los estudios médicos se hubieran puesto de acuerdo en coordinar esfuerzos, organizando grupos de expertos en la materia, definiendo líneas de investigación y facilitando los equipos tecnológicos, modernos y suficientes, para descubrir los ansiados antídotos e inmunizantes contra el terrorífico virus.

Pero no, les importó más a los dirigentes de los países poderosos, a los fuertes grupos financieros, a los grandes laboratorios irse por la libre, solos, para competir en la carrera del siglo por la cura y la vacuna contra el Covid-19, en vez de unirse todas las naciones en la búsqueda de los medicamentos que eviten la muerte de cientos de miles de personas. ¡Qué desperdicio de talentos y de tiempo!

La pandemia del coronavirus evidenció que nos falta mucho por aprender, principalmente a ser más humildes, a ofrecer ayuda a quienes menos tienen, a entender y aceptar que unidos podemos enfrentar y vencer los más grandes males y desafíos que nos acechan, que solos y aislados nos debilitamos, que juntos somos más fuertes y podemos defendernos mejor de lo que nos afecta y pone en peligro.

El ser humano está muy lejos de alcanzar la perfección, en el fondo sigue siendo el mismo individuo primitivo que actuaba por instinto para satisfacer sus necesidades primarias sin importarle los demás. De entonces a la fecha no hemos cambiado mucho. Cierro con las palabras del mínimo y dulce Francisco de Asís en el hermoso poema de Rubén Darío, Los motivos del lobo: “en el hombre existe mala levadura”.