Momentos
EVA ADRIANA SOTO FERNIZA
La vacuna que viene
Sábado 08 de Agosto de 2020 8:27 am
LOS días infantiles almacenados en la memoria de los que todavía
andamos circulando por este mundo llegaron a culminar permitiéndonos alcanzar
la adultez; en tantos casos el llegar a ver nietos y en otros tantos,
bisnietos, y ya en los menos hasta tataranietos. Gracias, en gran parte, al
médico británico Edward Jenner, pudimos llevar a cabo nuestras correrías de la
infancia y librarla con relativa buena salud, ya que las enfermedades no
descansan y la primera edad siempre se ha visto amenazada por ellas. El
eminente doctor que vio la primera luz en el lejano 1749, fue responsable de
que ahora podamos contar nuestras aventuras y vivencias. En mi caso, el
recuerdo de los días de eterna duración en los que mi hermano y sus amigos, con
quienes me colaba, iban de expedicionarios al río que corría al fondo del
corral de la casa materna. Todo era aprovechar
cualquier día libre o de vacación para armarnos con una botella de agua y un
bolillo relleno de algo –o dos, según el hambre– y lanzarnos a una gran
expedición como aquellas que veíamos en el cine o en los cuentos que, como
fuera, no faltaban en todas las casas con niños. Era de lo más emocionante
salir en bola hacia lo desconocido, más o menos una manzana a la redonda y
muchas veces aún más. Pero junto al lecho del río Colima que en tiempo de secas
llevaba poca agua, pero en tiempo de lluvias lo recorríamos imaginando los
peligros de encontrar algún cocodrilo o serpiente que nos atacara y pusiera fin
a la expedición. Tampoco llegábamos
ilesos de aquellas excursiones, algunos raspados con las rodillas “peladas”, un
pie cortado por un vidrio enterregado, una rajada en la pierna por un clavo
oxidado, pero todo eso dejado atrás debido a los “hermosos peces exóticos” que
nuestra fantasía conseguía ver a través de las humildes “chopitas” que
atrapábamos. Pero tanta belleza no podía durar, ya que luego llegaba otro tipo
de excursión, que no era tan disfrutable como la del río. Había que ir al
Centro de Salud a que nos pusieran la vacuna contra el tétano. Y a ningún niño
que se conozca como tal, le gusta ni le ha gustado recibir esa ominosa
inyección. El pánico se extendía como reguero en la escuela cuando llegaban
“las vacunadoras” y nos formaban en línea para recibir el pinchazo. De
preferencia era mejor no ir ese día o esconderse en el baño, cosa que nunca
pudimos conseguir. Gracias, pues, doctor
Jenner, tenga la seguridad de que ya ha sido perdonado por esos millones de
infantes que han sido protegidos por las vacunas desde mediados del siglo 18.
Merecido tiene el título de “padre de la inmunología”, pues como bien se dice
“su trabajo ha salvado más vidas que el trabajo de cualquier otro hombre”.
Durante los últimos 200 años, desde el descubrimiento de la vacuna de la
viruela por E. Jenner, la vacunación ha controlado enfermedades que causaban
gran morbimortalidad. Y ha conseguido por primera vez en la historia, la
erradicación mundial de una enfermedad: la viruela en 1980. Ahora en el mundo
están intentando conseguir una vacuna que frene el coronavirus. Es la esperanza con la
que sueñan miles de personas en todo el planeta: una vacuna que finalmente
ponga término a la pausa global impuesta desde hace meses por la pandemia.
Existen varios proyectos para producir una vacuna de este tipo que están en su
fase inicial de pruebas, pero se presenta como líder un prometedor ensayo de la
Universidad de Oxford dirigido por la científica Sarah Gilbert. Ella sabe que
va contrarreloj, por lo que junto con su equipo de 300 investigadores de la
Universidad de Oxford se las han arreglado para avanzar muchos de los pasos del
desarrollo de una vacuna que normalmente toman unos cinco años. “Y lo hemos
hecho en cuatro meses”, dice. Los primeros resultados
son alentadores, la vacuna se muestra segura y activa una respuesta inmune
contra el coronavirus. Como dato interesante de la seguridad de su hallazgo, la
doctora Gilbert es madre de trillizos, quienes ahora tienen 21 años y estudian
bioquímica como ella. Están tan interesados en su cometido de encontrar la
vacuna contra el Covid-19, que los tres han decidido ser voluntarios para los
ensayos de Oxford. Aunque hay que enfatizar que todavía es pronto para saber si
esto es suficiente para garantizar protección, quizá será ésta, la vacuna que
viene.
bigotesdegato@hotmail.com