Cargando



Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Necesidad apremiante


Domingo 09 de Agosto de 2020 7:02 am


HOY estamos aprendiendo a vivir de la mano con el miedo, pero sin siquiera notarlo lo vamos normalizando, como si temer fuese un estado natural como ver o escuchar. Si nos detenemos un poco, notaremos que no es lo mismo reconocer una amenaza y ser precavidos, que vivir con miedo fingiendo que no pasa nada.

El miedo es una emoción innata y sana que nos aleja de aquello que nos puede causar un mal, se activa siempre que nuestra psique advierte el riesgo. Nos ayuda a evitar el daño o en su caso a enfrentarlo de la mejor manera posible, sin embargo, hemos de estar siempre atentos para no permitir que se instale y nos arrebate la asertividad. Poder elegir lo que sí y lo que no nos conviene, para estar bien, estar sanos es vital y hoy en día, una necesidad apremiante.

Estamos bajo fuego, en estado de alerta y llenos de miedo, es tal el bombardeo de información, que los niveles de hartazgo son ya peligrosos. Nada, creo yo, puede ser tan delicado como la indiferencia por exceso de presencia; la amenaza por coronavirus nos ha llevado a la desinformación, provocando todo tipo de creencias y pocas fuentes de certeza. Ya son muchas las semanas que damos la cara a lo incierto, y por negación ante lo inevitable, estamos haciendo del miedo nuestro enemigo. Cuando el miedo es permanente y la supervivencia se percibe en riesgo a veces, tendemos a adaptarnos a la vulnerabilidad, dejamos de darle importancia a la amenaza o exageramos las medidas de resguardo; nada es más valioso que una mente capaz de discernir entre lo real y lo fantasioso, para poder formarse una mirada objetiva. La serenidad es la virtud que nos mantendrá a salvo.

Habrás notado que para algunos nada sucede, van temerariamente por la calle y sin cuidado, exponiendo a todos a un posible contagio. Por favor, te pido que no los critiques, piensa que es tan grande su miedo, que su mente entra en estado de negación, creando diferentes versiones para justificar la fantasía, en donde ese riesgo de vida no existe. Espero podamos notar que ellos son quienes más miedo tienen.

También habrás notado a quienes obsesivamente se mantienen “informados” –desinformados– y llenan su cabeza de todo tipo de dichos, de verdades incompletas y teorías falaces; se confunden y sus niveles de estrés los colocan en riesgo de contagio por los cambios químicos que del estrés se desprenden, que por descuido voluntario.

Hay otros que se cuidan a medias, con el cubrebocas en la barba, creyendo que cumplen, pero no lo hacen, y desde una rebeldía inconsciente se mantienen en un alto riesgo. Por otro lado, encontrarás personas procurando el justo medio, que son claras y responsables, que se cuidan y cuidan de los otros sin miedo paralizante y sí con precaución; personas que saben que quizás no puedan evitar el contagio, pero que procuran seguir las indicaciones de los expertos.

Lamentablemente hay otro grupo de personas que concluyen el cuidarse, hasta que la realidad no grata los alcanza y un contagio cercano sucede; sólo entonces reaccionan y ahora sí con más miedo, porque saben que se expusieron, que no se cuidaron y que quizás pudieran estar contagiados.

Nada es más urgente que tener esta capacidad de mirar la realidad sin juicios, sin negación y con la humildad de saber que lo mejor que podemos hacer es cuidarnos, aceptar que todo puede pasar, pero que de menos tendremos la tranquilidad de saber que hemos hecho todo bien. Todos somos responsables de que los contagios se mantengan y que este estado de emergencia siga siendo una amenaza, ¡Olvídate de politizar la pandemia! ¡Deja ya de creer que si lo niegas se va a ir! Date cuenta de que no es un monstruo bajo la cama, que es una realidad y que es tiempo de que innovemos algo, ¡ya!


*Terapeuta psicoemocional


Whatsapp: 312 101 9374

innovemosalgoya@gmail.com