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Psico-tips



GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ

La maceta de los berrinches


Domingo 09 de Agosto de 2020 7:02 am


IMAGINEMOS que tenemos un jardín hermoso y con una variedad selecta de flores exóticas que lo embellecen, plantas altas que dan sombra, plantas de tallo corto que dan color al suelo, y una linda fuente al centro que armoniza con la casa. Este jardín no es un pasatiempo, sino que se ha convertido en un proyecto a 18 años como mínimo, pudiendo extenderse un poco más allá dependiendo de cada jardín, incluso algunos como un trabajo de por vida.

Cada mañana nos levantaremos a regar las plantas que necesitan abundantes cantidades de agua y a poner fertilizantes orgánicos según la temporada. Limpiaremos los tallos y quitaremos el follaje seco. Tomaremos las guías de las enredaderas y las encaminaremos por la estructura para que se desarrollen saludables y sin interrupciones. Procuraremos sombra fresca a algunas plantas que al medio día se nos marchitarían si no las cuidamos. Pero también le procuraremos sol a las plantas que necesitan toda la luz del día.

Una pequeña hiedra comienza a crecer desde un rincón, sin embargo, como queremos que desaparezca, le ponemos nuestro mejor fertilizante, y como necesita sol, le quitamos un par de ramas a nuestra planta de hoja ancha que estorba un poco. Nuestra hiedra comienza a reproducirse de alguna manera y ahora tenemos no una, sino tres. Así que intentamos hacerla desaparecer limpiando la tierra de alrededor, dando más tierra a sus tallos.

Parece que estamos teniendo éxito para erradicarlas porque en cuestión de semanas, ahora cubren una parte importante de nuestro jardín y no podemos ocultarla de nuestros amigos, de las visitas a quienes con orgullo llevamos de la mano por nuestro jardín. Les damos un breve recorrido y les explicamos las maravillas de tener una fuente al centro y que pronto agregaremos estatuillas en los linderos.

Por alguna razón, nuestra indeseable planta ahora se encuentra en una maceta casi a la entrada y a la salida de nuestro jardín. Explicamos a nuestras visitas que no tenemos idea por qué crece, se desarrolla y ahora hasta las hemos mudado cada una a su propia maceta. Lo curioso es que algunas nuestras visitas tienen o tuvieron una planta similar. Nos recomiendan remedios caseros (algunos inútiles, por cierto), hacen su aparición y ahora estamos más confundidos que antes.

El berrinche es muy parecido. Generalmente cuando papá y mamá logran diferenciar entre el llanto legítimo y el berrinche, éste último tiene un lugar casi permanente en la vida de la familia. Explicaciones como “es que así es desde chiquito, ya se le pasará”, sólo hace eso cuando hay visitas, simplemente son indicativos que no se tiene la mínima idea de que los hemos cultivado nosotros mismos y ni se diga acerca de extinguirlos (hacerlos desaparecer).

Desde el nacimiento nos comunicamos con el llanto, pero estamos en constante educación porque nuestra obligación es aprender palabras, señas, gestos y comportamientos para comunicar nuestras necesidades (agua, comida, higiene, cariño, dulces, juguetes y atención). El berrinche nace a partir de que los nenes y nenas se dan cuenta que el llanto sirve para obtener lo que desean, aunque no lo necesiten: dulces, juguetes y atención; verbigracia.

El berrinche es un juego de poder. Si papá o mamá no quieren aguantar el berrinche y deciden satisfacer la demanda, gana el berrinchudo o berrinchuda, según el caso. Pero si mamá y/o papá (sí, ambos, incluso si están separados o divorciados) deciden ignorar el berrinche, habremos ganado una batalla.

El berrinche no se extingue a nalgadas. Una de las formas más saludables de extinguirlo es quitarle el abono, como a una plantita. Entonces podremos dar ese abono (atención), ese sol (cariño), tierra (apoyo), sombra (protección) a las plantitas que sí son deseables en nuestro jardín. Si usted cree que los berrinches se curan a golpes, ¿no sería mejor que se comprara un osito de peluche? Plantita no, porque si la golpea por no florecer, la va a marchitar.


*Psicólogo