Cargando



Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Alianzas


Miércoles 12 de Agosto de 2020 7:57 am


1.- La probabilidad de que se alíen PAN, PRI y PRD deambula por el cotilleo político desde hace unos meses. Empujados por la necesidad de construir contrapesos al poder unipersonal del presidente López Obrador, diversos políticos de tales partidos argumentan a favor de las coaliciones que –dicen– les pueden dar mejores resultados que contender por separado.

Es verdad que el Presidente ha concentrado un poder exorbitante. Además del Ejecutivo, controla casi a plenitud el Poder Legislativo y ha metido las manos en el Judicial en un intento por hacerse de la incondicionalidad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Esto último ha sido menos sencillo.

De vocación autoritaria al estilo del viejo priismo, López Obrador también ha bombardeado con discursos atrabiliarios a la disidencia, entre ellos especialmente organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral y otros de similar naturaleza. La conducta presidencial en esos terrenos recuerda, sin lugar a duda, la práctica del PRI más arcaico, aquel bajo cuyo dominio funcionaban las instituciones nacionales, desde el DIF hasta los tres Poderes, pasando lo mismo por las corporaciones policíacas que los organismos juveniles o el sindicato de aseadores de calzado: todo cuanto estuviera a su paso.

2.- Era la dictadura perfecta, según la conocida frase descriptiva y calificativa de Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura que incursionó en la política peruana para al final reconocerse un hombre no político, esto es, no de partido ni militante.

Otra descripción acertada y profunda la expuso, desde la década de 1970, Manuel Aguilar Mora cuando diagnosticó al régimen priista de “bonapartismo mexicano”. Su tesis la fundó en El 18 brumario de Luis Bonaparte, una de las más lúcidas tesis de Karl Marx sobre el Estado.

La perfección de la dictadura, según el concepto de Vargas Llosa, se resquebrajó paulatinamente. Los movimientos disidentes sindicales, agrarios, gremiales, estudiantiles, feministas y la guerrilla ejercieron tal presión constante durante décadas que al régimen se le abrieron grietas que finalmente lo derrumbarían. 

También contribuyeron las crecientes presiones de los demócratas de centro derecha y las organizaciones patronales. Se percataron de la cada vez más evidente dificultad del Estado Mexicano –dirigido por el régimen priista– de abrirse a la vida democrática. Por tal cerrazón se había convertido en un lastre al desarrollo económico.

3.- Miguel de la Madrid y Carlos Salinas entendieron la circunstancia. Cancelaron el modelo económico del viejo régimen e intentaron instaurar uno capaz de conectarse eficientemente con el resto del mundo en eso que se denominó globalización. No pudieron. 

Paradójicamente, el concepto de globalidad no es propio del capitalismo sino de los bolcheviques más preclaros que dirigieron la revolución rusa de 1917. Perspectivas y objetivos diferentes, por cierto, pero un mismo concepto.

¿Qué hay detrás de la globalización actual? Un fenómeno asaz simple: la concentración brutal de capitales y el surgimiento de un poder mundial: el capital financiero. Menos es más. En menos manos cada vez más capitales. Eso rige al mundo hoy. Los tratados comerciales de Norteamérica –el vigente tan elogiado por López Obrador– es uno de tantos espacios típicos del capital financiero. Tal es la realidad económica actual.

4.- Los partidos políticos, Morena incluido, no han encontrado el camino para convertirse en motores del desarrollo nacional –y eso no sólo ocurre en México, sino en el planeta entero– porque están diseñados para la pobre, triste, limitada acción electoral. En el fondo, llevan el mismo lastre, independientemente de la envoltura del regalo: su discurso pueblerino.

Sin ser partido, en México sólo hay una organización política que ha intentado una práctica política distinta, de globalidad desde lo regional u originario: el Frente Zapatista de Liberación Nacional, derivado en diversas expresiones de naturaleza indígena de autogestión. Sin embargo, no ha traspasado esa frontera autoimpuesta.

5.- En esa circunstancia, lo mismo da si hay alianzas entre PAN, PRI y los restos incomprensibles del PRD que las encabezadas por Morena con partidos marionetas como el PT, Verde, el extinto PES y cuantos se puedan crear de aquí al fin de semana. Son tienditas de la esquina ante las grandes cadenas internacionales de ventas al menudeo. Finalmente, no deciden la política económica. La impone el capital financiero al que se amoldan.

Para efectos prácticos, en vez de alianzas electorales los partidos hoy opositores debieran pensar en coaliciones legislativas una vez ganadas las curules. Formar un solo frente sin un programa de gobierno y una oferta de acción novedosa –que no la tienen ni tampoco la posee el régimen obradoriano– generará dos polos electorales. Y por ese objetivo ha trabajado López Obrador, la polarización que le conviene electoralmente.


MAR DE FONDO


** “Atardecer. Llueve en las colinas vacías del desierto./ Cal y roca y olor a tierra mojada/ después de un árido verano. Se despierta en mí el deseo/ de ser lo que sería de no haber sabido lo que es sabido./ De ser anterior al conocimiento./ Como las colinas. Como una piedra en la superficie/ de la luna. Inerte, silencioso y seguro/ de que estaré tiempo en exposición” (Amos Oz, israelí, 1939-2018. Se despierta en mí el deseo).