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Distancia ingrata



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 15 de Septiembre de 2020 7:07 am


Para que dos se amen, 

basta con separarlos.

Goethe


DISTANCIA ingrata es el título de una canción interpretada por un brasileño que satura el oído de poética nostalgia. Vivimos momentos existenciales estelares, uno de ellos es la separación física que ha causado un choque emocional en el ánimo de las personas que tienen facilidad e inclinación para expresar su sensibilidad amorosa a sus seres queridos, pero existe un impedimento para hacerlo, nada más que su naturaleza nunca se detiene y de una forma u otra expresa sus intenciones, a ello le llamo distancia ingrata.

Hace algunos días, un amigo y yo tuvimos una informal y amena plática. Él es un abogado con un agudo olfato jurídico que abordó un tema que me llamó la atención. Dice que el Derecho Penal tiene que ser transformado en un corto tiempo en relación a lo siguiente: que los niños y jóvenes actuales están modelando su vida para vivir aislados e indiferentes a los demás, es decir, llegando a la mayoría de edad, si cometieran alguna falta que amerite la privación de su libertad, para ellos eso ya no sería castigo. ¿Cuál entonces sería su pena?, retirarles totalmente el uso de todos los dispositivos que facilitan su comunicación, como computadoras, laptops, celulares, todo dispositivo móvil electrónico que haya en el mercado.

La ciencia y la tecnología, productos de la inteligencia humana, y que en estos momentos nos están salvando del contagio letal, que pueden contribuir a una formación sólida cultural e intelectualmente hablando, se pueden convertir para la inmensa mayoría de los usuarios en un problema de trascendencia negativa desmesurada. Por ejemplo: impídanle o quítenle a un niño de 5 ó 6 años el celular y verán que la neurosis infantil está a flor de piel. Se sabe que por no tener acceso a esos aparatos, los niños y jóvenes han atentado contra los adultos y contra sí mismos, porque lo virtual se olvida de lo humano. Lo mismo sucede con los retos que se hacen virales en internet.

Aquí vale la pena mencionar al pedagogo ruso Antón Makárenko. Él observó aquella terrible miseria de la descomposición de la sociedad rusa y formó una escuela para niños y niñas que poseían una inteligencia como todo ser humano, pero con todas las adversidades finalmente egresaron de esa escuela médicos, ingenieros, ingenieras, pilotos y profesionistas brillantes, es decir, su fina sensibilidad pedagógica intuyó un mejor futuro para las generaciones que estaban condenadas a vivir en las peores circunstancias.

Hoy, las personas que aman la educación deben estar afilando la respuesta para este fenómeno que puede tener consecuencias negativas para las futuras generaciones, porque la inercia, inconciencia e incultura que se comercializa en los medios de comunicación, llamándole de manera subliminal como “entretenimiento”, puede ser letal para todos los jóvenes.

La historia nos trae continuamente momentos ingratos por los que ha pasado nuestro país. El 13 de septiembre, hace 173 años, Estados Unidos invadió a México y la bandera norteamericana ondeó en el Castillo de Chapultepec, pero la dignidad y el valor cívico de los Niños Héroes y más personas lavaron aquella ofensa.

Hace 50 años, me encontraba sentado en un aula de la secundaria, entró el maestro de inglés, Juan Vaca Pulido, y con una voz sonora y clara nos dijo: “Jóvenes, en estos momentos acaban de asesinar al presidente de Chile, Salvador Allende”. Nos miramos unos a otros y no comprendimos lo que en realidad estaba pasando. Se masacraba a un pueblo que había elegido a un Presidente por la limpia vía de las urnas, pero él se opuso a que se siguiera explotando a los trabajadores y al pueblo chileno, a la extracción de todo tipo de recursos naturales de aquel país, y como era un peligro para Chile, Estados Unidos intervino para que fuera asesinado, imponiendo a un gorila militar y una Constitución que reprimía a ese pueblo, hoy quieren quitarla para que los rija una Constitución que no tenga ningún resabio sanguinario del pinochetismo.