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Tiempo fuera



HÉCTOR SÁNCHEZ DE LA MADRID

La Reina y la Princesa


Miércoles 16 de Septiembre de 2020 7:12 am


EL 28 de octubre de 1959, el huracán México, categoría IV, azotó severamente al estado de Colima, devastando la costa manzanillense, ocasionando la muerte de 2 mil personas –principalmente en Minatitlán, donde sepultó a familias enteras– y destruyendo casas, embarcaciones, instalaciones hoteleras y sembradíos en la entidad entera. También provocó que se cancelara la XXIII Feria Regional de Colima que estaba a punto de iniciarse.

En el certamen para elegir a la Reina participaron las candidatas Adriana Sánchez de la Madrid y Martha Leticia Anaya Herrera, representando a los bloques de Colima y Tecomán, respectivamente. A las 9 de la noche, del 17 de octubre de 1959, en el patio central de Palacio de Gobierno, el Comité Pro Reina instaló el cómputo para recibir las aportaciones en efectivo que entregarían en partes los comités correspondientes que apoyaban a las candidatas. A las 11:15 de la noche se cerró la recepción del dinero que se convertía en votos y se realizó el conteo final de las recaudaciones parciales, hasta sacar a la vencedora y virtual Reina de la Feria.

Adriana, a los 19 años, había ostentado un año anterior la corona de Reina del Club de Leones y era una de las jóvenes más bonitas y conocidas de la capital, asediada por galanes locales y forasteros que se deslumbraban con su belleza, porte y personalidad. Querida por toda mi familia, era “la chifladura” de mi papá que se veía en ella quizás más que en sus hijos, tanto en lo físico como en el temperamento. También había una mayor identificación de mi hermana con mi papá que con mi mamá.

De aquella noche recuerdo que mis papás habían preparado el festejo en la casa que vivíamos (Degollado #118, a media cuadra del Teatro Hidalgo –en ruinas entonces, después del temblor del 41– y a dos cuadras y media de Palacio de Gobierno) si mi hermana Adriana resultara electa, como lo esperábamos mis padres, mis hermanos Manuel y Jaime, y yo, que entonces contaba con 9 años de edad.

Vagamente se viene a mi memoria el nerviosismo de mis papás y hermanos, al igual que los familiares y amigos que nos acompañaban en las horas previas al desenlace que sería alrededor de la medianoche; yo también estaba contagiado de la inquietud razonable de que mi hermana se convirtiera en Reina de la Feria Regional de Colima.

La noche transcurría y la emoción crecía al acercarse la hora en que el cómputo final decidiría el trono entre Adriana y Leticia. La plática de los presentes en nuestra casa se hacía cada vez más tensa mientras los invitados y los propios ingerían bebidas y bocadillos; como era el único niño en la reunión, me entusiasmé demasiado por el ambiente que se respiraba y por los comentarios que escuchaba acerca de cómo iba el cómputo, en el que Adriana había comenzado arriba en el primer conteo, pero en los siguientes Leticia la iba superando, hasta que faltando 15 segundos para terminar el tiempo señalado, “el Comité de Colima vació el contenido de una caja al ánfora”. A las 11:15 de la noche, el presidente del Comité Pro Reina, Jorge Portillo del Toro, anunció el total de los votos: ADRIANA con 4,131.605 y LETICIA con 3,339.260. Antes de conocer el resultado, el trajín fue agotándome sin que me diera cuenta. Me propuse seguir despierto para celebrar el triunfo de mi hermana Adriana; nunca pensé lo que me pasaría esa noche tan especial.

Al día siguiente, más temprano que de costumbre, abro los ojos y se me viene a la mente lo que consideré que iba a pasar la noche anterior: la conclusión del cómputo que representaba la victoria o la derrota de mi hermana, la alegría o la tristeza en uno u otro caso, sin embargo, nada tenía en mi memoria, no había ningún registro de lo sucedido, hasta que comprendí que nada recordaba porque no me percaté a qué hora caí rendido y me dormí profundamente, a pesar de la algarabía de mi familia y amigos por el triunfo de mi hermana, del bando solemne que llegó a nuestra casa, escoltado por la Banda de Guerra de la 20ª Zona Militar, tocando los honores con sus tambores y trompetas, para participarle a Adriana que había sido electa Reina de la XXIII Feria Regional de Colima. Nunca me voy a perdonar el haberme perdido ese evento tan importante en mi vida.

Ese día, 18 de octubre de 1959, mi papá publicó en Diario de Colima una cabeza de 16 columnas, esto es, dos 8 columnas en dos pisos, que decía: “Adriana Sánchez de la Madrid Resultó/Electa Reina de la XXIII Feria Regional”. Siempre me ha encantado esa decisión periodística de mi papá, la reconozco y la aplaudo con cariño y nostalgia. Por el desastre del ciclón México, del 28 del mismo mes y año, se cancelaron los máximos festejos en la entidad, siendo Adriana I coronada Reina de la XXIII Feria Regional de Colima hasta el año siguiente, en 1960, hace 60 años. 

Once años después, en 1971, contendieron por la corona de la XXXIV Feria Regional de Colima, las candidatas Patricia Espinosa Sotelo y Lourdes Mendoza Ahumada, resultando ganadora la segunda mencionada.

Hasta ese año casi todos los vestidos de las Reinas y Princesas los confeccionaba Merceditas Padilla; sin embargo, desconozco la causa, la costurera de moda se excusó de hacerle el traje a Patricia, lo que hizo que se viera en serios apuros por el tiempo escaso que tenía para preparar su atuendo para el Baile de Coronación.

Por ese motivo, Patricia, acompañada de su señora madre, Domi Sotelo de Espinosa, viajaron a la Ciudad de México, Distrito Federal, para resolver el problema. Para ello, madre e hija se dirigieron al Centro Histórico, a la calle Francisco I. Madero a ver los aparadores de las Casas de Moda, gustándoles los modelos que se exhibían en Rebeca Novias.

Entraron al Taller de Costura y le manifestaron a la encargada lo que querían, contestándoles que el diseñador estaba por acudir. Al poco tiempo llegó el modisto Juan Márquez del Rivero, le comentaron lo que Patricia necesitaba y de inmediato le pidió que diera un giro para observarla y al hacerlo exclamó que tenía el talle perfecto para hacer maravillas con ella y confeccionarle el vestido que hiciera famoso la actriz Geneviève Bujold en la interpretación de Ana Bolena de la película Ana de los mil días, al lado de Richard Burton que personificó al Rey Enrique VIII.

Patricia le señaló al diseñador que no sabía si ganaría el certamen, por lo que quizás no sería conveniente que el ropaje luciera suntuoso, contestándole Márquez del Rivero: “Tú eres candidata a Reina, no candidata a Princesa, entonces, el vestido va a ser para Reina de la Feria”.

Ni tardo ni perezoso, el modista comenzó a escoger las telas idóneas y a armar el modelo sobre la anatomía de Patricia, comprometiéndose a tenerle el traje en 5 días, antes del tiempo que tenían de plazo. Para esto, como la señora Domi ya había comprado la pedrería que requería el atuendo, ayudó a que se acelerara la elaboración del mismo. A la hora y día prometidos, recogieron el vestido y se regresaron a Colima.

En la noche del 28 de octubre de 1971 se efectuó la Coronación en el Teatro Hidalgo. Al entrar Patricia al auditorio con su traje majestuoso provocó que el público se pusiera de pie y la ovacionara nutridamente. Había perdido el cómputo por la mayor cantidad de dinero que aportó el comité contrario, pero ella, por sí misma, con el apoyo de su mamá, se había convertido en Reina por su belleza y elegancia. Durante los bailes de la Feria, sucedió lo mismo, Patricia acaparó la atención y admiración de la concurrencia; su vestido es considerado de época y reproducido varias veces por Reinas y Princesas posteriores, sin embargo, ninguno fue tan imponente como el de Patricia.

Finalmente, siendo como soy, hijo de mi papá, que publicó en Diario de Colima a 16 columnas la victoria de su hija, para mí, la Reina y la Princesa más hermosas que ha tenido la Feria de Colima son mi hermana Adriana Sánchez de la Madrid y mi esposa Patricia Espinosa Sotelo.